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sábado, 18 de enero de 2025

Luis Chamizo y Guadalcanal, dos vías paralelas

 

 ...Es un castúo de ondas raíces extremeñas que ha sembrado su germen literario, profesional y fa­miliar en la Sierra Morena Sevillana...

            La vida de Luis Florencio Chamizo Trigueros estu­vo vinculada a Guadalcanal por un largo periodo de su vida, Sobre esta época, hacemos una recopilación de datos que nos introducen en la vida y obra de este guarañense, que destacó en la primera mitad del siglo XX y dejó su legado como abogado, político, poeta y dramaturgo.

            Luis Chamizo nació en el seno de una familia humilde de Guareña, donde el padre tenía una tejera y se dedicaba al oficio de la alfarería, oficio que con inteligencia y tesón habría convertido al cabo de al­gunos años en un próspero negocio al modificar las líneas convencionales de las tinajas para el vino y con­vertirlas en cilindros, mucho más práctico a la hora de aprovechar los espacios de las bodegas.

            Tras cursar su primera enseñanza en Gua­reña, se trasladó posteriormente a Madrid para co­menzar sus estudios y posteriormente se trasladó a Sevilla donde cursó bachillerato y estudios de Perito Mercantil, a la muerte de su padre en 1918 se trasla­dó a Guareña para hacerse cargo del negocio familiar, Posteriormente, se doctoró en Derecho en la Univer­sidad de Murcia a los 24 años, licenciatura que había en la Universidad Central de Madrid.

            Su padre, Joaquín Chamizo Guerrero, natural de Castuera, se estableció siendo muy joven en la veci­na localidad de Guareña, donde se casó con Asunción Trigueros Bravo, formaron una familia humilde esta­bleciéndose en la localidad materna de Guareña. De este matrimonio nació Luís Chamizo Trigueros el siete de noviembre del año 1894. Joaquín un hacendoso emprendedor, trabajó en una tejería, y se dedicaba al oficio de alfarero, arte que revolucionó en la fabricación de tinajas principalmente para el vino y el aceite.   Esta profesión y la venta del producto elaborado por la comarca, le hizo establecer amistad con Gandida Gordo de Guadalcanal, uno de sus mejores clientes.

            La primera conexión de Chamizo con nuestro pueblo se remonta al verano del año 1921, el mismo año que escribió su obra "El miajón de los castúos” En este año, falleció Cándido Gordo y se trasladó a Guadalcanal a asistir a las exequias en representación de su padre, fallecido tres años antes. Aquí conoció a Virtudes Gordo Nogales, hija del cliente y amigo de la familia, casándose el 18 de febrero del 1922 con ella en la Iglesia de Santa María de la Asunción de Guadalcanal. De este matrimonio, nacieron cinco hijas.

            Después de su matrimonio se trasladó a Guadalcanal viviendo en la casa familiar de su esposa, en el número 6 de la calle San Bartolomé (actualmente
Costaleros y donde una placa colocada por el Ayuntamiento en 1994 recuerda el centenario de su nacimiento).
Durante su periodo de estancia en nuestra
localidad, siguió cultivando sus verdaderas aficiones, el estudio, la música, la lectura y continuar escribien­do, dedicado a la administración de los negocios de
su esposa, una bodega frente a la casa que habitaba, en la que Chamizo instaló en la puerta dos grandes tinajas en forma de cono y a las dos fincas familiares,
ubicadas en el término de Cazalla, complementando estas actividades con la representación de vinos y al­ alcoholes y la empresa familiar de alfarería de Guareña.
            En estas fincas, "La Castaña" (conocida popularmente como "La Catana") y "El Burgalés", Luís Chamizo pasaba largas temporadas en ellas, que, de Hecho, están muy próxima, una de otra.

            Pasó con su familia gran parte de la guerra civil en El Burgalés, cuando vino a refugiarse de la contienda desde Guareña. En los inviernos y coin­cidiendo con la recogida de la aceituna, daba clase y complementaba los estudios de los hijos de las familias jornaleras que pasaban el periodo de actividad en las fincas, durante el tiempo conocido como "dómia". Aún se conservan el perfecto estado, las tinajas que en principio contenían el famoso vino de Guadalcanal, y que, tras la filoxera, se dedicaron al almacenaje del aceite que se producía con la recolección de la aceituna.

            También hemos podido ver en una visita reciente a esta finca, la mesa donde Chamizo pasaba mucho tiempo, com­poniendo sus poesías y un mueble aparador. Desde aquí queremos dar las gracias a su actual propietario, Manuel Pinelo, por las facilidades dada para visitar el cortijo.

            Igualmente, eran frecuente en esta finca las llamadas "reuniones literarias", en una de estas, cono­ció a Carlos Rein Segura, malagueño, ingeniero agró­nomo y político, desempeñó funciones en la Junta de colonización y Repoblación en la colonia agrícola del Galeón en el término municipal de Cazalla de la Sie­rra, fue alcalde de ésta durante el periodo de 1924 a 1926, asimismo, fue elegido ministro de Agricultura en la dictadura de Franco. Carlos Rein en una entre­vista en el diario ABC en el año 1926, dijo de su amigo Chamizo: "... Es un castúo de ondas raíces extremeñas que ha sembrado su germen literario, profesional y fa­miliar en la Sierra Morena Sevillana..."

            También se reunía con amigos, entre ellos Fe­derico García Lorca y otros poetas de la zona, como el médico de Cazalla de la Sierra, José María Osuna Jiménez

            No era Chamizo un hombre especialmente dotado para los negocios y administrador de la ha­cienda familiar, a pesar de sus estudios mercantiles, Su carácter bohemio, literario y las largas ausencias de Guadalcanal, hizo que realmente fuese su esposa la que administraba, Virtudes controlaba los gastos y se dedicaba personalmente a contratar personal domés­tico y jornaleros en la época de cosecha. Era una mujer de gran cultura y entusiasta de los viajes, estudió en Sevilla idiomas y aprendió a tocar el piano.

