https://guadalcanalpuntodeencuentro1.blogspot.com/

lunes, 1 de junio de 2020

Historia de las Minas de Plata de Guadalcanal 8/8


Conclusiones. -

Hasta ahora solo hemos encontrado estudios parciales de esta mina, una de las más importantes de España desde un punto de vista histórico. Destacamos la continuidad, con algunas interrupciones, de las explotaciones mineras desde la prehistoria hasta el siglo XX, tal y como han puesto en evidencia los estudios arqueológicos e históricos.
Esto nos permite ver la evolución de la tecnología minera en el tiempo.
Es una mina en la que se han generado grandes innovaciones tecnológicas, en cuanto a la extracción y desagüe, amalgamación, prospección minera, etc. y se asocia con importantes personajes, tal es el caso de Francisco Mendoza, Antonio Boteller, Juanelo Turriano, Gerónimo de Ayanz, los Fúcares, Liberto Wolters, Louis Le Camus, Guillermo Bowles, Cristóbal Störr, Juan Martín Hoppensak, Zacarías Helms, Vauquelin, Fausto Elhuyar, Francisco de la Garza, Marqués de la Remisa, etc.
El mito de los Fúcares, quienes habrían salido de las minas españolas precipitadamente dejando escondidas inmensas riquezas, trajo numerosos inversores nacionales y extranjeros, muchos de los cuales enterraron inmensas fortunas en el intento de rehabilitar las labores; es el caso de María Teresa Herbert, Thomas Sutton, George Knight Huxley, etc.
La historia de la minería de Guadalcanal está muy documentada, no solo por haber pertenecido a la Hacienda pública desde 1555 a 1825, sino por las empresas que han pasado por allí.

Agradecimientos. -
A Rob Vernon, por la amplia información que nos ha proporcionado de la época de The Guadalcanal Silver Mining Association. A Tomás Alberdi por haberme traído desde Santander una foto de gran formato del mapa de Le Camus (1774). A Mark Hunt, Víctor Hurtado, Clara Martín y todos los que me han ayudado en este estudio.

