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sábado, 29 de julio de 2023

Gobierno del Concejo de Guadalcanal 1/3

Bajo la jurisdicción de la Orden de Santiago

 (Primera parte)

 1.- EL CABILDO MUNICIPAL.

Por delegación de la Orden de Santiago, el gobierno del consejo de Guadalcanal correspondía a su cabildo municipal, cuya composición a finales del XVI prácticamente era la misma que ya existía desde finales del siglo XIII cuando aparece como tal concejo, es decir:

-Dos alcaldes ordinarios o justicias, que eran responsables de administrar primera justicia u ordinaria y en primera instancia, quedando las causas mayores y las apelaciones a la primera instancia en manos del comendador de la villa y de los visitadores de la Orden (siglos XIII y XIV), del alcalde mayor de Llerena (siglo XIV), o del gobernador de esta ciudad (siglos XV y siguientes).

-Cuatro regidores, quienes junto a los dos alcaldes gobernaban colegiadamente el concejo. Entre ellos se solía nombrar al regidor mesero, u oficial que por rotación mensual se encargaba más directamente de los asuntos de abastos y policía urbana.

-Aparte se nombraban a otros oficiales concejiles, que también intervenían en su administración y gobierno, como eran los casos del alguacil mayor o ejecutor, el mayordomo de los bienes concejiles, los almotacenes, el sesmero, el síndico procurador, los alguaciles ordinarios, los escribanos, etc.

-Por último, hemos de considerar a los sirvientes del concejo, como pregoneros, guardas de campo, pastores, boyeros, yegüerizos, porqueros, etc.

-Los plenos debían celebrarse semanalmente, siendo obligatoria la asistencia y puntualidad de sus oficiales (alcaldes, regidores y mayordomos, en nuestro caso), En estas sesiones solían tratarse asuntos muy diversos:

-Se nombraba al regidor mesero, con la obligación de permanecer en el pueblo o en ejido, pernoctando en cualquier caso en la localidad.

-Se designaban los oficiales y sirvientes municipales precisos para el mejor gobierno del concejo.

-Se tomaban decisiones para la administración y distribución de las tierras comunales.

-Se organizaban comisiones para visitar periódicamente las mojoneras del término y de las propiedades concejiles, para el reparto entre el vecindario de los impuestos que les afectaban (alcabalas, servicios reales, etc.) y mediante subastas públicas, para nombrar abastecedores oficiales u obligados del aceite, vino, pescado, carne, etc.

-Se daban instrucciones para regular el comercio local, tanto de forasteros como de los vecinos, fijando periódicamente los precios de los artículos de primera necesidad y controlando los pesos, pesas y medidas utilizadas en las mercaderías. Para este último efecto se nombraba un fiel de pesas y medidas, a quien también se le conocía como almotacén.

-Se regulaba la administración de la hacienda concejil, constituyéndose la Junta de Propios y nombrando a un mayordomo o responsable más directo.

-Se tomaban medidas para socorrer a enfermos y pobres, así como otras tendentes a fomentar la higiene y salud pública, o para proteger huérfanos y expósitos.

El reconocimiento de Guadalcanal como entidad concejil hemos de situarlo en el segundo tercio del siglo XIII, eximiéndose entonces de la jurisdicción de la villa de Reina. Desde este momento el nombramiento de sus distintos oficiales se hacía democráticamente a cabildo abierto, en la plaza pública y con la concurrencia y voto de los vecinos que lo deseasen. Después, tras las reformas administrativas establecidas en tiempo del maestre don Enrique de Aragón (1440), se sustituyó el modelo democrático anterior -bajo el cual cualquier vecino era elector y podía ser elegido- por otro de carácter oligárquico, bajo cuyo marco sólo un reducido número de vecinos tenían este privilegio, presidiendo y controlando el proceso el gobernador de Llerena.

Una vez muerto Alonso de Cárdenas, el último de los maestres de la Orden de Santiago, los Reyes Católicos asumieron directamente su administración. Estos monarcas apenas modificaron lo establecido al respecto, pues bajo su administración sólo intervinieron determinando la aparición de dos nuevos oficios concejiles, los alcaldes de la Santa Hermandad, a cuyo cargo quedaba la paz y vigilancia de los campos.

Más dramáticas, en lo que a pérdida de autonomía en el nombramiento de oficiales del concejo se refiere, fueron las disposiciones tomadas en tiempo de Felipe II. Por la Ley Capitular de 1562 se regulaba el nombramiento de alcaldes ordinarios y regidores de los pueblos de órdenes Militares, ampliando las competencias de los gobernadores y prácticamente anulando la opinión del vecindario en la elección de sus representantes locales. La Real Provisión que autorizaba estos desmanes decía así:

Don Felipe por la gracia de Dios Rey de Castilla, León, (…), Administrador perpetuo de la Orden y Caballería de Santiago (…) a nuestro gobernador; o Juez de Residencia, que sois, o fueredes de la Provincia de León, a cada uno, y qualquiera de vos, sabed, que habiéndose hecho Capítulo General de la dicha Orden, que últimamente se celebró, en el que se hizo una Ley Capitular a cerca del orden que se ha de tener en la elección de Alcaldes Ordinarios y Regidores (…) habernos proveido, y mandamos, que aquello se guarde, cumpla y execute inviolablemente, según más largamente y en la dicha provisión se contiene (…). Por quanto por experiencia se ha visto, que sobre la elección de los Alcaldes Ordinarios y Regidores de los Concejos de las Villas y Lugares de nuestra Orden, ha habido y hay muchos pleitos, questiones, debates y diferencias, en que se han gastado y gastan mucha cuantía de mrs., y se han hecho y hacen muchos sobornos y fraudes (…): Por tanto, por evitar y remediar lo suso dicho, establecemos y ordenamos, que de aquí adelante se guarde, y cumpla, y tenga la forma siguiente (…)

Sigue el texto, ahora considerando otras disposiciones complementarias; así, se ordenaba al gobernador -el de Llerena en nuestro caso- que se personase en las villas y lugares de su jurisdicción para presidir y controlar el nombramiento de los nuevos oficiales. Para ello, en secreto y particularmente, debía preguntar a los oficiales cesantes sobre las preferencias en la elección de sus sustitutos; ese mismo procedimiento lo empleaba interrogando a los veinte labradores más señalados e influyentes del concejo, y a otros veinte vecinos más. Una vez recaba dicha información, también en secreto el gobernador proponía a tres vecinos para cubrir los dos puestos de alcaldes ordinarios y a otros dos más por cada regiduría, teniendo en cuenta: que no podían concurrir en esta selección un padre y un hijo o dos hermanos.

Por último, el día en que el concejo tenía por costumbre efectuar la elección de sus oficiales, en presencia del escribano se llamaba a un niño de corta edad para que escogiese entre las bolas que habían sido precintadas por el gobernador, custodiadas desde entonces en enarca bajo tres llaves. La primera bola sacada del arca de alcaldes correspondía al alcalde ordinario de primer voto y la otra al de segundo voto, quedando en reserva un tercer vecino; por el mismo procedimiento se escogían a los regidores. No obstante, la Ley Capitular respetaba la costumbre que ciertos concejos tenían de elegir a sus oficiales entre hidalgos y pecheros, por mitad de oficios, como ocurría en Guadalcanal, por lo que en este caso era necesario disponer de cuatro arcas: una para la elección de alcalde por el estamento de hidalgos o nobles, otra para el alcalde por el estado de tos buenos hombres pecheros, la tercera para regidores por el estamento de hidalgos y la última para la elección de regidores representantes de los pecheros.

Siguiendo con las reformas de Felipe II, las restricciones en la autonomía municipal se incrementaron por una Cédula Real de 1566, que limitaba las competencias jurisdiccionales de los alcaldes, al entender que la justicia ordinaria no se administraba adecuadamente. Más adelante, tanto las Leyes Capitulares de 1562 como esta última Cédula Real, quedaron sin argumentos al entrar en contradicción con otras decisiones del citado monarca, cuando en 1574 autorizó la venta de regidurías perpetuas, a cuya compra, lógicamente, sólo podrían acceder los vecinos mayores hacendados. Por lo tanto, la enajenación de oficios concejiles, lejos de democratizar la administración municipal, reforzó la posición de los poderosos locales en el control de los concejos, cuyo ejemplo más próximo y oportuno lo encontramos en Guadalcanal, donde llegaron a coexistir hasta 24 regidores perpetuos, presididos por un alférez mayor, otro cargo público enajenado por la Corona, también con voz, voto y cierta preeminencia en los plenos municipales. El carácter a perpetuidad les habilitaba para usar y abusar del cargo, transmitirlo por herencia, venderlo e, incluso, arrendarlo por temporada.

Bajo esta fórmula permaneció el gobierno de nuestro concejo hasta la segunda mitad del XVIII, fechas en las que se ensayó una tibia democratización municipal, tras las instrucciones de carácter general que el gobierno central elaboró para la administración de los bienes de propios y arbitrios (1760 y 1786). Asimismo, a partir de 1766 se permitió al vecindario la intervención en la elección democrática de dos nuevos oficios concejiles: el síndico personero, que fiscalizaba el reparto y administración de los bienes concejiles, y el síndico del común, que hacía lo propio en la subasta y regulación de los abastos oficiales. Ambos con voz en los plenos, pero sin voto en las decisiones municipales.

En resumen, el gobierno de la villa durante la mayor parte del Antiguo Régimen quedó en manos de los dos justicias o alcaldes ordinarios y de un órgano corporativo representando por un alférez mayor y 24 regidores perpetuos, que manejaban a su antojo e intereses el concejo y sus bienes, y con cuyo parecer el gobernador proponía a los alcaldes ordinarios o justicias. Ya a mediados del XVIII el oficio de regidor debía ser menos rentable, por lo que sólo 13 de ellos usaban de su cargo en Guadalcanal.