            La segunda faceta que conocemos de Luis Chamizo en Guadalcanal es la política local durante la dictadura de Primo de Rivera, si bien fue una faceta poco fructífera y no una elección voluntaria, nombra­do concejal el 1 de marzo de 1924, siendo alcalde Da­niel Muñoz Vázquez y sustituyendo a este el 7 de abril de este mismo año como primer edil. Él continua con su actividad académica y contantes ausencias de la lo­calidad, siendo designado académico de la Real Aca­demia Sevillana de las Buenas Letras, coincidiendo en esta estepa con Antonio Muñoz Torrado, guadalcanalense y que ejercita de primer secretario. Solicito va­rios permisos o excedencias municipales y se ausentó repetidas veces del pueblo para atender sus negocios en Guareña y viajes a Sevilla para cumplir como aca­démico y reuniones literarias, quedando como alcal­de en funciones Daniel Muñoz. Finalmente, cesó de sus funciones municipales el 4 de septiembre del 25, siendo sustituido después de 515 días por Daniel Mu­ñoz Vázquez hasta terminar la legislatura en mayo de 1927.

            Por último, queremos fijarnos en la faceta lite­raria que cultivó en Guadalcanal, donde se encuentra parte del legado en su despacho-biblioteca de la casa familiar, escribiendo varias de sus obras, dos de ellas aun inéditas. Entre estas obras destacamos "Las Bru­jas", que fue representada el 31 de enero en el teatro Cervantes de la ciudad hispalense y en la noche de 10 de octubre de 1930 en Madrid, un mes después en el teatro López de Ayala de Badajoz, entre otros, así mis­mo, en Guadalcanal fue representada con carácter lo­cal en un recinto situado frente al Paseo de El Palacio, conocido popularmente como "Trespalacios", lugar en el que en los meses de veranos se instalaba un cinema­tógrafo y se exponían obras de teatro y actuaciones de variedades.

            Como hemos mencionado anteriormente, eran frecuentes las reuniones literarias que se organi­zaban en las fincas de la familia o en otras de los pueblos cercanos a los que era invitado. En el año anterior a establecerse en nuestro pueblo, fue reconocido su gusto por la poesía regionalista extremeña, obteniendo gran reconocimiento con la publicación de "El Miajón de los Castúos" libro en el que refleja la esen­cia del pueblo extremeño, saboreando las mieles del éxito en Guadalcanal cuando apenas contaba con 24 años.    .,

            Durante la época que vivió en Guadalcanal colaboró en periódicos y revistas, queremos destacar una poesía titulada "Los héroes sin gloria", que publi­có en la revista “El comercio de Guadalcanal" en 1928:

I

Oh, los héroes sin gloria;

los héroes del martillo y del arado;

los que nunca tuvieron más amigos

que el Dolor, la Miseria y el Trabajo!

Los que nacieron en jergones duros

y se nutrieron de los senos flácidos;

los que al abrir los ojos a la vida

no encontraron sonrisa, si no llanto.

Los que no protestaron del Destino;

los que nunca mintieron ni adularon,

y a fuerza de decir la verdad siempre

se hicieron hombres libres, siendo esclavos.

¡Oh, lo héroes sin gloría;

los buenos, los humildes, ¡mis hermanos!

Los que sufren y rezan y trabajan

con sonrisas muy dulces en los labios!

II

La vieja aristocracia, sin torneos,

sin cruzadas, sin moros, sin vasallos,

se muere de nostalgia en los salones

de sus viejos palacios.

La vieja aristocracia nos mantiene

las flores enfermizas del pantano:

pereza, laxitud, desdén, abulia,

modorra, languidez, esplín, cansancio...

de vivir eternamente,

sin tregua ni reposo descansando!

los nietos de aquellos

invencibles guerreros hijosdalgos!

Respetad los archivos donde yacen

los viejos pergaminos olvidados.

Aún hay trincheras que ganar.

La Patria también hoy necesita vuestro brazo.

Rasgad en submarinos el misterio

del vientre colocal del Océano.

Dominad cual cóndores las alturas

En vuestros dirigibles y aeroplanos.

Pero dejad la tierra a los humildes

hijos de la Constancia y del Trabajo:

que lleguen a ser dueños de talleres

y lleguen a labrar sus propios campos.

III

¡Oh, los héroes sin gloria;

los héroes del martillo y del arado;

los que nunca tuvieron más amigos

que el Dolor, la Miseria y el Trabajo!

Los que pobres nacieron (vivieron) y murieron

porque nunca mintieron ni adularon;

los que en lucha continua con el hambre,

llevan dulces sonrisas en los labios.

Los que todo lo sufre con paciencia

y todo lo soportan resignados.

¡Oh, mis héroes sin gloría: los humildes!

Trabajar, esperar; y al fin, hermanos...

            Una vez terminada la guerra civil, la familia se trasladó a Madrid, donde fijó su residencia, allí desem­peñó un cargo en el Sindicato de Espectáculos, consi­guiendo un sueldo del estado que, unido a las rentas de su negocios y fincas de Guareña y Guadalcanal, le permitió vivir desahogadamente. Si bien conservó la casa familiar de en la actual calle Costaleros de Gua­dalcanal, donde viajaba con la familia en varios perio­dos del año y aún se conserva su despacho-biblioteca, muchos muebles y recuerdos de aquella época.