Bibliografía. -
Adaro, L. 1994. Datos y documentos para una historia minera e industrial de Asturias. Tomo IV. Ed. Suministros Adaro, S.A. Gijón.
Aldana, L. 1875. Minas de Río-Tinto en el trascurso de siglo y medio, desde la restauración por Wolters en 1725 hasta su venta por el Estado en 1 8 7 3, con un apéndice en el cual se reproducen el manifiesto de Wolters y los cinco folletos a cuya publicación dio motivo. Imp. Viuda de D. Antonio Yenes.
Madrid Aldea Vaquero, Q. 1986. España y Europa en el siglo XVII. Correspondencia de Saavedra Fajardo. T. I. (1631-1633). Ed. CSIC, Madrid. Bowles, G. 1755. Introducción á la historia natural y á la geografía física de España. Imp. Real. Madrid.
Cabo Hernández, J. 1995. Comienzo del maquinismo en la minería española. Práctica empresarial y técnica minera inglesa en Sierra Morena: The Guadalcanal Silver Mining Association (1847-1850). Revista de Estudios Extremeños, LI-III, 745-773. Calvo Rebollar, M. 1999. Bibliografía fundamental de la antigua mineralogía y minería españolas. Ed. Libris, Madrid. Castillo Martos, M. 2006. Bartolomé de Medina y el siglo XVI. Ed. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cantabria. Colmeiro, M. 1863. Historia de la economía política en España, T.1. Imprenta Cipriano López. Madrid Domergue, C. 1987. Catalogue des mines et des fonderies antiques de la Peninsule Iberique, 2 Vols. Publicación de la Casa de Velásquez.
Elhuyar, F. 1925. Memoria sobre el influjo de la Minería en la Agricultura, Industria, Población y Civilización de la Nueva España. Imprenta de Amarita, Madrid.
ENADIMSA. 1980. Investigación de Guadalcanal (Informe técnico).
Madrid. Archivo del IGME. Peñarroya (Córdoba).
ENADIMSA. 1986. Libro blanco de la minería andaluza. Ed. Junta de Andalucía. Consejería de Economía y Fomento, Dirección General de Industria, Energía y Minas, T. I. Madrid.
Flores Caballero, M. 2011. Las fuerzas de la revolución industrial en la fiebre minera del XIX. En la franja pirítica del suroeste ibérico. Ed. Fundación para la investigación Manuel Flores Jimeno. Madrid.
García Cortés, A. (Ed.) 2011. Cartografía de recursos minerales en Andalucía. Ed. IGME-Junta de Andalucía, Madrid García Tapia, N. 1992. Del dios del fuego a la máquina de vapor. Ámbito Ediciones, Valladolid.
García Tapia, N. 2000. La aplicación de la energía hidráulica a las minas de plata en la época de los Austrias. En Sánchez Gómez, J. y Mira Delli-Zotti, J. (Eds.), La otra América. Hombres, técnica, plata. Minería y sociedad en Europa y América. Siglos XVI-XIX. Ed. Aconcagua, Sevilla, 33-46.
García Tapia, N. 2001. Un inventor navarro: Jerónimo de Ayanz y Beaumont (1553-1613). Ed. Gobierno de Navarra, Pamplona. Goetz Phillipi, R. 1919. Las minas de plata de Guadalcanal. Revista Minera, Metalúrgica y de la Ingeniería, 70, 462-466. González, T. 1831. Noticia histórica documentada de las célebres Minas de Guadalcanal, T.I, que comprende del año 1555 hasta el 1558, y el T. II, desde 1559 a 1700. Imprenta de Don Miguel de Burgos, Madrid. González, T. 1832. Registro y relación general de minas de la Corona de Castilla, T. I, Cfr. pp. 362-368. Imprenta de Don Miguel de Burgos, Madrid. Heron de Villefossse, A.M. 1819. De la richesse minerale. Considerations sur les mines, usines et salines des diferents états. Imp. Levrault. París. Hoppensak, J.M. 1796. Ueber den Bergbau in Spanien überhaupt und den Quecksilber-Bergbau zu Almaden insbesondere. Ed. Industrie-Comptoir, Weimar. Hunt Ortiz, M. 2000. El área minera de Guadalcanal (Sevilla): de la explotación prehistórica a la moderna. Temas Geológico-Mineros, 31, 379-389. Hunt Ortiz, M., García Dils de la Vega, S. y Orche Amaré, P. 2011. La cueva de San Francisco-Mina de Potosí (Guadalcanal, Sevilla): un nuevo elemento geológico y arqueominero enriquecedor en el Parque Natural de la Sierra Norte de Sevilla. En Durán Valsero, J.J. y Carrasco Cantos, F. (Eds.), Cuevas: Patrimonio, Naturaleza, Cultura y Turismo. Madrid, 547-562. Kith, R. 1852. Minas de Guadalcanal. Revista Minera, Metalúrgica y de la Ingeniería, 53, 235-245 y 267-275. Kith, R. 1859. Guadalcanal. Revista Minera, Metalúrgica y de la Ingeniería, 60, 240-243. Larruga, E. 1787-1800. Memorias políticas y económicas sobre los frutos, comercio, fábricas y minas de España: con inclusión de los reales decretos, ordenes, cédulas, aranceles y ordenanzas expedidas para su gobierno y fomento. T. XXXVI (Extremadura), 251-271. Madoz, P. 1847 y 1849. Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar. T. IX y XIV. Imprenta José Rojas, Madrid. Mafia, E. y Rúa de Figueroa, R. 1871. Apuntes para una biblioteca española de libros, folletos y artículos, impresos y manuscritos, relativos al conocimiento y explotación de las riquezas minerales y a las ciencias auxiliares: Comprenden la mineralogía y geología en todos sus aplicaciones:la hidrogeología, la química analítica, docimástica y metalúrgica, la legislación y estadística minera: memorias e􀀀 informes acerca de estos ramos del saber humano, concernientes a􀀀 la península y a􀀀 nuestras antiguas y actuales posesiones de ultramar: acompañados de reseñas biográficas y de un ligero resumen de la mayor parte de las obras que se citan. Imprenta J.M. Lapuente, Madrid (Reed. en 1970. La Minería Hispana e Iberoamericana. Cátedra de San Isidoro, León, T. II y III) Menéndez Ormaza, J. 1919. La mina “Pozo Rico” de Guadalcanal. Revista Minera, Metalúrgica y de la Ingeniería, 70, 529-534. Miñano, S. 1826. Diccionario geográfico estadístico de España y Portugal. Imprenta de Pierart-Peralta, Madrid. Molina Martínez, M. 2000. Legislación minera y colonial en tiempos de Felipe II. En CD-ROM Actas XIII Coloquio de Historia Canario-americana, 1998. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1014-1029. Moral Ituarte, L. del. 1991. La obra hidráulica de la cuenca baja del Guadalquivir (siglos XVIII-XIX). Gestión del agua y organización del territorio. Ed. Junta de Andalucía y Universidad de Sevilla, Sevilla. Ortiz Mateo, M. 2003. Aproximación a la minería y metalurgia de minas de Riotinto desde la antigüedad al siglo XIX. Tesis Doctoral, Universidad Politécnica de Madrid. Palacios Remondo, J. 1993. Los Delhuyar: La Rioja en América. Biografía de los hermanos Juan José y Fausto a través de cartas y documentos. Ed. Gobierno de La Rioja, Logroño. Puche Riart, O., Mazadiego Martínez, L.F. y Martín Díez, M. 1996. Los procesos de amalgamación a través de los tiempos. Boletín Geológico y Minero, 107 (1), 90-100. Relazón-López, M.S. 1987. La Minería española en la Edad Moderna. Boletín Geológico y Minero, 48 (1 y 2). Remuzgo Gallardo, R. 2004. Historia de la minería de nuestro entorno. El Torrejón. Periódico de Información Local de San Nicolás del Puerto (Sevilla, España). Asociación Cultural El Torrejón. 77, noviembre de 2004. Sánchez Gómez, J. 1989. De minería, metalurgia y comercio de metales. La minería no férrica en el Reino de Castilla (1450-1610). Ed. ITGE, Madrid. Shovlin, J. 2006. The Political Economy of Virtue: Luxury, Patriotism and the Origins of the French Revolution. Cornell University Press, New York. Vauquelin, L. N. 1806. Sur l’existence du platine dans les mines d’argent du Guadalcanal, a Extremadure. Annales de Chimie, dic. 1806, 60, 317-322 Viñas y Campí. 1865. El Indicador de España y de sus posesiones de Ultramar, o sea, inscripción general de todas las clases comprendidas en el Subsidio Industrial y de Comercio, las de la Magistratura y Administración y las casas extranjeras que faciliten antecedentes al efecto: almanaque de más de 300.000 direcciones: Año económico de 1864 á 1865, primero de su publicación. Imprenta Narciso Ramírez, Barcelona. Voltes Bou, P. 2009. El ocaso de los Fugger en España. Ed. Fundación Almadén-Francisco Javier Villegas, Ciudad Real. Zarraluqui Martínez, J. 1934. Los almadenes de azogue (minas de cinabrio). La historia frente a la tradición. Librería Internacional de Roma, Madrid.