Manuel Maldonado Fernández.
Revista de Feria de Guadalcanal año2001

sábado, 22 de julio de 2023

Los Partistas santiaguistas en Guadalcanal de Alfonso X al siglo XVI (4/4)


 ÚLTIMA PARTE

En realidad, si observamos las mencionadas ordenanzas de los abogados de 1495, en su prólogo se dice que los monarcas aspiraban a que todos los que abogaban en el foro, ante cualesquier tribunales, fueran competentes, reconociendo, por el contrario, que muchos de los existentes tienen menos letra e suficiencia e abilidad de la que devían e han menester, además de cobrar derechos abultados a sus clientes. Ahora bien, cuando en la primera ordenanza prohibían que los que no fuesen graduados universitarios no pudiesen abogar, realmente se estaba refiriendo tan sólo a los que lo hicieran ante el Consejo —en este momento el Consejo real de Castilla— y la Corte y Chancillería, pero no ante el resto de los tribunales de justicia. Para poder ejercer delante de éstos últimos las mismas ordenanzas —en su ordenanza 22, que es la final— se remitían a lo que ya se había dispuesto en la mencionada ley de la Tercera Partida, que transcriben, según la cual el que pretendiera abogar debía primero ser examinado de su preparación por el tribunal ante el que desease ejercer como tal, fuese en la Corte o en cualquier otra jurisdicción.

Es, pues, gracias a esta norma, revalidada expresamente por los Reyes Católicos, a la que existían partistas, que debían estar bien instruidos en las materias jurídicas sobre las que aconsejaban a sus clientes, siempre a juicio del tribunal que los habría de oír. Si las causas que promovían sólo trataban de penas de ordenanza municipal, es de suponer que fuera suficiente con que conocieran el contenido de dichas ordenanzas, amén de algunos rudimentos del procedimiento. En temas de mayor enjundia jurídica, les sería exigible el conocimiento de fuentes más importantes, pero no podemos ir más lejos. No obstante, todo parece indicar que el examen ante el tribunal por el aspirante a abogado era único y genérico, habilitándole al que lo pasase para cualquier tipo de casos. Parece claro que, a vueltas con esta normativa, florecieron oportunistas, que, sin saber derecho y, en ocasiones, sin saber tampoco leer y escribir, se atrevían a aconsejar a sus pobres clientes. Es difícil distinguir a unos y otros en nuestros documentos. En cualquier caso, a mi modo de ver, estas exigencias de la monarquía a la hora de dignificar el mundo judicial fuera de las grandes cabezas de partido y de la Corte, QUINTAS_CHD-24-2017.indd 420 19/9/17 7:19 Porras Arboledas, P.A. Cuad. hist. derecho 24, 2017: 411-487 421 tenían mucho que ver con la construcción del Estado moderno, en la que también se empezaron a demandar requisitos más exigentes también a jueces y a médicos titulados, entre otros. No obstante, una cosa era lo que se pretendía y otra distinta lo que la realidad permitía obtener, ya que hasta que las Universidades no estuvieran en posición de cubrir la demanda de especialistas habría que echar mano de los expertos no titulados, que en el ámbito de la abogacía eran estos partistas. A éstos se les exigía para ejercer el haber residido 10 años en la Universidad, así como haber cumplido 26 años, como bien pudo comprobar el bachiller Hernando de Úbeda, alcalde mayor del partido de Valdesegura y Beas: mandamiento al gobernador de Montiel o a su teniente, comunicándole el texto de una provisión dada en Consejo de Órdenes [texto no transcrito, en la cabecera se indica sobrecarta de una provisión que se dio a suplicación del concejo de Veas, ynserta la premática para que los letrados que no ovieren residido diez años en Estudio general no puedan tener cargo de justicia]; Juan Guijarro, en nombre del concejo, había presentado en Consejo testimonio de cómo el 08/07/1257 le había sido notificada dicha provisión al bachiller Hernando de Úbeda, alcalde mayor del partido del Valdesegura y de la villa de Beas, que respondió que no hablaba con él e que la premática encorporada en la dicha mi provisión no se avía hecho por respeto de los que no tenían letras ni abilidad para tener los tales oficios de juezes, e que hera letrado graduado en Estudio general e ábil e suficiente para tener e usar el dicho oficio, e que por tal estava esaminado e aprovado por el presidente e oydores de la nuestra Abdiencia e Chancellería que reside en la çibdad de Granada por abogado de la dicha Abdiencia e que avía tenido otros oficios de justicia e hecho en ellos la residencia que hera obligado e avía sydo pronunciado por buen juez, e que avía estudiado mucho tiempo en el dicho Estudio general, e que pocos letrados destos Reynos podrían mostrar el testimonio que la dicha premática manda, e que unos saben más en seys años que estudian que otros en diez, e que teniendo la abilidad que se requiere, recebirían mucho agravio sy por no mostrar el dicho testimonio los dexasen de administrar los dichos oficios, e que es de más hedad de veinte e cinco años e puede e debe usar el dicho oficio de alcalde mayor, e que porque con él no haga justicia contra los alcaldes e regidores de la dicha villa de Veas le avían hecho notificar la dicha provisyón, segúnd que más largamente en la dicha respuesta e testimonio se contyene. Solicitaba que, pues no tenía los 10 años de estancia en Estudio general, le mandase ejecutar dicha provisión.

De poco le serviría su alegación, pues le ordenaron que viera dicha provisión y la cumpliese, sin embargo, de todo lo pretextado (14/08/1527, AHT, expte. 78.128). Tales requisitos fueron establecidos por pragmática de 1493 de los Reyes Católicos, recogida en N.R., III, 9, 2. Es evidente que no todos los letrados tenían las características personales necesarias para ser jueces, como se sugiere en los versos de la cabecera, hablando del Lcdo. Saldaña, aunque estuvieran técnicamente capacitados para serlo. Un caso evidente de esto es el del bachiller Tomás de Ribera, activo en Uclés en 1530 (véase mi mencionado trabajo sobre esa villa). 37 Para muestra basta sólo un ejemplo, aunque se podrían alegar muchos más: incitativa al gobernador de la provincia de León o a su teniente, a petición del bachiller Pedro Fernández médico, vecino de Usagre, que denunció que, estando proybido por leyes e premáticas destos Reynos que nynguna persona pueda curar ny cure de medezina e çurugía syn ser exsamynado, diz que, contra el thenor e forma de lo susodicho, algunos vezinos de la dicha villa han curado y curan dello, de que se han seguido y esperan recrescer muchos daños e otros ynconvinientes y que, no enbargante que le ha sido denunciado a los alcaldes ordinarios de la dicha villa, no lo han querido remediar. Solicitaba que se procediera contra ellos y se les castigase (24/05/1544, AHT, expte. 78.329).

Hay un evidente paralelismo entre los que ejercían el derecho y la medicina sin estar graduados. 38. He de aclarar que la cronología usada en este primer apartado viene determinada por el total de los legajos vistos hasta la fecha en el Registro General del Sello del Consejo de Órdenes, en lo relativo a la Orden de Santiago, abarcando desde el inicio de la administración de Carlos I en 1517 hasta fines de 1544, fecha máxima a la que he llegado en mis actuales investigaciones; de ahí a 1556 es seguro que aparecerán nuevos testimonios. Una consideración comparada de las fechas entre peticiones para abogar y quejas contra los partistas nos sirve de poco a la hora de discriminar una evolución hacia un predominio de abogados letrados sobre los no letrados, pues unas y otras se distribuyen por todo el período de estudio. Granada Mandamiento a las justicias de Segura de la Sierra, al gobernador o su teniente y a los alcaldes ordinarios, presentes y futuros, a petición de Pedro Bellón, vecino de la villa, que como uno del pueblo había denunciado que Juan Rodríguez y otros actuaban de abogados sin tener título oficial, pero con la permisividad de las autoridades. Solicitaba que no se les permitiese. Acuerdan trasladar la última de las ordenanzas de abogados de 1495, por la que se mandaba que sólo abogasen los que estuviesen previamente examinados en la Corte por jueces o sabedores en derecho, así como en las tierras o localidades donde pretendieran ejercer, ordenando que fuese cumplida. Archivo de la Real Chancillería de Granada, expte. 5.531.