Publicado en el libro homenaje Luis Chamizo el año del centenario Guareña-Guadalcanal 2021/2022

Autor. - Rafael Spínola Rodríguez

sábado, 11 de enero de 2025

Guadalcanal Monumental 10


La Almona

         El edificio conocido como La Almona fue origen la casa del bastimento del Maestre de Santiago. En un viejo escrito del siglo xv se dice que «tiene una escalera por don­en suben las bestias el pan a la sala alta». Un albañil que fue llamado para tasar las obras, dijo «hay que reparar las tapias de piedra… y hacen falta cuatro mil e quinientos ladrillos, arena y cal.» Había un madero quebrado en el techo, y las puertas estaban podridas siendo necesario recorrer el tejado, este era el bastimento del trigo, pues había otra casa de los lagares del Maestre para bastimento del vino.

            Almona viene del árabe dar al muna, «casa de las provisiones», y así vemos que pro­visión y bastimento viene a ser lo mismo. Antiguamente, se llamaba así a una casa, fábrica o almacén público, un almacén de jabón o de otras mercancías. También en Andalucía era sinónimo de jabonería.

La antigüedad del edificio no se conoce con exactitud, pero se sabe que el Maestre Lorenzo Suárez de Figueroa hizo las casas y bastimentos de Llerena, Guadalcanal y de la Fuente del Maestre entre 1387 y 1409. Actualmente es descendiente suyo D. Alfonso de Figueroa y Melgar, duque de Tovar y Grande

De España que se ha interesado por las cosas de Guadalcanal y es buen amigo mío.

            Siguiendo con la historia de La Almona, encontramos en nuestro pueblo, en el verano de 1494 a D. Fadrique Enríquez de Ribera, tomando posesión de la encomienda que le habían concedido D. Alonso de Cárdenas, año en el que consta ya el convento de San Francisco fundado por su tío, pues D. Fadrique era bisnieto del almirante Alonso Enríquez, que nació en Guadalcanal a mediados del si­glo XIV. Las almonas del Arzobispado de Se­villa pertenecían a la familia de D. Fadrique, encargándose éste de su explotación, y en 1512 inicia la compra de otras, por lo que ca­be suponer que sería por entonces cuando en­tra en el pueblo la tradición de la jabonería. El jabón, que era blanco y duro, se hacía co­ciendo en aceite, en unas calderas, cenizas de hierba de almarjos. Se sabe que los montes de Cazalla y Guadalcanal bajaban los carros con capachas de aceitunas, cenizas y plantas para la almona que Sevilla tenía cerca de Chapina.

            También arranca de D. Fadrique el que se diese al Hospital de la Sangre de Sevilla la mitad del diezmo de trigo, cebada y vino de la encomienda. El origen fue como sigue: existiendo desde antiguo en Sevilla numero­sos hospitales para pobres, construidos por los gremios, cerca de cien, en estado precario, se deseaba unificarlos. Para remediarlo su madre, Dña. Catalina de Ribera, obtuvo bula para erección de un hospital en 1493, y que estuvo situado primitivamente frente a Santa Catalina. En su testamento donó cuantiosos caudales para construir en la Macarena un gran hospital, con el nombre de Hospital de las Cinco Llagas, llamado después de la San­gre, que fue el mejor de Europa en su tiempo y al que su hijo ayudó.

            El Hospital de la Sangre tenía en Guadal­canal una casa-fábrica de jabón y una bode­ga, y un administrador, que vivía en el pue­blo. En otro lugar se cita la renta de su bode­ga y graneros. El diezmo del trigo para di­cho hospital eran 300 fanegas a 20 reales ca­da una. El de cebada, 450 fanegas a 10 reales. El del vino, 80 arrobas a 52 reales. Otro tanto era para la encomienda. El beneficio cu­rato de Santa Ana cobraba 579 reales y 2 maravedíes del Hospital de la Sangre como par­tícipe de diezmos.

            En el año 1758 encontramos a Juan Gordón El Menor arrendando el jabón de la en­comienda de Guadalcanal. La tradición de la jabonería siguió existiendo en nuestro pueblo, pues en el siglo pasado consta una fábrica de jabón y aún en este siglo la hemos conocido.

            Descripción de La Almona: Es una cons­trucción de planta ligeramente trapezoidal he­cha con piedra de sillería. Consta de dos plan­tas, formadas cada una de ellas por una nave con cubiertas de entramado de madera soste­nida la de la baja por arcos apuntados que arrancan del pavimento, formando a modo de contrafuertes interiores. El tejado es a dos aguas y está sostenido por pilares alineados en el eje central de la nave. Esta segunda plan­ta tiene acceso directo mediante una rampa exterior a la fachada y apoyada en el muro. Las puertas de ambas plantas se superponen en el centro de dicha fachada; la de la planta baja es un arco apuntado de escasa altura que apea en impostas constituidas por un toro y una gola. La puerta de arriba, precedida de un porche sostenido por pilares de ladrillos, es también de arco apuntado, más peraltada que la inferior, sobre sencilla moldura de cuarto bocel. El edificio recibe la luz por es­trechas saeteras, algunas de las cuales han si­do ensanchadas con posterioridad a la primi­tiva edificación, que, por sus características, especialmente por la proporción de los arcos, cabría colocar en fecha bastante remota, quizás en la primera mitad del siglo XIV, según los expertos. Hace unos años estuve visitándola y vi una lápida muy antigua, la izquierda de la puerta de arriba, escrita en caracteres góticos, que todavía no tengo cifrada del todo, y que parece decir: “UBO A DIOS FUE ACABADA ESTA CASA A MANDO LABRARLA DONDE BOO SOOMMM DE PAZ”.

            No quisiera dejarme en el tintero un dato que contradice la fecha que nos dan los expertos de Bellas Artes sobre la construcción de La Almona. Se trata de un escrito que existe en el A.H.N. en el que Lorenzo Suárez y Figueroa compra una casa con su corral a un vecino de Guadalcanal, que tiene por linderos los palacios de la Orden, y las otras partes, las calles públicas, por el precio de mil maravedís, y en el año 1403. Esto coincide perfectamente con el edificio que estamos tratando.