ETSI Minas y Energía, Ríos Rosas 21, 28003 Madrid 

domingo, 24 de mayo de 2020

Hurtado de Mendoza y de la Cerda, D. Diego

Comendador de Guadalcanal, Poeta y Diplomático Español 

(Granada 1503 – Madrid 14/08/1575). Nieto del Cardenal Mendoza, e hijo de Diego Hurtado de Mendoza y Diego y Ana de la Cerda y Castro. Fue primer Príncipe de Mélito, Duque de Francavila, Marqués de Algecilla, Señor de Miedes y Mandayona y de la Puebla de Almenara, Virrey y Capitán General de Aragón y Cataluña, de los Consejos de Estado y Guerra de Su Majestad, Presidente de los de las Órdenes en Italia, Comendador de Villahermosa y Trece.
Fue Comendador de Guadalcanal en sucesión al Secretario Juan Vázquez de Molina, como parece por el título que Felipe II le firmó en San Lorenzo el Real, a 12 de agosto de 1571, refrendado de Martín de Gaztelu y firmado de Don Fadrique Enríquez, Doctor Rivadeneyra, Licenciado Diego de Castejón y Doctor Luzón, freile de Santiago, Capellán de Su Majestad, y dice: «Sabed que la Encomienda de Guadalcanal está al presente vacía por fallecimiento del Secretario Juan Vázquez de Molina, ya nos, como Administrador susodicho, pertenece nombrar persona del hábito de la dicha Orden que sea proveído de la dicha Encomienda. Por ende, acatando los muchos y buenos servicios que Don Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, Príncipe de Mélito, Duque de Francavila, Comendador que hasta aquí ha sido de Villahermosa, ha hecho a nos y a la dicha Orden y esperamos que hará de aquí adelante y sus méritos y costumbres, por esta nuestra carta le nombramos para que sea proveído de la dicha Encomienda de Guadalcanal, ...>>
Granadino de nacimiento. Después de mucho viajar, de una vida larga y fructífera, falleció en Madrid. Como otros varones de su tiempo, don Hurtado de Mendoza fue un verdadero hombre renacentista. Sabía el griego, el latín, el árabe y el italiano. Fue diplomático, militar y, sobre todo para bien de la literatura, excelente poeta. Procedía de gran alcurnia, pues entre sus antepasados se cuenta al Marqués de Santillana, don Íñigo López de Mendoza. Entre sus virtudes, sobresalen su excepcional don de gentes, su arte de la conversación, su carácter franco y abierto y su destreza en las armas. En el campo diplomático, tuvo una carrera brillante. Fue embajador en Italia y asistió al famoso Concilio de Trento como diplomático. También ocupó el cargo de Gobernador en Siena. A causa de un altercado como otro noble, el Rey lo desterró a Andalucía. Gran poeta, lleno de emoción y sencillez, pero grandilocuente en su forma y, ambos de perfección incuestionable.
El Comendador Hurtado de Mendoza, era el hijo menor de Íñigo López de Mendoza y de Francisca Pacheco. Fue hermano del tercer Conde de Tendilla Luis Hurtado y tío del cuarto Conde Íñigo López de Mendoza. Era hombre con faz poco agraciada, de hercúleas fuerzas y de carácter diferente a sus famosos hermanos. Se cuenta que paró a un toro en La Alhambra sujetándole con sus manos de los cuernos. 
Era devoto de su hermana María Pacheco para quien solicitó el perdón real, y asimismo amigo de Santa Teresa de Jesús. 
No se casó, aunque se le conocen aventuras galantes. Se le supuso enamorado de Marina de Aragón (1523-1543), bella hija del Conde de Ribagorza, a la que escribió un sentido poema "In memoriam" tras su pronta muerte. El mismo relata que sufrió la amputación de un testículo inflamado que le producía fuertes dolores. 
Según Gregorio Marañón fue el más ilustre de la familia (tras del primer Marqués de Santillana, claro). Fue literato, político, guerrero y muy culto. Hablaba árabe, latín y griego, siendo discípulo en la Universidad de Pedro Mártir de Anglería, junto con los marqueses de Vélez y de Mondéjar (su hermano). 
Tras unos pleitos con su hermano Luis por la herencia paterna, vendió su parte y entró en la carrera diplomática. Embajador de Carlos V en varias cortes italianas, gustó allí de la filosofía aristotélica. Estuvo en Venecia en 1527 logrando que la Serenísima no diera por concluidas sus negociaciones con el Gran Turco y que se descubrieran las negociaciones secretas de Francisco I y el Sultán (en 1526 la madre de Francisco negociaba con el sultán mientras su hijo estaba prisionero, y Francisco firmaría un tratado con él en 1534). El propio Diego afirma que visitó a su hermana María Pacheco en su destierro en Oporto, antes de morir ella en 1531. 
Participó en una embajada en Inglaterra en 1538 y durante su embajada en Venecia desde 1539 frecuentó artistas, damas e incrementó su biblioteca, ya célebre en 1543. Embajador en el Concilio de Trento (1545), cuando el Congreso se trasladara a Bolonia tuvo desavencias con el Papa Paulo III quien le dijo que "parara en mientes en que estaba en su casa y no se excediera en réplicas" contestándole que "era caballero, su padre lo fue y como tal habría de hacer al pie de la letra lo que su rey y señor le tenía mandado" y que "siendo como era Ministro del Emperador, su casa era donde quiera que pusiera sus pies, y alli estaba seguro". Amenazó con tirar al río al Cardenal de Santa Croce si continuaba sugiriendo la clausura del Concilio de Trento. 
Cuatro años después era embajador en Roma y gobernador y Capitán General de Siena y demás plazas de Toscana (1547), dejando la representación en el Concilio. Tras la fracasada sublevación de Siena, sus enemigos en Italia lograron que fuera llamado a España (1554). Más adelante sufriría unas tercianas que le apartaron de momento de la política, pero no de las letras. Felipe II al subir al trono le nombró Virrey de Aragón, con escaso éxito. 
Acabó desterrado en Granada por una discusión con Diego de Leyva junto al lecho donde moría D. Carlos (1568, hijo mayor de Felipe II). Su ponente le amenazó con una daga y él, con su fuerza, le desarmó y le tiró por la ventana al patio. La "leyenda negra" dice que era por una antigua rivalidad amorosa con Felipe II, al pretender los dos a Isabel de Velasco. 
Marchó a tiempo de presenciar la rebelión de las Alpujarras de Fernando de Córdoba ("Aben Humeya") de 1568-1571 y luchar a las órdenes su sobrino Iñigo López de Mendoza contra ella, mandando cartas a la Corte explicando la situación bélica y política. 
Tiene una amplia obra poética y fue un gran prosista. Es el autor del "Diálogo entre Caronte y el Alma de Pedro Farnesio" y la "Crónica de las Guerras de Granada", ejemplo de prosa clásica castellana, concisa, exacta, justa e imparcial, en que sigue como modelos a Salustio y Tácito. 
Para lograr en 1574 el perdón real regaló a Felipe II su gran biblioteca, reunida principalmente en Italia (mandó al italiano Nicolás Solferino y al griego Arnoldo que le copiaran códices) en los tiempos en que Felipe II estaba creando la biblioteca de El Escorial. Allí se puede ver su espléndida colección de libros italianos, manuscritos e incunables raros encuadernados con sus colores rojo y negro, uno en cada cubierta, rayados verticalmente en oro y con medallón dorado en relieve. 
De su muerte dice Marañón "le cortaron una pierna que se le gangrenó después de una temporada de terribles dolores, aunque no tantos como los de la amputación, que soportó rezando el Credo en voz alta como único anestésico"
No hay que confundirle con el primer o tercer Duques del Infantado (que se llamaban igual). Se le atribuyó erróneamente la autoría del "Lazarillo de Tormes". Lope de Vega dijo: "Qué cosa aventaja a una redondilla de Don Diego Hurtado de Mendoza?"