Para que la justicia de Segura de la Sierra bea una ley aquy yncorporada para que unos no aboguen sin ser letrados. Escrivano Gumiel [Registro] .IX. Don Carlos e doña Juana, etc. A vos, el governador de la villa de Sigura de la Syerra o a vuestro lugartenyente en el dicho oficio e [a los] alcaldes de la dicha villa que agora son o serán en ella de aquí adelante e a cada uno de vos a quyen esta nuestra carta fuere mostrada. Salud e gracia. Sepades que Pedro Vellón, vezino de la dicha villa, como uno del pueblo della e como mejor podía e de derecho devía, nos hizo relación por su petición que los oydores de la nuestra Audiencia, qu’están e residen en la nonbrada e gran cibdad de Granada, fue presentada diziendo [que] en la dicha villa está un Juan Rodrigues e otros que abogan en pleitos e cabsas de los vezinos de la dicha villa e de otras partes syn ser esamynados ny tener títulos de bachilleres ni otro título para ello y que, a cabsa que vos, la justicia de la dicha villa, les consentís que aboguen, destruyen muchos pleitos, de que a la comunydad e vezinos de la dicha villa benía muy gran daño e perjuizio y que, deviendo vosotros, conforme a las leyes de nuestros Reynos, mandarles que muestren lo títulos para que conste por ello cómo son graduados e pueden abogar en pleitos, diz que no lo abéys querido ny queréys haser. Por ende, que nos pedía e suplicaba que cerca dello proveyésemos de remedio con justicia, de guysa que los susodichos ny alguno dellos no abogasen en pleitos algunos syn mostrar cómo son graduados de bachilleres e puedan abogar o como la nuestra merced fuere. Lo qual por los dichos nuestros oydores visto, por quanto en las leyes de nuestros Reynos ay una ley que cerca desto fabla, fue por ellos acordado que devíamos mandar dar esta nuestra carta para vos en la dicha razón, en ella ynserta la dicha ley. E nos tovímoslo por bien, el tenor de la qual dicha leyes es este syguiente: «E por quanto el señor rey don Alonso, de gloriosa memoria, nuestro progenitor, entre otras leyes que fizo e hordenó, en la Tercera Partida hizo e hordenó una ley que cerca desto dispone, su tenor de la qual es este que se sygue: «Estorbadores e enbargadores de los pleitos son los que se fazen abogados, no syendo sabidores de derecho ni de fuero o de costunbres que deven ser guardadas en juyzio. Por ende, mandamos que de aquy adelante ninguno sea osado de trabajarse de ser abogado por otro en nynguno pleito, a menos de ser primeramente escogido de los juzgadores e de los sabidores del derecho de nuestra Corte o de las tierras e de las cibdades o de las villas en que ovieren de ser abogados, e a qualquier que fallaren qu’es sabidor honbre para ello, dévenle fazer jurar qu’él ayudará bien e lealmente a todo honbre a quyen prometiere su ayuda e que no se trabaxará con sabiendas de abogar en ningún pleito que sea mentiroso o falso o de que en tienda que no podrá aver buena cima, e aún los pleitos verdaderos que tomare que procure que se acaben ayna, syn nyngún alongamiento qu’él faga maliciosamente, e qu’el que ansy fuere escogido mandamos que sea escrito en su nonbre en el libro que fueron escritos los nonbres de los abogados a quyen fuere otorgada tal poder como éste, e qualquier que por sy quysyere tomar poderío de seguyr pleito por otro contra este nuestro mandamiento, mandamos que no sea oydo no le consientan los juzgadores que abogue ante ellos». Por ende, hordenamos e mandamos que la dicha ley que de suso va encorporada se guarde e cunpla e faga guardar e cunplir en todo e por todo, segund e por la forma e manera que en ella se contiene». Porque vos mandamos que beáys la dicha ley que de suso en esta nuestra carta ba encorporada e la guardedes e cunplades y executedes e fagades guardar e cunplir y executar e trahed e guyades a pura e devida execución con efeto, en todo e por todo, segund que en ella se contiene. Y contra el tenor y forma della no bayades ny pasedes ny bayan ny pasen ny consyntades ny consientan yr ny pasar. E los unos ny los otros non fagades ny fagan ende al por alguna manera, so pena de la nuestra merced e de diez myll mrs. para la nuestra cámara. E demás mandamos al ome que vos esta nuestra carta mostrare que vos emplaze que parescades ante los dichos nuestros oydores del día que vos enplazare fasta quynze días primeros siguientes, so la dicha pena, so la qual mandamos a qualquier escrivano público que para esto fuere llamados que dé’nde al que vos e a ellos mostrare testimonyo sinado con su syno, por [que] nos sepamos en cómo se cunple nuestro mandado. Dada en la cibdad de Granada, a treze días del mes de otubre, año del señor de myll e quinientos e veynte años. Libráronla los licenciados Girón y Corte y Castro. Apéndice II 1602/09/27. Castro Urdiales El Lcdo. Martín de Ahedo, vecino de Castro Urdiales, celebra contrato con don Juan de Arcentales y Zabala, vecino del Valle de Otañes, para actuar como su abogado.

Fuentes: Los Partistas santiaguistas (1517-1544) y algunas provisiones especiales de la Chancillería de Granada: cartas de omezillo, de guía y aposento y de galeotes. (Pedro Andrés Porras Arboledas). Libro de partistas de Alfonso X. y Archivos históricos de Tentudía.

sábado, 15 de julio de 2023

Un Hidalgo en Guadalcanal 1

Nuestros visitantes en el patio del Mesón del Toro

Visita de D. Alonso de Quijano a nuestra villa 1/4


    Esta historia ficción está estructurada en la visita ficticia de D. Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho Panza a Guadalcanal, a través de estos dos personajes y mezclando el Guadalcanal actual con la villa Santiaguista del siglo XV a finales del XVI, hacemos un recorrido por las principales calles y visitamos los monumentos de la villa, acompañados por nuestro paisano el notable D. Esteban de Millán y Aguilar que tal vez fue noble en aquella época y perteneció al Concejo de la Villa.

    A mi amigo Ignacio Gómez Galván, que mantiene viva con su fundación la historia y literatura de nuestro pueblo, me he permitido la licencia de tomar algunas notas de su libro “Cervantes en Guadalcanal”.

    Encontrándose en una mesa apartada del resto de los comensales en el Mesón del Toro de la calle del Jurado de la villa dos excéntricos comensales, uno alto delgado, de nariz prominente, con aparente compostura de nobleza que sin duda le proporcionaba su estatus de hidalgo, ensimismado afanosamente en descifrar lo que parecía el legajo de un mapa de la villa , el otro, de estatura chaparra, grueso, de greñas largas y mal cuidadas y vientre de ventero, con aspecto de escudero y que parecía adorador y gran devorador de buenas viandas a juzgar por el gran cuenco de migas con torrezno que con destreza manducaba, acompañado de un buen trozo de queso en aceite, un pan candeal impregnado de aceite de la tierra, aceitunas y un jarrillo de vino de Guadalcanal.
    Animado por la curiosidad y la imagen que ofrecían los dos huéspedes, que bien parecía la estampa de un boceto para un futuro cuadro de Fernando de los Llanos, nuestro paisano se acercó a la mesa y se presentó sombrero en mano y una leve inclinación de cabeza.
    -Permítanme que me presente, soy D. Esteban de Millán y Aguilar, miembro del Concejo de la villa y unos de los alcaides del alfoz de Guadalcanal.
    - ¿A qué se debe tan ilustre visita?
    D. Alonso se levantó y devolvió los honores.
    - Mi gracia es D. Alonso de Quijano y me acompaña mi fiel escudero Sancho.
    -He llegado a esta santiaguista villa procedente de las lejanas tierras de La Mancha para estudiar esta maravillosa tierra conocida como Paraíso de la Humanidad, y a la vez ofrecer mis servicios de hidalgo y justiciero si es requerida.
    -El forastero se sentó de nuevo y cogiendo el mapa se lo ofreció al paisano-.
  -Perdone D. Esteban, ando yo emplascado en la lectura de este mapa para conocer monumentos y callejear por la villa y no encuentro lugar por donde empezar ante las maravillas que describe este legajo.
    -Si vos no lo tienen a mal, me ofrezco como guía para describir y explicar cuanto a sus ojos le sea de interés, -le comentó el paisano-.
    -Veo que vuesas mercedes han madrugado para hacer largo el día.
    -Levantarse a las cinco, almorzar a las siete, comer a las tres y acostarse a las nueve, hace vivir años noventa y nueve. -Argumentó Sancho con uno sus de refranes y que hasta el momento había permanecido expectante-.
    - he de agradecer tan noble ofrecimiento y si vos lo tiene a bien, emprendamos la marcha cuanto antes D. Esteban.
    -Así sea D. Alonso y la compaña.
    El manchego mandó diligencia a su escudero Sancho para que preparara su esquelético corcel y acompañar a su inesperado cicerone a ensillar su caballo, caballerías que junto al rucio de Sancho se encontraban en las cuadras del patio de la posada.
    Salieron del mesón cuando ya el alba había pasado y los primeros rayos del sol depositaban su luz sobre los tejados, dejando a un lado el pilar de la Cava, construido en el año 1926 siendo alcalde D. Daniel Muñoz Vázquez, abordaron por donde en tiempo estaba situada la puerta del Jurado en dirección a San Benito, primera parada de su recorrido, llegaron al Coso y Sancho mojó su gaznate en la fuente del mismo nombre, presidida por un azulejo con lápida mariana y patronal de cerámica de la patrona del pueblo.
    - Agua que, al criado sacia, no es comparable al vino que el amo engulle -Dijo Sancho una vez aplacaba la sed producida por el abundante almuerzo-.
    -En tiempos manaba abundante agua procedente de la Sierra del Viento y era uno de los principales abastecimientos del pueblo, agua muy apreciada por los paisanos y foráneos que paraban expresamente para degustarla, actualmente se reduce a un grifo. -Convino D. Esteban con nostalgia-.
    -Veo que su caballo está un poco carente de cebada y paja, si hubiese Vd. D. Alonso adelantado su viaje un siglo podría haberlo cambiado por un brioso corcel en la feria de ganado que en estos pagos se hacía allá por septiembre, no en vano era de las más importantes y concurridas que se hacían entre Extremadura y Andalucía.
    -Mi apreciado anfitrión, Rocinante me ha acompañado en muchos viajes y batallas, es de poco comer y mucho trotar. -Contestó con voz queda el hidalgo-
    - Aun de lo poco que vea, la mitad crea. -Comentó entre dientes el escudero- Observaron el paseo del ferial y las instalaciones deportivas, cuando continuaban su recorrido a D. Alonso le llamó la atención las naves y molino con aspecto de abandono que custodiaban la carretera, haciendo una observación:
    -Parece que este pueblo conoció tiempos mejores.
    -Así es, en época no muy lejana, de estas naves salían grandes tonelajes de ladrillos apreciados en todo el mundo y el que Ud. llama molino fue molino y fábrica de aceite. Daban una gran actividad al municipio y muchos puestos de trabajo.
    - ¡Otros tiempos D. Alonso, otros tiempos!
    - En la tienda del barbero ¿sabe Vd. lo que dicen? Que el señor le da pañuelo a quien no tiene narices. –Dijo jocosamente Sancho-
    Continuaron el camino hasta avistar el majestuoso edificio de la ermita y a unos metros el viejo puente de igual nombre que daba entrada a Guadalcanal. Entraron por un angosto callejón, flanqueado por frondosas huertas a la Ermita de San Benito (1) por el pórtico del templo, un pozo delantero era abordado en tiempos para saciar la sed del transeúnte y sus cabalgaduras, no en vano fue morada este templo de viajantes, mercaderes y peregrinos durante siglos,
    -Con la venía de mi señor, quiero hacer una observación, veo que tan bonito templo se encuentra desnudo de muebles, pinturas y santos, ¿no a poco hubo un escarnio? -Dijo Sancho que hasta la hora no había tomado parte en conversación y se había limitado a dejar sus refranes en alguna ocasión-.
    -Es buen observador su escudero, este templo como otros de la villa pasó hace no menos de 50 años a manos privadas por el afán desamortizador del clero y la desvergüenza de un cura.
    -Cuentan que un cura vendió a su padre y compró al alcalde -Respondió Sancho-

Notas. - (1) Actualmente la ermita se compone de una nave cubierta por bóveda de cañón y lunetos, casquete esférico en el ante presbítero y cúpula en el camarín. En el muro del Evangelio existe una portada con arco apuntado y en el de la Epístola, una puerta mudéjar de época tardía.
Aquí, el anacoreta Manuel de la Cruz fundó una cofradía de ambos sexos, con el título de Nuestra Señora de la Consolación y San Benito Abad, según un breve dado en Roma el 5 de marzo de 1722.