            Por estar la calle de La Almona deshabita, fue refugio de fantasmas el siglo pasado según tengo noticias recibidas de mi abuela materna, que vivió por entonces.

            Este edificio está incluido en el Catálogo Arqueológico y Artístico de la provincia de Sevilla y en el Inventario Artístico de Sevilla y su provincia, de la Dirección General de Bi­llas Artes. Es la edificación de la Orden de Santiago más antigua que existe en Guadalcanal y el Ayuntamiento debe cuidar de que no se deteriore.

DR. ANTONIO CORDÓN BERNABÉ
Revista de feria 1991


DATOS
. –

             Es el edificio de estas características más antiguo de la provincia de Sevilla, se construyó como casa bastimento de la orden de Santiago y la Mesa Maestral, para almacenar grano, vino y cuadras para ganado.

            Data del 1336 siendo maestre de la orden Vasco Rodríguez Coronado y era un edificio adjunto al palacio del comendador que se ubicaba en los terrenos de la actual casa consistorial.

            Está compuesta por dos plantas, que ocupan unos 300 metros cuadrados el alta se accedía por una rampa. En el interior está compuesta por dos salas iguales sujetas por arcos apuntados que parten desde el suelo.

HEMEROTECAS 

sábado, 4 de enero de 2025

Ordenanzas Municipales Guadalcanal siglo XVI

SENTENCIA CONTRA CIERTOS VECINOS POR EL EMPLEO DE PESOS Y MEDIDAS FALSAS. 

            Ante el gobernador y justicia mayor de la provincia de León, don Alonso del Castillo Villasante, los alguaciles de dicha Gobernación Antonio Álvarez Acebedo y Pedro de Saucedo, el 12 de noviembre de 1580 presentaron denuncia contra ciertos comerciantes y mercaderes de Guadalcanal, en poder de los que hallaron algunas pesas y medidas falsa e inexactas, conforme a los patrones establecidos en las Ordenanzas Municipales.

Para Comprobar la causa objeto de la denuncia, el gobernador envió a Guadalcanal al almotacén del Concejo de Llerena, Lorenzo Martin, quien, tras un examen minucioso de los útiles mencionados, a fin de proceder en razón de los delitos correspondientes, resultó hallarse las pesas y medidas en los establecimientos de los vecinos siguientes:

Ø  Catalina García, medio cuartillo y una medida de dos maravedíes.

Ø  María Hernández, una balanza de un marco y una vara.

Ø  Tristán López, medio cuartillo.

Ø  María González medio cuartillo y una medida de dos maravedíes,

Ø  Gaspar Gómez. medio cuartillo, una balanza y dos pesas de una y media libra

Ø  Juan Mateos, un cuartillo y medio cuartillo.

Ø  Juan González, medio cuartillo y dos medios de vino.

Ø  Juan de Tarifa, medio cuartillo y una medida de dos de vino.

Ø  Francisco Martín, molinero, un peso, una libra, media libra, cuarterón y dos onzas.

Ø  N Rodrigo González, una medida de dos maravedíes, un peso de jabón, una libra, media libra, un cuarterón y otro peso.

Ø  Lorenzo Martín, molinero, medio almud.

Ø  Lázaro de Sancha, un peso, una libra y media libra.

Ø  Juan Sánchez, Alonso García Rebusco, Blas García, un no, Ana Hernández, Álvaro Méndez, Alonso Rodríguez Juan Bautista, Catalina González, Cristóbal Núñez de AIba un tal Molín, Juan González Morales y Pedro Peña, cada uno una arroba.

Ø  Gregorio Martínez, una balanza, una libra y media libra.

Ø  Francisco Mateos, de Fuente del Arco, dos medios almudes.                              En cambio, el almotacén halló falsas las pesas y medidas de las personas que a continuación se detallan:

Ø  Gregorio Rodríguez, un peso al que faltaban cuatro adarmes

Ø  Francisco Martín, medio almud, grande.

Ø  Francisco García Hortelano, una balanza, con un adarme de exceso

Ø  Sebastián de Ribera, medio almud, grande.

Ø  Cristóbal Yánez Remusgo, una arroba grande.                                         

 

            De todo ello dio fe el escribano público Alonso Escudero.
           

 

 

Los infractores fueron notificados de los cargos y culpas que contra ellos resultaron y se les concedió un plazo de seis días para que apelasen lo estimasen oportuno. Renunciaron éstos al plazo de probanza que se les otorgaba, con lo que quedó ratificada la imputación de los alguaciles citados, y se hizo el correspondiente traslado a la autoridad judicial competente.

            Cinco años más tarde, el gobernador de Llerena pronunció sentencia definitiva por la que estos delincuentes fueron condenados, uno de ellos, a las penas de mil maravedíes, ¡a la destrucción! pesas y medidas objetos de estas sanciones y a las costas del proceso.  
            Transcurridos apenas unos días, por otra acusación que los aguaciles del partido presentaron en el Concejo de la villa, el alcalde don Lope Hernández y los regidores don Diego González y don Cristóbal Hernández examinaron una balanza de la carnicería de Hernando de Soto, en el mercado de abastos, la cual

Se halló falsa por exceso

            Las autoridades decretaron la intervención de dicho peso.

            Mas como los acusadores atribuyesen al Concejo el presente delito, como encargado de suministrar y velar por la exactitud de los pesos en el establecimiento citado, éstos pidieron que fuese condenado al Organismo responsable, conforme a las leyes del Reino. Vista la causa en la gobernación de Llerena, se mandó dar traslado de dicha acusación al Concejo de Guadalcanal para que probase lo que procediese. Expirado el plazo de un día concedido para la presentación de alegatos como las autoridades locales se abstuvieran de aportar prueba alguna, el gobernador pronunció sentencia definitiva, el 21 de noviembre de 1585, por la que se condenó al Concejo con la imposición de una multa de tres mil maravedíes y gastos del proceso.