Hemerotecas. - "Vida y obras de Don Diego Hurtado de Mendoza" de Ángel González Palencia y Eugenio Melé, tres tomos. Madrid (1941-43). 
"Crónica de las Guerras de Granada", de Diego Hurtado de Mendoza. editorial Castalia (1970). 
"Poesía" de Diego Hurtado de Mendoza. Edición de Luis F. Díaz Larios y Olga Gete Carpio. Ediciones Cátedra (1990).

lunes, 18 de mayo de 2020

Historia de las Minas de Plata de Guadalcanal 7/8



Guadalcanal en la primera mitad del siglo XIX.-

Tras la Guerra de la Independencia hubo tímidos intentos de la Compañía de Navegación del Guadalquivir (fundada por R.O. de 8 de diciembre de 1814 y autorizada por R.O. de 8 de agosto de 1815) para reactivar las explotaciones, con escaso éxito. En 1818, Bernardo de Larrea y Villavicencio (1758-1839), natural de Riobamba, en Ecuador, Conde del Real Agrado y discípulo del barón Nordenflinch en Potosí, colabora con la Compañía del Guadalquivir, ensayando minerales y participando en el desagüe.
Pascual Madoz (1849, XIV: 395) dice que la compañía hizo en Guadalcanal ensayos sin fruto que le costaron medio millón de reales. Del Moral Ituarte (1991: 98) presenta a esta empresa como un grupo de carácter innovador, que aporta tecnología, señalando: “se mecaniza casi al unísono, en el período comprendido entre 1816 y 1823, la excavación de la corta Borrego (1816), la navegación de pasajeros de Sevilla a Sanlúcar y el pontón de limpia de los bajos del río (1817), la excavación de las minas de carbón de Villanueva y, quizás las de plata de Guadalcanal”. S  abemos por Pascual Madoz (1849, XIV: 395) que se emprendió la explotación de las minas de carbón de Villanueva del Río “por medio de una máquina de vapor”. No sabemos sin embargo si en Guadalcanal introdujeron estas novedosas técnicas. En 1918 la Compañía de Navegación del Guadalquivir fue retirada de sus concesiones.
La primera máquina de vapor para desaguar minas españolas fue la instalada, en 1805, en Almadén, por Francisco de la Garza (1757-1832). La de la Compañía del Guadalquivir de Villanueva del Río (1817), es ligeramente posterior.
En 1819, Alejandro Vicente Ezpeleta, fundidor mayor de la fábrica de Sevilla, en un informe realizado por encargo de S.M. sobre el Memorial sobre las minas del Reino presentado por José María de Mena, dice de Guadalcanal “que después de producir grandes riquezas con que se levantó la casa de los Júcares (Fúcares) (…) han quedado inundadas y sin utilidad hasta el presente” (Adaro, 1994).
Poco después, en sesión extraordinaria de Las Cortes españolas, de 8 de noviembre de 1820, se encarga una Memoria de las Minas de Guadalcanal a D. Bernardo de Larrea, ensayador de las minas, señalando datos acerca del producto, gastos y utilidades de las mismas (Gaceta del Gobierno, viernes 10 de noviembre de 1820: 608).
Tras la independencia de las colonias americanas Fausto de Elhuyar (1755-1833) vuelve a España, en 1822, siendo nombrado poco después Director General de Minas y Ministro de Estado. España había perdido las explotaciones mineras de plata en México y era urgente recuperar las minas peninsulares. A Elhuyar se le encomienda el reconocimiento de las minas de Almadén, Guadalcanal y Riotinto (R.O. de 14 de septiembre de 1822).
Por encargo de la Comisión Especial de Recaudación del Crédito Público, Fausto Elhuyar inspecciona las minas de Guadalcanal, entre 1822 y 1823, con la colaboración de Francisco de la Garza (1757-1832), director de Minas de Almadén, y Bernardo de Larrea y Villavicencio (1770-1839), elaborando un mapa de la zona (desde Guadalcanal hasta las minas, además de un plano subterráneo del socavón de Santa Victoria, hoy extraviados) y una Memoria (Palacios Remondo, 1993).
Fausto Elhuyar (1925: 91) tenía buena idea de estas minas, así hablando del socavón de Santa Victoria dice que: “existe porción de mineral (…) con leyes superiores que ofrecen las mejores esperanzas de su continuación”.
Sin embargo, no sabemos por qué, en el R.D. de Ley de Minas de 1825 (obra de Fausto) se excluyen de las minas de la Real Hacienda a las de Guadalcanal, Cazalla, Aracena y Galaroza (derogando las leyes 3ª y 4ª del título VIII, Libro IX, dedicado al Comercio, Moneda y Minas, de la Novísima Recopilación de las Leyes de España, de 1806).
En 1825, el catalán Gaspar de la Remisa i Mialons, Marqués
de la Remisa y Vizconde de Casa Sants (1784-1847) empieza a investigar las minas de Guadalcanal, logrando su concesión en 1927. El metalurgista Bernardo de Larrea y Villavicencio aparece como socio de la Compañía, siendo nombrado director de la Mina, por su amplia experiencia en el Virreinato del Perú y en estas minas.