Rafael Spínola R.  

sábado, 8 de julio de 2023

Los Partistas santiaguistas en Guadalcanal de Alfonso X al siglo XVI (3/4)

 

Leyes en la villa

TERCERA PARTE

Solicitaba de La Guardia que se le impusiesen a Miguel las penas contempladas en la provisión anterior por haber hecho caso omiso de lo ordenado entonces (incitativa al gobernador de la Mancha o a su teniente, de agosto de 1522, AHT, expte. 78.068). 18 Sebastián Agraz y sus parientes habían contratado al doctor como abogado para que les ayudase en los procesos que se estaban ventilando ante el juez pesquisidor, Lcdo. Nieto; un tal Montemayor denunció a Lillo, diciendo que no tenía tal grado, por lo que la justicia le puso preso, dándole la villa por cárcel. Sus clientes decían que es letrado muy conoscido (mandamiento al alcalde mayor, Lcdo. Francisco Osorio, para que envíe relación al Consejo de los motivos que tuvo para actuar así, 17/08/1524, AHT, expte. 78.092). 19 Pidió que en Santa Cruz se guarden las leyes e premátycas sobre los abogados y partystas. Boty denunció que Juan García de Cuenca, Alonso Muñoz, Martín Ramírez, Rodrigo de Villagómez, Rodrigo Mexía, Cristóbal Batista y otros vecinos actuaban de abogados sin ser letrados ni haber estudiado, sin saber algunos siquiera escribir (incitativa al gobernador de la Mancha o a su teniente, 13/09/1519, AHT, expte. 78.033). QUINTAS_CHD-24-2017.indd 416 19/9/17 7:19 Porras Arboledas, P.A. Cuad. hist. derecho 24, 2017: 411-487 417 sultan bien expresivos de la atmósfera de enfrentamiento profesional entre partistas y universitarios.

Por una parte, el bachiller Cristóbal de Viana, como uno del pueblo, denunció a los letrados populares, invocando las ordenanzas de los abogados. Sin embargo, una lectura simple de la ordenanza transcrita nos indica que sólo se refería a los que abogasen ante Consejos o Chancillerías, no ante instancias inferiores. Por otra, dio la réplica al siguiente su convecino Juan de Alarcón, quien defendió la utilidad de los partistas, pues para una población de 2.000 vecinos sólo contaban con dos o tres letrados. Pasada una década, la presencia de un nuevo letrado en la villa hizo que se volviese a plantear el tema; en este caso fue Rodrigo Velázquez, hermano del Lcdo. Pedro Velázquez, quien denunció a los partistas. Finalmente, para 1542 era Miguel Martínez el que, en nombre de sus vecinos, arremetía contra el escribano público Juan Muñoz —otro personaje bien caracterizado en el Uclés de la época—, al que acusaba de cometer falsedades como escribano, de haber sido procurador, abogado y regidor, siendo clérigo de corona, y de haber arrendado rentas al tiempo que era oficial del concejo. Más realista fue la petición del concejo de Villaescusa de Haro, cabeza de otro de los comunes del partido, cuando solicitó que sólo se permitiese abogar a aquellos que reuniesen ciertos requisitos, además de estar convenientemente examinados. Por lo que se refiere al antiguo común de la Mancha hallamos referencias al problema tanto en La Mota del Cuervo como en el Campo de Criptana. Lo sucedido en La Mota tenía tintes un tanto peculiares, por cuanto padre partista e hijo escribano Expuso que de cabsa que algunos, syn ser graduados ni tener abilidad, abogan e hazen peticiones en la dicha villa e lugares de su tierra, an rescibido e resciben los vezinos e moradores della mucho agravio e daño, solicitando remedio. El Consejo ordena al gobernador de la Mancha y al alcalde mayor de Uclés que vean la primera de las ordenanzas de 1495, que transcribe, y la cumplan (mandamiento a ambos, 16/06/1524, AHT, expte. 78.089, mal colocada).

Viana, que llegaría a alcanzar el grado de doctor, es un personaje muy bien documentado; el hecho de haber ejercitado la acción popular no es inconveniente para descubrir detrás su interés particular. He estudiado la situación existente en la villa y el quién es quién de sus vecinos en mi trabajo El convento y la villa de Uclés y el arquitecto Andrés de Vandelvira (1530), Cuenca, 2017.  Alegó que en la dicha villa e su partido ay dos mill vezinos e que al presente no ay en la dicha villa e partido más de dos letrados, e que por su ausencia algunos vezinos de la dicha villa e su tierra vienen a él, que les ayude en sus pleytos como abogado, e que él les ayuda justamente e conforme a Derecho, pero que algunos alcaldes mayores del partido no le quieren recibir sus escritos Solicitaba licencia para que pudiese abogar en todos e qualesquier pleytos que entre los vezinos de la dicha villa e su tierra pendiesen (incitativa al gobernador de la Mancha o al alcalde mayor de Uclés, 13/09/1525, AHT, expte. 78.105).

Existe un borrador de la misma provisión, con redacción algo diferente: expuso que en la dicha villa e su tierra ay fasta dos mill vesynos e no ay más de tres letrados, e que porque algunos dellos está lo más del tienpo ausentes de la dicha villa e tierra, muchos vezinos della le requieren sea su abogado. Solicitaba licencia para abogar, ya que tiene habilidad para ello (incitativa similar, en legajo de abril del mismo año, AHT, expte. 78.100). 22 Había denunciado que en la dicha villa ay algunos hombres legos, que se dizen «partistas», e que syn aver estudiado ni saber latyn, entienden en los pleytos e negocios, como letrados graduados y firman los escriptos que hazen; por culpa de los partistas se perdían casos, hacían conciertos muy excesivos y obligaban a firmar a las partes (incitativa al gobernador de la Mancha o a su teniente en Uclés, 19/05/1536, AHT, expte. 78.233). 23 La acusación se desgrana en una larga serie de capítulos (incitativa al gobernador de la Mancha o a su teniente, 21/06/1542, AHT, expte. 78.306). 24 El concejo denunciaba que en esa villa algunos vesinos della, sin ser letrados, abogan en pleitos ceviles e creminales, e otros usan de oficio de procurador, sin saber leer ni escrevir ni tener espiriencia alguna de negocios, a cuya causa diz que se siguen e mueven muchos pleytos e debates ynjustos. Solicitaban que no se permitiese abogar salvo a los que estuviesen examinados, supiesen leer y escribir y tuvieran experiencia de los negocios (incitativa al gobernador de la Mancha o a su teniente y a los alcaldes ordinarios de la villa, 07/11/1539, AHT, expte. 78.275). QUINTAS_CHD-24-2017.indd 417 19/9/17 7:19 418 Porras Arboledas, P.A. Cuad. hist. derecho 24, 2017: 411-48.

Convivían en el mismo domicilio, siguiendo este bajo la patria potestad de aquél, lo que creaba un conflicto de intereses, repudiado por el municipio. Probablemente, la localidad más notable del común manchego fuera el Campo de Criptana, lugar donde volvemos a encontrar el mismo enfrentamiento entre letrados y partistas, lucha que venía envenenada por los antiguos disturbios entre bandos y los esfuerzos de algunos vecinos —letrados incluidos— por alcanzar su reconocimiento como hidalgos. Por un lado, Juan y Pedro Miguel, dos de los miembros más conspicuos del clan de los Miguel, habían pedido que se les permitiese abogar, por las razones ya sabidas, por otro, Francisco Arias, como uno del pueblo, años más tarde, se querellaría de Pedro Miguel por actuar de abogado y asesor letrado, sin tener preparación universitaria, pidiendo que se le intimase a que no se entrometiese a hacer lo que no debía. En el segundo de los partidos que conformaban la provincia de Castilla, el del Campo de Montiel, con capitalidad en esta época en Villanueva de los Infantes, llama la atención en primer lugar la ausencia de referencias a esa villa, índice de que debía de haber suficiente número de letrados; sensu contrario, no es extraño que en la cercana Villamanrique sí que hubiera partistas, como denunciaría Francisco Gallego, en uso de la acción popular. Dentro del mismo partido, en el llamado tercio de Alhambra, se encontraban dos localidades, que alcanzaron gran predicamento demográfico por aquellos años; en ambas se presentaron quejas contra los que abogaban sin título. El concejo de La Solana se quejaría de Pedro Díaz Yestrada y Juan Hernández, en nombre de los vecinos de La Membrilla del Tocón, haría lo propio contra unos convecinos innominados.

Transcurridos cuatro años, sería Mateo González,  Alonso Calderón, procurador del concejo, expuso que, siendo escribano público de la villa Luis Méndez, hijo de Diego López de Segura, vecino de la misma, este Diego abogaba en muchos procesos que pendían ante los alcaldes ordinarios, bibiendo dentro en una casa los dichos Diego López e Luys Méndez y estando el dicho Luis Méndez debaxo del poderío paternal del dicho su parte, y que porque lo susodicho es en gran daño e perjuyzo de la dicha villa e de los vezinos y moradores della, asy porque los pleitos se destruyen, como por la dilación que en ellos ay, solicitaba que se cometiese al gobernador el caso y que éste procesase a Diego (incitativa al gobernador de la Mancha o a su teniente, 01/04/1542, AHT, expte. 78.304).