            No paró aquí la severa actuación del gobernador, pues, habiendo publicado una requisitoria para que en un término fijado acudiesen a registrar sus pesas y medidas a las Casas Consistoriales todas aquellas personas que poseyesen dichos instrumentos para su uso particular, muchas no cumplieran este precepto, el justicia mayor procedió contra ellos de modo que el desconcierto cundió en la villa hasta el punto que el Concejo decidió llevar el caso en grado de apelación a la Chancillería de Granada, para lo que designó como procurador a don Juan de Silva. La Audiencia demandó a la autoridad judicial de Llerena para que en el plazo de doce días remitiera las causas de estos procedimientos. No exhibió el gobernador la documentación exigida y fue declarado en rebeldía, con cuyo agravante, la Audiencia -por don Fernando Niño de Guevara, don Luis Caso de Cepeda, don Juan de Morilla Osorio y don Gonzalo Aponte- determinó ver y fallar en el pleito instado con aquél por el Concejo de Guadalcanal. Se celebró el juicio el 26 de mayo de 1589, y por él fue revocada y declarada nula la sentencia dada por el juez de Llerena, que se calificó de injusta y arbitraria, con aditamento de restituir el importe de las penalidades impuestas a todos los inculpados. También se falló para lo sucesivo que ningún gobernador del partido se inmiscuyera en inspecciones de esta naturaleza, so pena de cincuenta mil maravedíes para la Cámara Real.

            Se hizo el correspondiente traslado de esta ejecutoria al gobernador de Llerena, que al presente lo era don Diego Álvarez Osorio, la cual como éste se hallase ausente, fue recibida por su teniente el licenciado Ponte Maldonado.

 Hemerotecas 

sábado, 28 de diciembre de 2024

Guadalcanal Monumental 9


LA ENCOMIENDA DE GUADALCANAL

 

    Las primeras noticias de la casa de la encomienda de Guadalcanal figuran en el documento de 1313, que es la entrega de la Encomienda Mayor de León por don Arias Gómez, su comendador, al maestre Diego Muniz, por falta de salud, recibiendo a cambio las encomiendas de Coriel y de Guadalcanal. En el se compromete a nin labrar ninfortalecer el cortijo de Guadalcanal sin licencia del maestre. Por la primera Historia de la Orden de Santiago sabemos que el maestre don Lorenzo Suarez de Figueroa “fizo de nuevo la torre de Estepa, i las casas, i bastimentos de Llerena, i Guadalcanal, i de la Fuente del Maestre". En 1406 Gonzalo Domínguez vende a dicho maestre unas casas con su corral que tienen por linderos los palacios de la Orden et de las dos paries las calles Publicas.

            Es en 1494 cuando por primera vez se había de castillo Edespues de esto visytaron la persona de don Fadrique Enrriques, comendador de la dicha Guadalcanal, e la casa con su castillo declaradas en su lugar de este libro.

    Nada sabemos de la distribución del castillo en esta fecha, solamente que tiene en su interior una huerta con naranjos y árboles, que ésta en buenas condiciones, a excepción de una parte de cerca que mandan reparar, y que a las espaldas del mismo hay un prostíbulo. Prostíbulo que mandan situar fuera de la villa bajo pena, si no lo hiciesen prontamente, de cien azotes a las meretrices, y al encargado de la casa 2.000 maravedís la vna tercia parte para el reparo del dicho castillo, e la otra tercia parte para la dbrica de las executasen la dicha pena.

    En 1498 si hay una distribución de las partes del castillo, si bien no se puede hacer un esquema de dibujo debido a que hay habitaciones que la descripción sitúa de una manera muy imprecisa. Pero tanto por esta descripción como por las sucesivas, que son reformas que se verifican hasta 1549, sabemos que una vez atravesada la muralla había un gran corral y, pasando este y a través de un zaguán, se llegaba al patio, que tenía dos corredores bajos, uno de cuatro arcos y otro de dos, y un pozo. En torno al patio se distribuían las distintas dependencias, siendo la zona noble de dos plantas, ubicadas en la parte este y creemos que también en la sur; en la zona este estaban las habitaciones más importantes, una de ellas con pinturas en las paredes y otra con ciertas armas pintadas en los pilares.

    Esta última tenía salida directa a la huerta, que tenía su noria y alberca. La zona de servicios —bodegas, bastimentos, caballerizas, etc...— estaba en el ala oeste y en el trascorral, con excepción de una bodega que estaba en el corral delantero.

En 1549 se estan haciendo obras que cambian la distribución interior de la ciudadela. En el corral delantero se hace un palacio, de nueva planta, cuya ejecución se termina, totalmente, en 1604; lo que fue casa principal se transforma en el corral con los servicios, quedando en este, como elemento claramente reconocible de aquella, el corredor de cuatro arcos.

    Interviene en la realizaciòn del palacio Pedro Merino, albanir, en quien estaba rematada la obra de la caballeriza y cuartos nuevos; pero no sabemos en qué parte, dado que el documento que lo cita lo hace únicamente en relación con la compra de unos materiales, procedentes del derribo de una caballeriza y un pajar de la antigua casa, y que el edificio se hace en distintas fases, y no se conservan los libros de todas las visitas realizadas.

    La estructura de la parte interior del castillo, una vez acabada toda la obra, responde a las figs. 1 a 5. El molino de aceite lo citan los documentos por primera vez en 1604, y se instala en donde antes estaban los hornos; en esta misma fecha amplían el granero, que suponemos lo hacen tomando las alcobas situadas junto al bastimento del pan. El trascorral, situado detrás del corral del pozo, o parte de el, puesto que no sabemos sus dimensiones, se destina a sembrar cebada.