Sebastián Miñano, en su Diccionario (1826, IV, pp. 374), dice que en Guadalcanal: “están las minas de plata, cuyo producto es bastante considerable, y su explotación es digna de verse”, aunque en aquella época las labores están en preparación. Gaspar de la Remisa, tras su entrada en Guadalcanal, va a convertirse en un gran empresario minero, poco después explotará las minas de Ríotinto (1829-1849) y las de la Cruz, en Linares (h. 1830), etc.
Según de la Remisa, su inversión en Guadalcanal fue de 70.000 duros (Flores Caballero, 2011: 111).
La empresa de Gaspar de la Remisa explotará las antiguas
labores de Hoppensak: Santa Casilda, Chaparral, Pozo Azul y Mina Victoria, pero las obras no fueron de tan gran envergadura como insinúa Miñano (Kith, 1852). El 18 de agosto de1828, el Marqués de Remisa envía al Rey 7 piñas de plata, obtenidas por amalgamación. Se emplearon en los ensayos el método de los toneles, ideado por Ignaz von Born (1741-1791) a finales del XVIII, con buenos rendimientos (Mercurio de España, 28 de septiembre de 1828, pp. 189, lo mismo en Gaceta de Madrid de 16 de septiembre de 1928). Aunque Manuel Flores Caballero (2011: 114) considera que el vizconde era un especulador, así su labor en el Suroeste: “solo sirvió para embolsarse los beneficios que obtuvo con la avariciosa explotación que realizó en Río Tinto, dejando abandonadas las minas de Guadalcanal”.
De todas formas, el Gobierno no cede en el empeño de volver a recuperar las minas para el Estado y encarga, en 1830, al presbítero Tomás González y Carvajal (1780-1833) una recopilación de los datos históricos relativos a Guadalcanal, apareciendo los dos tomos de documentos en 1831.
Pascual Madoz (1847, IX: 10) señala al hablar del municipio de Guadalcanal: “A 1/4 de leg. entre N y E se hallan las minas de plata que han sido en otra época de gran utilidad á la nación, pero que hace 14 años están abandonadas”.
Por tanto, la explotación del Marqués de la Remisa dura más o menos hasta 1833. Dice Kith (1852) que solo sacaron de allí 50 libras (22,68Kg) de plata, abandonando las labores al poco tiempo. Este autor tenía datos frescos gracias a su relación con Vicente López Preve, que había trabajado como ingeniero de la empresa de Gaspar de la Remisa, y con otros trabajadores de la misma con los que coincide en Riotinto. En los años 40, se producen numerosos registros de minas y escoriales antiguos en el municipio (cfr. Minas registradas y denunciadas, Boletín Oficial de Minas, 1842-45). Destacamos la presencia de una compañía británica, The Guadalcanal Silver Mining Association que pasó a la zona tras informe del agente de minas, comerciante, banquero, fabricante de sal y cónsul general de Austria y de Rusia, Juan Duncan Shaw (Shauv) (1801-1878), nacido en España, aunque de ascendencia escocesa, y del capitán (capataz de minas) Sincock (Mining Journal, 30 de septiembre de 1848: 464). Esta Compañía fue constituida en Londres en 1848.
Disponemos de copia del registro provisional de la Compañía (Joint Stock Companies’ Registration Act) fechado en junio de 1850. Los socios que se citan son: Thomas Field, marchant; Paul Rapsey Hodge, civil engineer; Edward Hunt, marchant; George Knight Huxley, gentleman; y Joseph Thomas, publisher).
Previamente a los trabajos de arranque se documentaron las minas, recuperándose antiguos planos. La compañía inglesa pagaría 1.200 reales por las labores e instalaciones y el 26 de diciembre de 1848 iniciaron el desagüe de Pozo Rico, con bomba de vapor traída desde Inglaterra (Cabo Hernández, 1995, citando a The Mining Journal y Kith, 1852). Nombran a Duncan Shaw director de la Mina y a G. Michell Director Técnico. Los gastos de explotación y desagüe los llevaron pronto a ampliar el accionariado, con 2000 nuevos títulos (Daily News, 17 de diciembre de 1849)
La mina estaba completamente desaguada a finales de enero de 1850, lo que posibilitó su reconocimiento.
Se comprobó que el mineral de plata no aparecía por debajo
del tercer piso, en una mina de once pisos (con 242 varas de profundidad). El filón se volvía además completamente estéril hacia el Norte, mientras que por el Sur desaparecía en una falla. La falta de mineral llevó al cese de las labores en el mismo año de 1850. El ingeniero de minas sevillano Roberto Kith (1852) que había visto la mina desaguada y evaluado el criadero dice que debían hacerse galerías de prospección ortogonales al filón de Pozo
Rico, para encontrar nuevos filones, tal y como hizo Hoppensak.
En 1852, las minas antiguas estaban de nuevo
anegadas (Kith, 1859). Los empresarios que habían participado en The Guadalcanal Silver Mining Association, poco después de entrar en Guadalcanal, constituyeron The Linares Lead Mining Company (1849), dirigidos por John Taylor e hijos, para explotar
una mina de plomo en Linares, llamada Pozo Ancho, donde tuvieron más éxito.