Solicitaban licencia para ayudar y abogar en los pleitos de los vecinos de la villa y otras del partido. Alegaban que ellos son personas ynstrutas en las leyes capitulares de la dicha Orden y en las ordenanças del concejo de la dicha villa y en todas las otras cosas sobre que pueden acaescer pleitos entre los vezinos della, e que muchas personas pobres que tienen los dichos pleitos ocurren a ellos para que les ayuden e defiendan, de cabsa que los letrados de la comarca de la dicha villa no les quieren ayudar sy no es por mucho ynterese, e que seyendo los pleitos de poca calidad, las personas a quien tocan no los osan yntentar porque es más la costa que el principal (incitativa al gobernador de la Mancha o a su teniente, mayo de 1528, AHT, expte. 78.137). En uno de los capítulos que presentó en 1532 Pedro Ramírez, cura del pueblo, contra el concejo se dice expresamente que Juan Miguel era partista (AHT, expte. 78.185). 27 Incitativa al gobernador de la Mancha o a su teniente, 22/01/1540 (AHT, expte. 78.277). Algo después el bachiller Granero probaría en sus propias carnes la enemiga de estos poderosos partistas del clan de los Miguel: en 1541 Pedro, Francisco y Cristóbal Miguel, hermanos, fueron procesados por el asesinato del bachiller Granero, tras asaltar su casa con nocturnidad (AHT, expte. 24.616). Ambos linajes emparentarían en la generación siguiente (AHT, expte. 17.007). Se pueden hallar datos de interés sobre esta problemática en mi trabajo —en colaboración con Vicente Aparicio—, Privilegios y provisiones de la villa del Campo de Criptana (1223-1556), Campo de Criptana, 2013. 28 Expuso que algunos vecinos, sin tener habilidad ni estar graduados, abogaban y redactaban peticiones, lo que era muy perjudicial. Solicitaba que no se permitiese tal cosa (incitativa al gobernador del Campo de Montiel o a su teniente, 17/08/1524, AHT, expte. 78.091). 29 Incitativa al gobernador del Campo de Montiel o a su teniente de 08/12/1525 (AHT, expte. 78.108). 30 Se quejaba de los perjuicios que causaban entre los vecinos las actuaciones de estos consejeros jurídicos (incitativa a los alcaldes ordinarios, Mateo González, procurador del concejo, quien pediría sobrecarta de un mandamiento previo —no conservado—, en que se había ordenado al gobernador del Campo de Montiel o a su teniente y a los alcaldes ordinarios de la villa que guardasen la legislación vigente e hicieran justicia. A la altura de 1544 Clemén Sánchez sería condenado por los alcaldes ordinarios de La Membrilla por haber rubricado peticiones de letrado. Además del Campo de Montiel, propiamente dicho, y el mencionado tercio de Alhambra, este partido tenía su apéndice en las llamadas Sierras, que alcanzaban tanto el Valle de Segura, hoy en tierras giennenses, como la antigua bailía templaria de Caravaca y sus alrededores. Aquí las referencias a juristas iletrados se concentran en las localidades más importantes. Por lo que se refiere a Valdesegura, contamos con la resolución de la Chancillería de Granada, en plenos disturbios de las Comunidades, a la queja presentada por Juan Bellón contra Juan Rodríguez y otros vecinos de Segura de la Sierra que abogaban sin estar titulados. La decisión incluía el capítulo 22 y último de las ordenanzas de abogados de 1495, que recogía, a su vez, la ley, del título VI de la Tercera Partida. En Caravaca, sede de la alcaldía mayor de las tierras murcianas de la Orden, se presentaron sendas quejas, en un intervalo de tres años, por parte de Diego de Mesa contra Pedro y Fernando de Robles —tal vez la misma persona, por error del escribano—, por ejercer de abogado sin serlo ni tener para ello la preparación requerida. Tras estas denuncias es posible que hubiese rivalidades familiares o de clan, pero en la cercana villa de Cehegín los apellidos de peticionario y denunciado nos indican que sí existía una situación de este tipo, ya que se enfrentaban Guiraos y Carreños.

En conclusión, aun cuando contamos con un muestreo no excesivamente amplio, resulta evidente que la carestía de letrados en el Reino de Castilla durante buena parte del reinado del Emperador Carlos permitía la existencia de unos partistas, expertos más o menos profundos en el derecho patrio, que probablemente desde antiguo venían atendiendo a los vecinos de sus pueblos por unas cantidades asequibles,  Sobrecarta de 23/11/1530 (AHT, expte. 78.167). 32 Citatoria y compulsoria a Juan Serrano y consortes, a petición del procurador de Clemén Sánchez, pues Álvaro Canuto y Hernán Martín Herrezuelo, alcaldes ordinarios, habían condenado a Clemén en 3.000 mrs. so color e diziendo que en ciertas peticiones que avía ordenado e presentado avía fecho rúbricas como letrado (27/06/1544, AHT, expte. 78.330). 33 Provisión recogida en Apéndice I de esta sección (Archivo de la Real Chancillería de Granada, ―en lo sucesivo, ARChG―, expte. 5.531; las provisiones no van numeradas, por tanto, las referencias son del legajo completo). Incitativa al gobernador del Campo de Montiel o a su teniente en Caravaca: un Pedro de Robles, procurador y solicitador, usaba el oficio de escribano de la audiencia y juzgado del vicario de Caravaca, hordena e haze escriptos como abogado, no lo podiendo ni deviendo hazer, asy por ser proybido en derecho e leyes e premáticas reales, como porque diz que ha sido açotado por falsario. Solicitaba se le prohiba ejercer oficio público alguno (18/05/1527, AHT, expte. 78.125). Incitativa al alcalde mayor de Caravaca: Fernando de Robles, vecino de la villa, honbre syn letras, aboga y redacta escritos y defiende causas civiles y criminales, y es cabsa de aumentación de pleytos e como carece de ciencia, los más de los pleytos en que entiende van tan mal fundados que es cabsa que las partes, después de aver gastado en ellos, no alcancen justicia, por no las saber pedir ni alegar el dicho Fernando de Robles; ya le habían mandado una provisión prohibiéndole ejercer, por lo que ahora suplica que se ordene al alcalde mayor que intervenga y se lo impida (17/08/1529, AHT, expte. 78.152). 35

Incitativa al gobernador del Campo de Montiel o a su teniente en Caravaca, a petición de Bartolomé Guirao, vecino de Cehegín: expuso que Francisco Carreño, también vecino, no syendo letrado ny asperto en letras, antes syendo, como hes, omicida que fue en la muerte de Juan de Montealegre, vezino que fue de la villa de Caravaca, husa e exerce en las dichas villas el oficio de abogado, no lo podiendo ni devyendo husar (27/03/1535, AHT, expte. 78.207). QUINTAS_CHD-24-2017.indd 419 19/9/17 7:19 420 Porras Arboledas, P.A. Cuad. hist. derecho 24, 2017: 411-487, aunque con una fiabilidad relativa. Cabe cuestionarse si todos los que se inmiscuían en el papel de los abogados, sin ser letrados universitarios, tenían la condición de partistas o si esta denominación sólo se aplicaba a aquellos que conocían las fuentes jurídicas a aplicar —aunque sólo fueran las ordenanzas municipales y las leyes capitulares de la Orden, como se ha visto en el Campo de Criptana—y no a la pléyade de escribanos y procuradores que redactaban escritos, en lugar de los abogados, con mayor o menor fortuna, pero sin haber sido examinados por los gobernadores de su partido. Los documentos manejados parecen meterlos a todos en el mismo saco, dejándonos en la duda sobre si el término «partista» tenía carácter peyorativo para los contemporáneos. La naturaleza litigiosa de los documentos conservados viene a indicarnos la existencia, tras esas quejas, de rivalidades tanto personales como ficcionales; en unos casos parece que los denunciantes sólo buscaban la utilidad pública, pues los que firmaban escritos sin saber derecho hacían gastarse a las partes sin provecho para sus clientes; esto, al menos, era lo que se exponía en las denuncias, sin embargo, también se ha comprobado cómo, detrás de esa aparentemente justa causa, se hallaban enemistades entre bandos o, simplemente, deseos por parte de los letrados de acabar con una competencia que consideraban desleal. Para ello alegaban que la ley disponía que sólo los letrados graduados podían ejercer delante de los tribunales del Reino. ¿Qué era lo que disponía la ley?

Fuentes: Los Partistas santiaguistas (1517-1544) y algunas provisiones especiales de la Chancillería de Granada: cartas de omezillo, de guía y aposento y de galeotes. (Pedro Andrés Porras Arboledas). Libro de partistas de Alfonso X. y Archivos históricos de Tentudía.

sábado, 1 de julio de 2023

Nuestro Entorno


 

Árboles singulares de Guadalcanal







Agracejo de La Jayona 
Phillyrea latifolia

LOCALIZACIÓN.-Paraje: Finca La Jayona
Término municipal: Guadalcanal
Espacio Natural Protegido: Parque Natural Sierra Norte de Sevilla
PROPIEDAD 
Privada
CARACTERÍSTICAS MORFOLÓGICAS
Altura total: 11,70 m Altura del fuste: 0,30 m Perímetro (a 0,25 m): 2,60 m Perímetro en la base: 4,40 m Diámetro de copa: dirección N-S: 9,80 m dirección E-W: 10,70 m Proyección de la copa: 82,36.      

Singularidad. –

         El Agracejo de la Jayona resalta por su increíble porte arbóreo, ya que en esta especie la forma arbustiva es la más frecuente y normal. La altura que alcanza es de casi 12 metros, pero lo más llamativo son los 4,40 metros de perímetro de tronco en la base, que le confirieren gran robustez. Tiene un fuste de 30 centímetros de altura del que brotan cinco cepas con perímetros a 1,30 próximos a 1 metro; uno con 0,70, tres con 0,95 y otro con 1,05 metros respectivamente.

             Entorno. – 

         Localizado en el extremo norte de la provincia de Sevilla, casi en el límite con Badajoz, entre la Sierra del Viento y la Sierra de la Jayona. Este ejemplar forma parte de un jardín rodeado de algunas especies exóticas como cedros del Líbano (Cedrus libani), ciprés de Monterrey (Cupressus macrocarpa) y otras arbustivas como el aladierno (Rhamnus alaternus) y madroños (Arbutus unedo). El jardín, situado justo en frente de la hacienda, está elevado sobre el terreno y rodeado por un murete de piedras.