    El muro del castillo estaba todo almenado y tenía saeteras en la zona norte, donde estaba situada la puerta principal. Tuvo otras dos puertas, una en la zona sur y otra en la oeste. Las únicas torres que citan los documentos son una coracha y un torreón, en la zona de la huerta, que tiene un almendro en su interior en 1575. Existe un pasadizo que no se sabe ni de donde sale ni a donde va. Entre la muralla y las distintas partes del palacio hay un espacio que las rodea y comunica las zonas norte, sur y oeste. Los documentos no dicen nada de la zona este que al ser la huerta podía estar pegada al muro. De dicho espacio sabemos que, en la zona oeste, era un callejón y en la norte, por estar la puerta principal, era más amplio.

    En la zona norte, tanto la muralla como el palacio tuvieron una espléndida portada. En 1549, la puerta de la muralla era un simple vano, nos figuramos que de canteria, mientras que la del palacio era vnaportada de canteria buena, fecha al romano, con vnas colunas despegadas sobre sus pedestales y encima de ellas su alquitraue y friso y cornica, con vnos candeleros y remates encima de las colunas, y en medio vnas armas del Marques de Aguilar. En 1604 la puerta de la muralla se cierra y se abre otra, hacia la zona este con respecto a la anterior, muy grande y huntuosa, y a los lados tienen vnasfiguras de saluajes, labrados en piedra de canteria, con sus macas que estan como por guardas de la cassa, y encima esta vn escudo dorado con las armas de Castilla y Portugal. La puerta de acceso al palacio es la misma que en 1549.

    La cantería también se utilice en las basas, fustes y capiteles de los corredores del patio, mientras que los arcos eran de ladrillo. De este último material era la escalera principal. En el resto del edificio se empleó la mampostería y el ladrillo.

    Las maderas empleadas en las techumbres de las zonas nobles del palacio son: en el anterior a 1549 el roble, en el palacio nuevo el castaño, y en solo tres dependencias, el pino. La forma de las mismas en el primero es desconocida. En el segundo la armadura de la pieza grande de la planta alta del ala oeste, la parte más antigua, es de tijera; el resto son alfarjes y en ocasiones simples jácenas sobre las que descansan las vigas de menor escuadría, que en algunas ocasiones son sustituidas por ladrillo.

    Las salas se cubren casi siempre con alfarjes, sin que se pueda establecer una regia general. En los servicios, la madera esta sin pulir y las vigas de menor escuadría se sustituyen por ladrillos. En las piezas situadas a los lados del zaguán de la zona oeste, de las que la descripción dice que son piecas pequenas cuya techumbre es de madera de castano y lata por tabla, las vigas de menor escuadría son de madera, dado el sentido que puede tener la palabra lata y el que tiene la palabra tabia a lo largo de toda la documentación. En las bodegas y la dependencia del molino de aceite, la techumbre es de bóveda. En este último sabemos que hay siete arcos, mientras que en las bodegas unicamente vna danca de arcos.

    El castillo sufrió una reforma entre 1604 y 1690. En el muro de su entrada principal se abrió un corredor de dieciséis arcos pequeños. Dicho corredor se comunicaba con la capilla mayor de la iglesia de Santa María mediante una terraza. A el se accedía por una escalera, situada en el espacio comprendido entre la muralla y la fachada del palacio.

    Consta documentalmente que se conserve todo el castillo hasta 1690.

    Iniciado el deterioro, el Consejo de las Ordenes dispuso demoler el interior por ser dificultoso e inútiles reparo. Los materiales se vendieron en pública subasta y con su producto se compró otra vivienda principal en la calle Granillos.

    En 1766 solo queda la muralla con la arquería que debía dar ligereza y reace a la plaza mayor. En su interior se sembraba forraje.

    En toda la documentación, la referencia para situar el castillo es la iglesia de Santa María ( iglesia que está unida a la muralla, como demuestran los documentos nº5 9 y 12, pero en el exterior de ella. Si hubiese estado en su interior, la documentación habría descrito su estructura y decoración.

    La iglesia existe en la actualidad, mientras que de la muralla no hay ni vestigios. La zona se ha urbanizado y ha tenido un gran acierto el ayuntamiento, el dar el nombre de "paseo del palacio" al paseo situado detrás de su edificio. Este se hizo a finales del siglo pasado en la zona en la que estuvo la fachada principal del castillo.

    La casa de la calle Granillos, edificada ya cuando la compra la Orden, era de fábrica moderna. Enfrente de la misma estaba una bodega con las tinajas traídas del castillo.

    La estructura de la casa responde  al cambio que expresa la descripción de 1756 es funcional; la bodega, situada en la planta alta, es convertida en pajar, bien por problemas de peso o de comodidad, para no tener que subir el vino; la sala y alcoba situadas a la derecha del zaguán, en la planta baja, en bodega; y se han tapado cuatro arcos del corredor alto, al que dan el pajar y la bodega, junto al granero, y se utiliza dicho espacio como carbonera. El patio estaba empedrado y había un pozo debajo de uno de los corredores. Los pilares de estos eran de ladrillo, a excepción de los dos de la planta baja, frente a la entrada principal, que eran de mármol, siendo también de este material el pilar que soportaba las dos vigas que reciben las maderas de la cubrición del granero sotanado. La escalera principal era de ladrillo con un pasamanos de cantería. De la de servicio solo sabemos que fue de material.