La última etapa de Guadalcanal. -
En 1859, Roberto Kith, a petición de varios compañeros, edita en Revista Minera los planos de los trabajos de Guadalcanal, como memoria histórica, pero también “para alguno que quisiera volver a investigar sobre aquellas labores”.
El autor menciona el denuncio, en 1853, de las minas Chaparral y Santa Cecilia, por parte de la Compañía de Pablo Ochaita, el cual hizo en años posteriores algunas calicatas. Este empresario también inscribiría a su nombre las minas de plata en Montejo de la Sierra (Madrid), en 1854. De igual forma otras tres Sociedades, con sede en la capital de España, pero cuyo nombre ahora desconocemos, denunciaron todos los pozos antiguos, sin actividad reseñable. Como señala Kith (1859): “las minas antiguas se hallan anegadas, del mismo modo que se hallaban en 1852”.
Las minas siguieron paralizadas toda la segunda mitad del siglo XIX. En 1880, el Porvenir de Sevilla señala que el propietario de Pozo Rico, D. Cándido Moreno trata de vender esta mina (Cfr. Revista Minera, Metalúrgica y de la Ingeniería, 31: 273)
En 1911, se vuelve a intentar la explotación de las minas y empezaron a realizar su desagüe. Se perforaron 100m de pozo, llegándose a los 200m de profundidad, donde había labores antiguas (ENADIMSA, 1986). Según el ingeniero de minas bilbaíno Joaquín Menéndez Ormaza (Revista Minera, Metalúrgica y de la Ingeniería, 70: 584) las bombas no daban a vasto: “las dos insignificantes bombas eléctricas trabajan sin un segundo de descanso y el añadir otra implicaba la ampliación de la central eléctrica del pozo. En estas condiciones se retiró el material para constituir una Sociedad que permitiera ampliar las instalaciones para seguir profundizando, cuando sobrevino la guerra”.
En 1917, en plena I Guerra Mundial, se crea en Madrid la Compañía Cuprífera Española, con capital social de 500.000 ptas. (5.000 acciones de 10 ptas.)). Su presidente era el abogado Luis Martínez Kléiser (1883-1971) (ABC, 9 de marzo de 1920). Según el plano de las minas de Goetz Phillipi), vemos que, en 1919, el yacimiento queda repartido entre concesiones de tres Sociedades: Compañía de Pozo Rico, La Cuprífera Española y la Compañía de Rodolfo Goetz Phillipi. La Estadística Minera de este año y posteriores no recoge ningún dato de actividad en Guadalcanal, probablemente por qué no lo hubo.
A partir de 1914 no hemos localizado datos sobre el laboreo de esta mina (si de permisos de investigación). Sin embargo, hay referencia de explotaciones de diversas sustancias en otros lugares del municipio de Guadalcanal.
Este es el caso del plomo (d. 1916 tenemos la mina del Laberinto), barita (la SA Baritina fue constituida en los años de la I Guerra Mundial), carbón (en 1917 ya funcionaba Mina San Epifanio y luego vinieron otras como Charco de Sal, San Pedro, María o La Primera), así como de otras sustancias en la zona, sin volver a saber nada de la plata.

ETSI Minas y Energía, Ríos Rosas 21, 28003 Madrid

lunes, 11 de mayo de 2020

¿Ventanilla única?



Vivir del cuento que les cuenta el político que del cuento vive

Mi estimado señor español, hoy quisiera analizar y reparar en una falacia más con la que se os viene engañando una y otra vez a Vd. y al resto de los españoles de su civilizado país, me gustaría que Vd. señor reparara en lo que denominar “las administraciones locales”.

Por supuesto, se os engaña, porque vuestro pueblo y vos mismo sois dados a vivir del cuento que les cuenta el político que del cuento vive, en una nación con pies de barro y que forma parte de un continente sin alma, os estimáis poco, señor y concedéis crédito a todo aquél que dice preocuparse por vosotros, mayormente si este se disfraza de político, tal parece que ser objeto de la mentira y el engaño os tiene sin cuidado, pues bien, señor, comprenderéis que a mí, un luzlandés que solo tiene que rendir cuentas al jefe de mi tribu, o sea, a mí, aún me afecte menos, si bien, las consecuencias de estas acciones me afectan directamente y de modo doloroso en ocasiones, cuando Europa tose, África ya tiene agarrada la gripe crónica o gripe aviar.