         El interés de la Hacienda de La Jayona es histórico y trae consigo una leyenda. Su nombre proviene del rey moro Jayón a quien hacia el 1488 junto a su hija Erminda, se les apareció la Virgen María (hoy Virgen del Ara) haciendo que se convirtieran al cristianismo. Tras las expulsiones de los moriscos parece que el rey Jayón regresó y pudo refugiarse en lo que hoy es la hacienda.


Alcornoque de El Rincón
Quercus suber


LOCALIZACIÓN
Paraje: Finca El Rincón
Término municipal: Guadalcanal
Espacio Natural Protegido: Parque Natural Sierra Norte de Sevilla
PROPIEDAD 
Privada
CARACTERÍSTICAS MORFOLÓGICAS 
Altura total: 16,00 m Altura del fuste: 0,00 m Perímetro (a 0,00 m): 12,00 m Perímetro en la base: 12,00 m Diámetro de copa: dirección N-S: 23,70 m dirección E-W: 23,00 m Proyección de la copa: 428,12 m2.

         

Singularidad. –

         Este magnífico ejemplar destaca tanto por sus dimensiones como por el porte poco habitual que presenta. Puede decirse que sus ramas principales brotan prácticamente desde una base con una circunferencia que llega a los 12 metros. Así pues, sin fuste apreciable, los perímetros de estos brotes de cepa son de 6,10 y 3,25 metros respectivamente. La rama de mayor diámetro se ramifica inmediatamente en otras dos. De este modo, a simple vista, parece que la copa está sostenida por tres ramas de gran grosor. En cuanto a ésta, de forma aparasolada, tiene una proyección de más de 400 m2 y sus ramas más externas y bajas llegan a tocar el suelo. La edad del Alcornoque de El Rincón se estima en torno a los 400 años.

          Entorno.-

A los pies de la Sierra del Viento se localiza el Alcornoque de El Rincón, junto a una valla que separa dos fincas y cercano a un arroyo temporal afluente de La Jayona. Los olivos (Olea europaea var. europaea) en explotación agrícola, encinas (Quercus ilex subsp. ballota) y otros alcornoques de menor tamaño, son los principales acompañantes en el estrato arbóreo. En el matorral abunda la jara estepa (Cistus albidus) y las zarzas (Rubus ulmifolius).

         En cuanto a la orografía, el terreno presenta una ligera pendiente hacia el suroeste en el sentido del arroyo. El suelo es de tipo intermedio.

 Consejería de Medio Ambiente 

Junta de Andalucía

domingo, 25 de junio de 2023

Los Partistas santiaguistas en Guadalcanal de Alfonso X al siglo XVI (2/4)

 

SEGUNDA PARTE

 Veamos lo que nos dicen los documentos. Se localizan referencias a partistas y letrados ignorantes prácticamente por todo el territorio de la Orden, tanto en la provincia de Castilla como en la de León. Por lo que se refiere a ésta, los focos se situaban en Guadalcanal, donde hallamos tres menciones (1517, 1542 y 1544), en Jerez de los Caballeros (1538), Los Santos de Maimona (1532), el Aceuchal (1540) y Azuaga (1533, 1535 y 1539). En cualquier caso, lo sucedido en esta última villa era un supuesto especial, ya que quien ejercía la abogacía era un clérigo presbítero, el bachiller Francisco Barragán, algo expresamente prohibido por las Ordenanzas de 1495. En la primera queja presentada contra él por Gonzalo Merchán, ejercitando la acción popular, decía que, además de decir misa y administrar los sacramentos, ejercía de abogado, lo que provocaba graves problemas con los labradores, que preferían abandonar la villa por no enfrentarse con él. Era muy rico y tenía una amplia hacienda, tanto de su patrimonio personal como de las capellanías que servía. En efecto, pasados dos años, la situación seguía igual, cuando fue a quejarse otro vecino, Juan García Pulgarín. En esa ocasión parece que el superior eclesiástico de Barragán sí intervino, pero de poco efecto fue, ya que la justicia del partido seguía admitiendo las actuaciones de este singular clérigo-letrado. Hernán García Pulgarín volvió a quejarse de que la justicia toleraba su actuación, a pesar de haber sido suspendido de tales actividades por su prior. (3 Ordenanzas a los abogados y procuradores). Anse de dar al señor obispo de Oviedo. El Rey e la Reyna en Madrid, a 11 de febrero, año de 1495.

Premáticas de los abogados, Valladolid, 1995. El capítulo 18 prohibía a cualquier clérigo de orden sacra abogar delante de jueces seglares, salvo en las causas de las iglesias, en las de pobres y las demás expresamente permitidas. 4 incitativa al prior de San Marcos de León o a su provisor, de 19/03/1533 (AHT, expte. 78.195). Añadía el denunciante: e, acabando de admynystrar los santysimos Sacramentos en la yglesia, se va a las abdiencias ante los alcaldes y escrivanos a debatyr e reñyr los pleytos e tomar quystiones e debates muy feos con los labradores e vezinos de la dicha villa, lo qual paresce mal a todos los que vehen usar de clérigo e letrado, e de cabsa de usar el dicho clérigo el dicho oficio de letrado en la dicha villa ay muy grandes pleytos e debates; para evitar que las personas a las que aconsejaba se concertaren con sus contrarios les hacía jurar que no lo harían sin permiso suyo, a efeto de echar a perder los labradores a quyen él quyere mal; si no respetaban ese juramento, les movía grandes pleitos, e por ser clérigo los dichos labradores no osan faser cosa que al dicho bachiller le esté mal, antes se van e desavezindan de la dicha villa por cabsa de no tener pasyón con el dicho clérigo; los alcaldes ordinarios poco podían hacer, pues, si intentaban algo, Barragán se acogía a su fuero eclesiástico. Incitativa a los mismos (05/05/1535, AHT, expte. 78.221). Decía que ha abogado y aboga en la audiencia seglar, ansy en las causas ceviles como criminales, ansy a favor del acusador como de otras personas, no lo pudieno ny deviendo hazer de derecho, e que demás de lo susodicho, es onbre muy perjudicial a los vezinos y moradores de la dicha villa y muy desasosegado y a su causa y por razón de sus abogacías ay entre los vezinos de la dicha villa enojos y discordias e susceden otros ynconvynyentes y escándalos y que, aunque las partes se quyeren muchas vezes apartar de los pleytos, el dicho bachiller los ynduze y atrahe a que los sygan y que no se concierten por pasyones particulares que tiene y por su propio ynterese.

 Incitativa al gobernador de la provincia de León, a los alcaldes ordinarios de Azuaga y al juez de alzadas de QUINTAS_CHD-24-2017.indd 413 19/9/17 7:19 414 Porras Arboledas, P.A. Cuad. hist. derecho 24, 2017: 411-487 Caso distinto es el que se planteó un año más tarde en el Aceuchal: aquí un abogado, el bachiller Macías, había falsificado una escritura de testamento de su padre, por cuya herencia se litigaba, y había resumido corona por delitos cometidos, de modo que estaba inhabilitado para ejercer la abogacía. Los demás casos detectados en la provincia de León responden a la misma dicotomía de los hallados en la provincia de Castilla: de un lado, los que, sintiéndose suficientemente preparados para ejercer el oficio de abogado, solicitaban ser examinados por la justicia de la provincia a fin de que les diese licencia para abogar, y de otro, los que se quejaban de los que, sin estar formados ni saber derecho, se atrevían a ejercer sin permiso de nadie, causando graves daños a los vecinos que acudían a reclamar sus servicios. Que una de estas últimas quejas tuviera lugar en Jerez de los Caballeros ―en aquella época conocida como «Jerez cerca de Badajoz»― no es nada extraño, toda vez que era una de las dos ciudades que existían en la provincia. Más llamativo es que en la otra ciudad, Mérida, no se plantee este problema, como tampoco en la cabecera política y judicial de la provincia, que se hallaba en la villa de Llerena.

Tal vez porque en esos dos lugares había abogados letrados a quienes acudir. En el caso de Jerez fue Gonzalo Hernández Lanzarote quien ejercitó la acción popular para denunciar a su convecino, Álvaro Gómez Campanón. Tras las dos ciudades y la villa que acabo de mencionar, las villas de más peso en la provincia eran la Fuente del Maestre, Usagre, Ribera y Los Santos de Maimona. En ésta última fue Íñigo Rodríguez quien reclamó licencia para abogar; su solicitud es bien indicativa de lo que estaba dicha encomienda (28/02/1539, AHT, expte. 78.266). Decía que, estando suspendido que el bachiller Barragán, clérigo presbítero, para que no usase de oficio de abogado y estando proybido por leyes e premáticas de nuestros Reynos que no admytáys a ningund clérigo ningund escripto ny petición ny otros abtos que como abogado faga ningund clérigo de mysa, diz que admitís e recebís los escriptos e peticiones e abtos quel dicho bachiller como abogado faze, so color e diziendo que los firman las partes, aunque los ordena e faze el dicho bachiller, e que para los fazer los escrivanos le dan y entregan los procesos en que quyere abogar, como a letrado conoscido, lo que era muy perjudicial y podría causar problemas, porque con ser el dicho bachiller abogado dize e faze lo que por bien tiene, diziendo que por ser clérigo no será castigado. 7

Incitativa al gobernador de la provincia de León o a su teniente y a los alcaldes ordinarios del Aceuchal, a petición de Pedro González, vecino de la villa (19/02/1540, AHT, expte. 78.302), diziendo que, syendo avogado el bachiller Macías, vezino de la dicha villa, en un pleyto que se tratava sobre la herencia de Catalina Gonçales, suegra de Rodrigo Macías, su padre, e tinyendo el proceso de la dicha causa el dicho bachiller en su poder como tal abogado, en un auto qu’estava en el dicho proceso, por el qual el dicho Rodrigo Macías acetava la herencia de la dicha su suegra, no aviendo en el dicho auto más de solamente la dicha acetación, syn condición alguna, puso e añadió el dicho bachiller en el dicho auto que acetava la dicha herencia con beneficio de ynventario, e que en lo susodicho el dicho bachiller avía cometido falsedad, e que, ansy mismo, aviendo resumydo corona por delitos que cometió, ha usado e usa del dicho oficio de avogado e que por los dichos delitos avía sydo condenado en ciertas penas, como constaba por una sentencia que presentaba, pasada en cosa juzgada, pero no ejecutada.