    De la segunda casa de la encomienda no quedan restos identificables en la zona en que estuvo situada, por lo que, a continuación, vamos a exponer las tres hipótesis que se pueden establecer, según los datos que aporta el documento

    La casa hacia esquina con la calle Granillos y la puerta principal daba al norte. Con arreglo a estas premisas caben dos interpretaciones: La primera, siguiendo fielmente la orientación, es que la casa estuvo en la confluencia de la calle Granillos con la calle Encomienda, teniendo por esta su entrada principal; la calle Granillos fue, no solo la actual General Varela, sino también la calle Comandante Rodríguez; y la calle Encomienda es la ahora llamada Ramón y Cajal. La segunda es debida a que, como la orientación de la calle Granillos es noreste, puede ocurrir que el escribano diga simplemente que la fachada está en el norte, en cuyo caso tendría la entrada principal por la calle Granillos, y caben dos posibilidades: que estuviese en la esquina marcada por una interrogación o en la esquina marcada por dos interrogaciones, siendo la más lógica, dentro de esta segunda interpretación, la primera, puesto que como todas las ventanas de la casa dan al norte y al oriente, las del oriente darían a la calle Encomienda.

 Revista de feria 1994 

sábado, 21 de diciembre de 2024

Hijos de la tierra

 

Hoy no me eches la quincana

        En el oscuro rincón de la humilde torruca, extendido sobre el suelo, dormían sobre un cálido jergón la Juana y Miguel. Miguel llevaba demasiados días sin descansar profundamente. Su Juana estaba preñada a punto de parir el que sería el primer hijo dambos y todas las noches temía dañarla al moverse. Mayeaba la primavera y los primeros pensamientos del despertar de Miguel eran para sus ovejas que eran su sustento. Era tiempo de pelarlas antes que el calor apretara.

            Con delicadeza Miguel se levantó vislumbrando por la luz que entraba por la rendija que había junto a la puerta. Pronto amanecería y sus ovejas le aguardaban. Cogió los dos troncos que reservó la noche anterior y los echó a los restos de la candela para avivarla. Su Juana se removió en el jergón. Era la señal de que iniciaba su despertar y Miguel aprovechó para salir de la torruca y sentir en su curtida piel cómo se presentaba la mañana. La puerta gruñó al abrirla con su estridente sonido. De hoy no pasa que les eche sebo a las bisagras, pensó. Rumba, su fiel perra de agua, ya le aguardaba tras la puerta con su acostumbrado júbilo y Miguel le pasó levemente la mano por su lomo.  ,

            La oscuridad se desvanecía mientras tanto en el horizonte y, tras la sierra de Hamapega, asomaban las primeras luces del alba. Hoy va a hacer bien día, le dijo Miguel a Rumba mientras ésta ya nerviosa estaba al acecho de recibir las señales del inicio de sus labo­res de pastoreo. Miguel sacó agua del pozo y antes de echarla en su desconchada palangana que tenía siem­pre junto a la puerta, echó agua a su perra en su cubil para que bebiera. La Juana, dentro, ya se había levan­tado y tras encender el candil había puesto la olla del café en el anafe. Miguel entró al sentirla y le acarició con ternura el vientre con sus recias manos sin decir nada y mirándola a los ojos se cruzó brevemente con los de ella que le miraba con fijeza. Hoy no me eches la quincana, le dijo. Estaré por aquí cerca con las ovejas por si me necesitas y vendré a comer contigo. La Juana asintió con la cabeza mientras le ponía el café con un mendrugo de pan.

            En la majada las ovejas aguardaban nerviosas balando, la llegada del su pastor y, en cuanto vieron salir a Miguel de la torruca atizaron con fuerza sus balidos a medida que este se les acercaba a abrirles las puertas del redil Como cada día, las más próximas a la puerta, salieron con presteza dirigiéndose hacia la caída de la loma en donde más abundaban los pastos. Rumba se ganaba su jornal impidiendo que se desper­digaran. De las últimas en salir fue la oveja negra que esa misma madrugada acababa de parir a su cordero y se quedaba rezagada del resto lamiendo a su hijo. Este, con torpeza, trataba de seguir a su madre dando sus primeros pasos. Miguel no podía, por menos, que pensar en su Juana en esos instantes y ansiar el mo­mento de conocer a su hijo.

            La mañana transcurría sin sobresalto y el Sol se imponía con dificultad a los oscuros nubarrones que amenazaban en el cielo. No está para llover se dijo a sí mismo Miguel. Su fiel perra vino hacia él como anun­ciándole algo. Miguel recordó en ese instante que la noche anterior había dejado puesto dos cepos junto al arroyo y quiso acercarse a ver si había caído algo. Delante, con prisa, corriendo, Rumba se dirigía, guia­da por su olfato, hacia el lugar en donde estaban co­locados los cepos y en cuanto llegó comenzó a ladrar avisando a su amo de que había caído una gran lie­bre. Miguel cogió la liebre y la guardó en el morral. Le pasó la mano por el lomo a su perra y le dio un cacho del mendrugo de pan que llevaba en el bolsillo.

            Cuando Miguel volvió a la torruca para comer su Juana ya le esperaba con los garbanzos que habían estado cociendo toda la mañana en el fuego de la candela. Tan solo con mirarla ya sabía que todo seguía igual. Sacó la liebre del morral y se la entregó a su Juana que la asió sin decir nada y la colgó de un viejo clavo que colgaba del techo. Esta tarde la limpiaré, pensó, y ma­ñana la pondré para comer.

            Juana sirvió los garbanzos con un trozo de tocino a su esposo en el viejo plato de hojalata que formaba parte de su triste y austero ajuar y empezaron a comer sin decir nada con el único trasfondo del canto de las mirlas y los mojinos en sus peleas nupciales. Una vez terminado, Miguel se levantó del taburete y se mar­chó, con parsimonia, de nuevo al cuidado de su ga­nado. No tenía prisa, sabía que las ovejas a esa hora ya sesteaban y, en todo caso, su fiel perra las guardaba con su leal esmero. A su paso, bandadas de gorriatos se cruzaron, ruidosos, en lo alto.