La gran patraña desde mi humilde y lejano punto de vista, es esta:

La descentralización autonómica de servicio al súbdito, en el concreto caso de su nación debería permitir acercar la administración estatal al ciudadano”, perdone mi parrafada señor, yo no lo veo así, verá, mi sufrido español, una cosa es acercar la ventanilla única al ciudadano al que se le ofrecen servicios estatales y de su proximidad, y otra cosa muy distinta es distanciarle de una lógica solución, el Estado, por definición, en mí país que no es precisamente ejemplo de democracia occidental a cualquier problema se nos da una solución única, una voluntad de marcha en común, un acuerdo de todos, o de los jefes de tribus y militares de turno, sobre las normas generales de convivencia, a esto le llaman Vds. dictadura, nosotros simplemente le llamamos respuesta y lo acatamos.

No quiero criticar ni analizar su democracia, señor, que créame en nuestro país es envidiada y yo la encuentro casi perfecta, pero, multiplicar los centros de decisión con comarcas, diputaciones, nacionalidades autonómicas, etc., etc., es quebrar, trocear las soluciones y difuminar los ingresos vía impuestos de lo que Vds. finalmente llaman Estado y no digamos si sé transfiere la capacidad legislativa, con sus vacíos legales, para controlar los aynekin (poblados en luzlandés) y pueblos o municipios en su idioma principal, porque eso de idioma patrio de su Estado ya lo analizaré otro día.

Un Estado así, señor, funciona por impulsos, multiplicación de ventanillas y funcionarios, leyes y contra leyes…, se diluye en las autonomías, diputaciones, comarcas…, y finalmente, le ahogan los impuestos, gastos, descontrol de reparto lógico y muere, es lo que le sucede, señor español a vuestro mal llamado Estado, que fenece poco a poco y huele ya demasiado a corruptos, corruptelas, malversaciones de fondos, amiguismos y enchufismos, en definitiva, a diversificación y repito, descontrol.

¿A qué administraciones múltiples de un sistema moribundo se acercan Vds. pues, señor?, con unas arcas medio vacías después de los años sumidos en una profunda crisis, leyes difusas, recortes sociales y contra leyes económicas que afectan básicamente al obrero y a los desfavorecidos sociales, al parado, al jubilado, y, hasta al ciudadano medio, por lo mismo, se descomponen, señor, vuestros dos partidos mayoritarios, que hoy son más partidos que nunca, esto de los dos partidos de alternativa de poder me huele a poco equitativo, ¿Qué opina Vd., señor?

Pero aun hay más, señor, no solo es que no se acerca con este sistema la administración inexistente descabezada ya, es que el peligro de corrupción se acrecienta en la medida en que el poder del Estado se transfiere y difumina, señor, sepa que como norma básica, se debería impedir que cuando el administrador mire a la cara al administrado y vea a un pariente o amigo, no viese solo a un ciudadano sin calificar, se evitaría así mi estimado español, que este, el funcionario, vea al otro lado de la ventanilla a una persona que le resultará difícil no beneficiar o fácil de manipular.

¿Dudáis señor de que todo lo que analizo sea democrático?, se que muchos ciudadanos de los diferentes estados autonómicos de España, Francia, Alemania, Portugal y resto de países vertebrados de Europa, piensan lo mismo que un inculto luzlandés como yo, pero no pueden exteriorizarlo, ya que Vds. los calificarían como lewaznil kalu (hombre de ideología política reaccionaria) y que Vds. simplifican llamándole ¿cómo?, a sí simplemente, “facha”, pero le aseguro que son pensamientos de muchos ciudadanos de los que se consideran de izquierda, como es su caso y el mío, señor.

Por hoy, no le molesto más, Sr. demócrata, de una ideología demócrata, integrada en un país demócrata, el próximo día diez de Noviembre siga Vd. votando, que su voto será utilizado como lanzadera de algún personajillo metido a político, que en cuanto esté en el poder, montará mas ventanillas oficiales par colocar a algún amigo de débito de favores o familiar en para ¿apto para el cargo?.