Resumir corona o tonsurarse era recibir órdenes menores, de modo que el reo escapaba a la acción de la justicia ordinaria para situarse en la esfera de la eclesiástica, más benigna; era un expediente usado habitualmente en esta época para evadir la jurisdicción real. Las ordenanzas de la Chancillería granadina recogen en su título quinto las previsiones sobre estos clérigos de órdenes menores (Ordenanças de la Real Audiencia y Chancillería de Granada, Granada, 1601, libro primero, fol. 27r-33v). 8 Incitativa al corregidor de Jerez o a su teniente (10/12/1538, AHT, expte. 78.264): Campanón era procurador de causas, abogaba públicamene y firmaba los escritos como letrado, lo que era muy perjudicial, por los herrores que diz que faze haziendo entender que puede avogar como letrado. Al menos, así se considera en las relaciones preparadas en 1544 a la hora de crear regidores perpetuos en los distintos lugares; en estas cuatro villas se consideraba que con la venta de esos oficios se podrían obtener 180 ducados en cada una (anotación de junio de 1544, AHT, expte. 78.330). QUINTAS_CHD-24-2017.indd 414 19/9/17 7:19 Porras Arboledas, P.A. Cuad. hist. derecho 24, 2017: 411-487 415, sucediendo por todas partes en el Reino: en la comarca apenas había letrados debidamente titulados y los que había llevaban honorarios excesivos para lo acostumbrado por la mayoría de la población, de modo que preferían acudir a sus consejeros tradicionales, aunque no hubieran pasado por la Universidad, con tal de que les ayudasen a resolver sus problemas, de un modo más económico. Naturalmente, el partista se ofrecía a rendir examen de sus conocimientos ante el gobernador provincial.

Que Guadalcanal sea la villa que más testimonios haya dejado de esta problemática no tiene nada de particular, habida cuenta del engrandecimiento que sufre tras el descubrimiento de América; buena parte de los caldos que se exportaban a las nuevas colonias castellanas procedía de los viñedos de esa villa. Muy tempranamente fue Juan Franco, quien denominándose abogado y partista, pidió se le renovase la licencia que le había concedido para abogar el antiguo alcalde mayor de la provincia, el Lcdo. Juan de Guzmán, años atrás. Pasados los años, sería Gonzalo de Ortega quien volvería a reclamar esa licencia, pues ―como se decía habitualmente― era hábil y suficiente para el oficio, tenía mucha experiencia en el foro, donde había ayudado en pleitos de huérfanos y viudas, y los anteriores gobernadores, sabedores de su competencia, le habían concedido dicha licencia; avalaron su petición siete personas, incluyendo los dos alcaldes ordinarios, un regidor y el alguacil de la villa. Naturalmente, los letrados que progresivamente se iban incorporando a sus labores profesionales en las distintas localidades veían con muy malos ojos esta competencia, que, cobrando derechos más económicos por sus servicios, les quitaba una parte importante de su clientela potencial. Esto fue lo que alegó poco después el bachiller Antón Ruiz de Ortega, pariente tal vez del anterior partista.

Bastante mejor informados estamos de lo que ocurría en aquellos años en la provincia de Castilla, si bien esos datos no vienen a añadir grandes cosas a lo ya sabido; si acaso mencionar que los documentos conservados abundan en quejas y las dos únicas peticiones de licencia existentes pueden encuadrarse en la rivalidad existente entre partistas y nuevos letrados recién llegados a dos de esas villas. En cualquier caso, como 10 Incitativa al gobernador de la provincia de León o a su teniente (13/09/1532, AHT, expte. 78.189), el solicitante expuso que en la dicha villa y en las otras de su comarca ay pocos letrados para que ayuden en los pleitos e cabsas de los vezinos dellas, e los que ay llevan por los escritos que hazen más de lo que pueden pagar los que poco tienen, a cuya cabsa las personas que pleitean reciben mucha fatiga e sobre poca cosa gastan e pierden sus haziendas, e que, porqu´él diz que tiene yspirencia en negocios e los sabe bien g[u]iar e ayudar a las partes que los siguen, me suplicava e pedía por merced le diese licencia e facultad para faser escritos e ayudar e las personas que se le encomendasen en qualesquier pleitos e cabsas, ceviles e criminales, mandándole primeramente esaminar para ello. 11 incitativa al gobernador de la provincia de León o a su teniente (19/01/1517, AHT, expte. 78.001): Juan Franco, vecino de Guadalcanal, abogado y partista, oficio que desempeñaba desde 12 años atrás, habiendo visto y estudiado las leyes de Partidas e de hordenamientos e fueros e premáticas e leyes capitulares de la dicha Orden, teniendo mucha experiencia y habiendo recibido permiso para actuar del Lcdo Juan de Guzmán, alcalde mayor de la provincia. 12 Incitativa al gobernador de la provincia de León o a su teniente (28/04/1542, AHT, expte. 78.304). 13 Incitativa a los alcaldes ordinarios y de la Hermandad, presentes y futuros, para que vean las ordenanzas de los abogados y las cumplan (29/04/1544, AHT, expte. 78.328): expuso que, estando como está proyvido por leyes e premáticas destos Reynos que nynguna persona no pueda abogar en pleitos, salvo los que fueren graduados en Estudios Generales o tuvieran licencia mya para ello, diz que, contra el tenor e forma de lo susodicho, algunas personas, vezinos de la dicha villa han abogado y [a]bogan en los pleitos e causas que se han tratado e tratan en ella, por cuya causa se ha seguydo y esperan recrescer muchos daños e otros ynconvinyentes a los litigantes, e que para los evitar de aquy adelante me suplicava os mandase que no rescibiésedes nyngún escripto de los que ante vos se presentaren, salvo los firmados de letrados graduados. QUINTAS_CHD-24-2017.indd 415 19/9/17 7:19 416 Porras Arboledas, P.A. Cuad. hist. derecho 24, 2017: 411-487 se ha visto en el caso de Juan Franco, los partistas alegaban un buen conocimiento del código de las Siete Partidas, de los ordenamientos ―es de suponer que se referían al contenido del Ordenamiento de Montalvo―, las reales pragmáticas —seguramente a través de las ediciones de Juan Ruiz de 1494 y de Miguel de Eguía de 1528—, los fueros ―también es de pensar que se refieren al Fuero Juzgo y al Fuero Real y, tal vez, a los fueros locales de la villa y alrededores―y, probablemente, la fuente de mayor utilidad, los Establecimientos capitulares de la Orden de Santiago.

Por otro lado, debe tenerse en cuenta que no siempre peticionarios o descontentos se referían a estos abogados no universitarios como partistas, aunque parece evidente que en todas las ocasiones están pensando en personas de las mismas características. La distribución geográfica de estos datos es bastante previsible: en el partido de Mancha y Ribera de Tajo se conservan sendas menciones en su capital política y judicial, Ocaña; ambas van dirigidas contra el escribano público Miguel Sánchez de los Tocados, que fue denunciado primero en 1519 por Fernando Navarro y tres años más tarde por Juan de La Guardia. Lástima que no se conserve la provisión mencionada. A la altura de 1524 consta un Dr. Lillo activo en dicha villa, que tuvo problemas con la justicia con motivo de la posesión de su grado universitario. También en Santa Cruz de la Zarza, cabeza de otro de los comunes que formaban el partido, se produjeron quejas similares; en este caso presentadas por el fiscal de la Orden y comendador de la villa, Jaime Boty. Pero es en Uclés, cabeza de otro de los antiguos comunes y sede en esa época de una alcaldía mayor (hasta 1537), donde encontramos mayor número de datos, que relata. La editorial Lex Nova de Valladolid reeditó en 1991-1992, con introducciones de mi autoría, tanto La Regla y Establecimientos de la Cavallería de Santiago del Espada, con la historia del origen y principio della (Madrid, 1627), como la Copilación de las Leyes Capitulares de la Orden de la Cavallería de Santiago del Espada (Valladolid, 1605), compuestas por el Lcdo. don García de Medrano, miembro sucesivamente de los Consejos de Justicia y Órdenes. Porsu parte, como se verá, los Miguel del Campo de Criptana presumían de conocer tanto las Leyes Capitulares de la Orden como las ordenanzas municipales de la villa y del resto del partido. 15 Ya hemos visto llamarse a sí mismo partista a Juan Franco en Guadalcanal; por su parte, en la provincia de Castilla utilizarán esa denominación en las quejas presentadas en Ocaña, Santa Cruz de la Zarza y Uclés, así como en la petición de licencia del Campo de Criptana. 16 Espuso que el Consejo había librado provisión ordenando que ningúnd partysta abogase, so cierta pena; que el Dr. Pedro Díaz, alcalde mayor que fue del partido, le mandó que no abogase ni hiciese escritos, so ciertas penas, lo que Miguel consintió; a pesar de todo ello, este escribano usaba oficio de abogado y hacía escritos en pleitos y negocios. Navarro, como uno del pueblo, lo denuncia para que se proceda contra él como se hace contra todos los otros que no son letrados graduados (incitativa al gobernador de la Mancha o a su teniente, 16/05/1519, AHT, expte. 78.029). 17

Fuentes: Los Partistas santiaguistas (1517-1544) y algunas provisiones especiales de la Chancillería de Granada: cartas de omezillo, de guía y aposento y de galeotes. (Pedro Andrés Porras Arboledas). Libro de partistas de Alfonso X. y Archivos históricos de Tentudía.

lunes, 19 de junio de 2023

Guadalcanal, villa conquistada y reconquistada

 

El rey San Fernando dio Guadalcanal a la Orden de Santiago

Historia es, desde luego exactamente lo que se escribió, pero ignoramos si es lo que sucedió.
Enrique Jardiel Poncela