            Como cada tarde, Miguel pasó el tiempo interpretando cada gesto de su entorno. Es tarde voy a coger pericó, se dijo a sí mismo, Las flores estaban por esas fechas en su punto y Miguel era un entusiasta defensor de las plantas medicinales que conocía muy bien. Su Padre, desde muy pequeño le había enseñado a sacar provecho posible de todo lo que la naturaleza le ofrecía en cada momento del año y Miguel continuó esa misma afición con entusiasmo. Mientras recogía el pericó recordó a su padre fallecido demasiado joven. Le apenaba saber que no conocería a su vástago.

            Al amanecer, sin tener que indicarle nada a las ovejas comenzaron su camino al redil bajo la vigilante mirada de Rumba. Apoyándose en su cayado Miguel se levantó, entonces, de la piedra en que había permanecido sentado a la caída de la tarde y acompañó a las ovejas en su lento caminar hacia la majada. En la misma encina de siempre, como cada tarde, el mochuelo observaba con sus ojos vidriados y moviendo la cabeza con gracia.

            Sentada en su taburete de corcho y recostada sobre la pared de su turruca, la Juana esperaba a su Miguel zurciéndole los pantalones. Al acercarse él dejó la costura y entraron ambos en su morada. Pronto preparó la Juana las gachas que serian la cena y, como de costumbre, pasaron el resto del tiempo mirando la cancela y oyendo su crujir.

            Había transcurrido un día más en sus sencillas vidas con sus rutinas y cadencias. Sien embargo, cuando se fueron a acostar no podían imaginar que, al anochecer del día siguiente, sus vidas cambiarían para siempre con la nacida de su hijo. Una nacencia venida con prisas a la vera del camino junto al arroyo y bajo la luz de la luna que la vida quiso que fuese tan pegada a la tierra como había sido sus vidas hasta entonces. Una nacencia inolvidable acaecida sin médico, sin matrona, sin más ayuda que su fe y las rudas manos de un campesino inexperto y asustado.

 

Publicado en el libro homenaje Luis Chamizo el año del centenario Guareña-Guadalcanal 2021/2022

Autor. – Juan Parra Trigos

sábado, 14 de diciembre de 2024

Guadalcanal Monumental 8

 

ERMITA Y HUMILLADERO DEL CRISTO DE LA SALUD.


    Otro de los monumentos -de escaso mérito artístico pero que fue en tiempos escenario de devotos festejos y entrañables tradiciones- de Guadalcanal, hoy ya en obligado estado de decadencia y destrucción que produce la garra implacable del abandono, es la ermita de la Salud o del Humilladero, así llamado por el que existe en sus aledaños.

    Situada en el camino real que, partiendo de la calle del Berrocal por el convento del Espíritu Santo, conducía a Llerena, los que por él transitaban solían detenerse en esta ermita para implorar del Cristo allí venerado suerte en el viaje o bien dar gracias los regresaban.

    También se ha perdido la velada que anualmente se celebraba, por mediados de septiembre, en la explanada delantera del santuario. Algo parecido se hace hoy en la Plaza Mayor de la villa en recuerdo de Velada del Cristo, con que todavía se conoce.

    Lo mismo la ermita como el humilladero anejo son construcciones del siglo XVIII, si bien algún edificio de esta naturaleza debió existir con anterioridad en este lugar -más antiguamente conocido por la Cruz del Abad Santo-, en donde ya en el siglo XV, se erigió un humilladero.

    Gracias a que la ermita se dedica hoy a usos profanos, no se halla completamente destruida. Un poco más allá, el templete del Humilladero, a duras penas sostiene su añosa arquitectura. En el suelo de este existe una fuente, y en la pared, un azulejo de 1,50 x 1,50 m., fechado en 1770, representando un Calvario, ornado de florones y grecas algunos versos. En la parte superior del Crucifijo se lee: HVMIAVIT SEMETIPPSVM VSQVE AD MORTEM ADP'L

    Debajo una cartela nos informa que el cardenal Solís, arzobispo de Sevilla concede cien días de indulgencia a quien rezare un credo delante de este Cristo.

    A ambos lados del Calvario hay estas décimas:

DESDE ESSE SACRO MADERO
AGVAS VIVAS DISPENSÁIS
JESVS I CON ELLAS DAIS
FORTALEZA AL PASAJERO
EN AQVESTE HVMILLADERO
SOL RESPLANDECÉIS HERMOSO
QVITQNDO DVEÑO PIADOSO
DE LAS TINIEBLAS EL VELO
DIRIGIENDO HACIA EL CIELO
DEL CANSANCIO LO PENOSO
DVLCE IMÁN QVE A LOS SENTIDOS
A TRAES CON DVLCE CALMA
DEXANDO SVSPENSA EL ALMA
DE LA FE POR LOS OÍDOS
A TVS PIES COMO AFLIGIDOS
TVS PIEDADES INVOCAMOS
NVESTRAS DESDICHAS LLORAMOS
I EN MISTERIOSA PISCINA
CON TVFVENTE CRISTALINA
Oí NUESTRAS MANOS LAVAMOS.

    Y a los pies, esta quintilla:

JVNTO A VNA FVENTE HVMILLADO
MI AMOR A BEBER CONVIDA
I EN VNA CRUZ EXALTADO
DOI AGVA DE MI COSTADO
QVE SALTA A LA ETERNA VIDA.


HUMILLADERO DE LA CRUZ DEL ABAD SANTO.

    El vecino de esta villa Rodrigo Mata, difunto, ordenó en su tes­tamento a su mujer Catalina Ramírez, a quien nombró por albacea y heredera universal de sus bienes, que erigiese un Humilladero al sitio llamado de la Cruz del Abad Santo, consistente en un templete con cuatro postes, en cuyo frontal debería figurar el misterio de la Quinta Angustia, para lo que destinó el testador 10.000 maravedíes. Como aún no se había ejecutado dicha voluntad, la visita pidió el testimonio a Catalina Ramírez y ordenó al alcalde don Juan Sánchez de Bonilla que cumplimentara esta disposición a la mayor brevedad posible.

Hemerotecas