    La situación privilegiada de la villa unida a la riqueza de minerales en sus tierras hizo que a lo largo de la historia fuese una zona estratégica y campo de conquistada y reconquistada por diferentes culturas.
    Este trabajo será centrado en la Guadalcanal musulmana, que se extiende desde primeros del siglo VIII de nuestra era y máximo esplendor árabe en la península ibérica, sus demonios eran completos con el califato de los Omeya, excepto la parte de la cornisa cantábrica de dicha península. El llamado Reino de Asturias, que debido a la orografía y su organización militar aguantó el envite.
    Alertados los invasores por su riqueza minera invadieron por primera vez la villa sin encontrar resistencia, esta invasión duró un largo periodo de casi seis siglos, hasta que finalmente, en el año 1241 fue conquistada definitivamente para el Reino de Castilla y León integrándose en la provincia de León de Extremadura por los Caballeros de la orden de Santiago, a los que Fernando III de Castilla les había encomendado la reconquista desde Mérida hasta la Sierra Morena, capitaneados por el maestre Don Rodrigo Iñiguez, arrebatando al gobernador árabe Axafar que era caudillo de Sevilla.
    Antes si quiero hacer una reseña sobre sus posibles origines, pobladores y vicisitudes hasta llegar al periodo de los siglos X al XIII.
    Después de la famosa batalla de Simancas ocurrida en el 939, cuando el rey Ramiro II de León infringió una severa derrota al califa de Córdoba llamado Abd Al-Rahman III, más conocido como Abderramán III. En esta época la llamada Hispania que instituyeron los Romanos se reducía a los reinos de Navarra, Condados Catalanes y el antiguo Reino de León que abarcaba también Gallaecía (Galicia) y Asturias y se extendía hasta la cuenca del río Duero. El resto de la península y separada por una franja hostil y desértica de estos reinos por la llamada “Tierra de Nadie”, se extendía el territorio musulmán de Al-Ándalus.
    Posteriormente a esta batalla empezaron las escaramuzas de los llamados reinos cristianos y paralelamente el intercambio de embajadas y delegaciones entre ambos bandos para acordar diferentes treguas en la frágil paz de ambos feudos. Así en el año 1061 Sancha I de León, hermana y sucesora en el trono de Bermudo III y esposa de Fernando I de León (llamado El Grande), preparó una gran delegación que salió de Tuy por la llamada Ruta Mozárabe con el pretexto de negociar la devolución de las reliquias de algunos mártires cristianos de Córdoba.
    Esta delegación regida por el poderoso prior del monasterio benedictino de San Julián de Samos, el abad Regmundo Melquiades Meléndez descendiente de la reina Sancha I acompañado de nobles, caballeros, clérigos, mercaderes y una escolta formada por dieciocho militares, la mayoría de ellos aguerridos soldados llamados de fortuna, salieron de la localidad gallega el día de Pentecostés y llegaron a Illerina (Llerena) en el otoño del año de 1063, hospedándose en la casa que los Benedictinos poseían en poseían esta villa. Aquel año fue muy lluvioso y decidieron hacer una parada en la localidad extremeña hasta que el tiempo mejorase para seguir su camino hasta Córdoba. Durante la estancia en la localidad vecina algunos integrantes de la delegación en compañía de los mercaderes visitaron las localidades próximas, de la sierra morena (entre ellas nuestra villa) para negociar con productos como lanas, vinos y minerales.
    Iniciada la primavera del año de 1064 y con ella la mejora del tiempo, la delegación emprendió su camino hacía Córdoba haciendo parada en la localidad de Guadalcanal, prospera localidad que se encontraba apenas a 6 leguas y medía para aprovisionarse de vino y otras viandas y proseguir el camino, montaron el improvisado campamento en el puerto de Illerina (Llerena), frontera natural, que apenas distaba a un cuarto de legua de las murallas que protegían la villa. De pronto, en la quietud de la noche de luna llena, las huestes del monarca Fernando I el grande, rey de Casilla y León irrumpieron procedentes de Extremadura arrasando y conquistando cuantas tierras moras encontraban. Al alba de aquel glorioso día, tomaron Guadalcanal para la causa cristiana, dejando un retén capitaneado por un lugarteniente del Conde Ramón Garces y una pequeña, cansada y mal pertrechada tropa de apenas treinta hombres.
    Lamentablemente, apenas unos meses más tarde, las villas de Guadalcanal y limítrofes, incluidas Reina, Llerena y Azuaga fueron conquistadas nuevamente por los musulmanes.
    Hacía el año 1072 igualmente el Rey Alfonso VI de León apodado “El Bravo” e hijo de Fernando I, en sus constantes contiendas contra los musulmanes, realizó sendas incursiones sobre el reino de Sevilla, atravesando el puerto de Guadalcanal desde tierras extremeñas y tomando la villa para el bando cristiano, sin embargo, ese dominio duró muy poco y sus tropas fueron expulsadas por Jussef Abu-Jacub, volviendo a ganar la villa para el bando musulmán.
    Durante la siguiente centuria, Guadalcanal conoció diferentes escaramuzas e intentos de recuperarla por las huestes cristianas con poco éxito. Fue en 1185 cuando el rey Alfonso VIII de Castilla, apodado “El Noble”, cuando realizó una importante campaña militar sobre tierras extremeñas y andaluzas, partió de Toledo con un numeroso y aguerrido ejército castellano, atravesando Talavera y conquistando Trujillo y la zona de La Serena, consiguiendo también conquistar Berlanga, Valverde y Guadalcanal, paso obligado para atravesar la Sierra Morena y llegar a la ciudad de Sevilla, objetivo prioritario de su incursión.
    Relatan los historiadores que unos meses después Alfonso VIII y su ejército regreso victorioso y descansó en la villa de Guadalcanal. Una vez repuestos sus hombres, se dirigieron a Reina, cuya fortaleza seguía en poder de los musulmanes, siendo su castillo o alcazaba el mayor de la región, después de días de constante asedio le puso cerco y lo tomó por combate.
    En el año de 1231, Guadalcanal y Reina volvieron a ser reconquistadas por los musulmanes, Las razones de las continuas conquistas y reconquistas de ambos lugares, se deben, por una parte a considerarse de gran valor militar, ya que eran enclaves fronterizos para la defensa militar de los dos poderosos territorios, árabes y cristianos, siendo muy disputados y defendidos a sangre y fuego, por otro lado, Guadalcanal era rico en yacimientos minerales, de gran necesidad para pertrechar ambos ejércitos.
    Nuevas incursiones musulmanas volvieron a conquistar aquellos enclaves estratégicos, pero diez años después, en el año 1241, hubo un punto de inflexión que cambió para siempre la historia de Guadalcanal, fue conquistada por los caballeros de la Orden de Santiago, que fue la orden religioso-militar que llegó a ser la más importante que existió en la Península Ibérica.
       La reconquista final se fraguó reinando Fernando III el Santo Rey de la España cristiana. En la ciudad de Mérida en el año de 1239, cuando la Orden celebró un capítulo general, presidido por Rodrigo Íñiguez, el que fue el XV Maestre de la Orden. Donde se acordó conquistar las plazas importantes que aún quedaban en el sur de la fortísima Extremadura en poder de los árabes.
    El Maestre don Rodrigo Íñiguez de Montalbán juntó a todos los caballeros de su Orden disponibles en la zona, acompañados por el Comendador don Rodrigo de Valverde, don Juan Muñiz de Gogoy, comendador de Extremera, don Lope Sánchez de Porras, trece de la Orden; el comendador don Hernán Meléndez, don Rodrigo Yañez, comendador de Almoguer y Albar Martínez de Aibar o Ibarra, comendador de Mora, con sus tropas leales y una gran cantidad de experimentados individuos a sueldo, salió de la ciudad de Mérida con la alta moral de la tropa y la fiel actidud de los caballeros de la Orden para hacer la guerra y conquistando cuantos lugares, castillos y pueblos que encontraban en un recorrido triunfal, entre los que hay que destacar enclaves tan importantes como Tierras de Barros y La Serena, o ciudades como Zabra, Almendralejo, Usagre y Llerena.
    Llegaron al castillo de Reina, pero no lo pudieron conquisar por su gran fortaleza y resistencia, por lo que decidieron desistir después de varios días de asedio continuo y poner sitio a Guadalcanal. En abril de 1241, consiguiendo la rendición y entrega de la villa por su mando el gobernador Axafat, que la defendía la villa en nombre de Abul-Hasan, que era caudillo de Sevilla, siendo el más notorio y poderoso mando musulmán en la frontera de tierras cristianas hasta este año.
    Fue bendecida la reconquista por el obispo de Coria Jaime Sanguineto, que venía acompañando al Gran Maestre y sus tropas.
    Con esta importante conquista quedaron las huestes invasoras muy mermadas en sus ejércitos y minada su moral para acometer una nueva reconquista. La cruzada, continuando el asedio cristiano, y viendo que, en el año 1246, se rindió la importante ciudad de Carmona a las tropas del Rey Santo, sin gran oposición y fueron a ofrecerle vasallaje los resistentes de Reina y Constantina, con lo que, a esa fecha, quedó definitivamente la región extremeña expedita de musulmanes y adherida a tierras de Castilla y León y Al-Ándalus.
    Guadalcanal en 1248 pasó a pertenecer al señorío de la Orden de Santiago, "El rey San Fernando dio Guadalcanal a la Orden de Santiago e las demás tierras de la conquista y desde, entonces tomó por arma un canal y dos dagas á los lados y así su escudo hoy las usa. (Carrasco, 1988)”. Incorporada a la extensa provincia de León de Extremadura.
    En 1253 fue hecha cabeza de Encomienda, “que rentaba 36151 reales de vellón” por Pelay Pérez Correa. Pasando a depender su iglesia al Monasterio de Santa María de Tentudía, dependiendo del priorato de San Marcos de León, con sede judicial en Llerena
    Hay también noticias de un contingente judío que, después de la reconquista, poblaba el barrio de Santa Ana y la Morería. Y en la visita canónica de 1494 consta que tenía sinagoga, (situada, por cierto, en el ejido de El Coso).

Hemerotecas

Rafael Spínola Rodríguez