Un luzlandés

lunes, 4 de mayo de 2020

Historia de las Minas de Plata de Guadalcanal 6/8

Explotación de la compañía francesa (1767-1780)
Poco después, Miguel Múzquiz y Goyeneche (1719-1785), Secretario de Estado y del Despacho Universal de Hacienda, comunica a ‘Oconry’ la intención de cancelar el asiento con la condesa de Powis y que podría formar compañía con sus socios franceses, pero se ponía como condición que al menos uno de ellos debía residir en España. Poco después se informa que el conde de Clonard (Thomas de Sutton), persona de suficientes caudales, vendrá a ocuparse de las minas de Guadalcanal, aportando “mineros, fundidores y demás artífices acreditados de Europa” (Larruga, 1795: 90-91). Clonard nombra a un apoderado en Madrid, Alfonso Bernardino de Cervantes y, en 22 de noviembre de 1767, se establece asiento con las mismas condiciones que había tenido la Sra. Herbert, esto es por un periodo de 30 años.
Debemos conocer las circunstancias de la familia para pensar en que condiciones se produjo la llegada del conde Clonard a Guadalcanal. Nos retrotraemos a la Inglaterra de Oliver Cromwell (1599-1658), el cual decide en 1649 iniciar una durísima persecución contra los católicos de Irlanda y Escocia. Después de la batalla de Boyne (1691) y hasta principios del XVIII gente con formación y recursos van abandonando las islas. Una familia de la nobleza irlandesa, de la que procede Thomas Sutton (Wexford, 1700-Angulema, 1776), por su condición de católicos jacobitas se exilia en Francia. Otra parte de la misma familia vino a España, en tiempos de Felipe V (1683-1746), colaborando activamente en nuestras luchas contra los ingleses. Redmond de Sutton (1691-1769) que se había casado con la gaditana Isabel Herrera González (1700-17.), hija de armadores, tenía negocios de comercio marítimo con las colonias españolas y también con las colonias inglesas americanas. La Corona favorecía la actividad mercantil de este colectivo que le ayudaba contra el enemigo británico. Redmond compartía con sus parientes franceses flota mercante. Su primo Thomas de Sutton, conde de Clonard, que era Síndico de la Compañía Francesa de las Indias Orientales y que estaba casado con Seraphina Langton Carew (1741-1821), residía en París y acabaría regentando las minas de Guadalcanal. Otro primo francés de Redmond, Ricardo Wall y Devereux (1694-1777), fue ministro en España, desde el 6 de junio de1754 al 9 de octubre de 1763. La rama francesa tenía el título dado por los reyes de Francia, pero la española a través de Michel de Sutton y Herrera (Sutton o Sotto, en España) (1733-1788) también lo recibió en 1770, de manos de Carlos III (1716-1788). Los descendientes de Thomas Sutton de Clonard participaron en la Guerra de la Independencia de EEUU, con sus navíos y hombres. En resumen, la entrada de Thomas de Sutton en Guadalcanal viene favorecida por instancias políticas, ya que en España su familia campa en el Gobierno con poderío. La compañía estaba capitalizada en 3 millones de libras y en ella participaron como accionistas algunos aristócratas galos, tales como los duques de Harcourt, Châtelet y Liancourt, así como la Marquesa de Marboeuf, etc., aunque rompieron años más tarde con la empresa, quedando al parecer Sutton como accionista único (Shovlin, 2006, pp. 158). Tras la firma del asiento, Michael Louis Le Camus de Limaré (1722-1794), natural de Le Creusot (Francia), es nombrado director de las Minas (Larruga, 1795: 105), contando con la colaboración como Ingeniero Jefe de Joseph Richard (Larruga, 1795: 111).
Cuando tomó posesión, el Conde de Clonard y su Compañía, las minas estaban inundadas llegando el agua hasta la boca de los pozos, los cuales se encontraban en muy mal estado. Le Camus y Richard hicieron un estudio de los caudales disponibles y decidieron el empleo de máquinas hidráulicas para el desagüe, haciendo plan de presas y canales que remitieron a París, donde fue aprobado (Larruga, 1795: 111). Quieren utilizar la energía hidráulica del arroyo del Molinillo y hacer una serie de mejoras, cosa que piden a la Junta de Minas, por ello el 8 de febrero de 1770 se expide Real Cédula para el mejor beneficio de las minas, donde respecto a las aguas se señala lo siguiente: “se observase el curso dellas para el beneficio de las Minas, baxo las penas que se estableciesen”. También se acuerda que los ingenieros y maestros de las minas pudiesen usar un uniforme (Larruga, 1795: 107-109), tal y como era costumbre en Europa central y otros lugares. Se enviaron a “varios maestros maquinistas, barreneros, mineros, carpinteros y herreros de los más hábiles que había en las Minas de Bretaña en Francia” (Larruga, 1795: 112), probablemente se tratase de trabajadores de las minas argentíferas de Huelgoat-Poullaouen. También se contrataron a operarios españoles. Los trabajos de superficie habían concluido en octubre de 1772. Destacamos una casa para barrenar las bombas y otra casa con cinco fraguas, dos casas para los ingenieros (Richard y Besnier) y una magnífica para el director (Le Camus).
También se colocó en Pozo Rico una rueda hidráulica de 10 varas de diámetro, pero que podía ser sustituida por un malacate accionado por caballerías, que era más caro, pero podría usarse en caso de que faltase el agua.
La rueda tenía cajones dobles, dispuestos contrariamente, para poder hacer que girase en un sentido u otro, según interesase que subiesen o bajasen las cubas para extraer el mineral. No muy lejos, en el cauce de un pequeño arroyo próximo se hallaba la gran máquina hidráulica de San Carlos, de la que todavía se conserva el cajón que la albergaba. Era una rueda de 15 varas de diámetro, la cual accionaba unas manivelas que unidas a unos brazos transmitían el movimiento horizontalmente, por un socavón llamado Galería de los Tirantes. Este llegaba hasta Pozo Rico, donde los brazos conectaban con un balancín que transmitía el movimiento hasta las bombas. Había otra máquina en el Pozo San Antonio y un canal, procedente de una presa, cuya traza todavía es visible, que llevaba el agua para accionar la rueda, caudal que luego seguía hacia San Carlos. Esta última rueda también aprovechaba las aguas extraídas de la mina y las del arroyito donde estaba ubicada. Todo esto se completó con distintas obras en interior y exterior (Cfr. mapa: Plan geométrico de la mina rica de plata de Guadalcanal, 1774 y Larruga, 1795: 114-120).
El desagüe finalizaría en primavera de 1773. Todas estas obras causaron tremendos gastos, siendo la inversión estimada de 80.000 ducados (Remuzgo Gallardo, 2004). Enseguida empezaron a sacar mineral, pero, sin embargo, hubo problemas económicos y en 1774 Robert Sutton (1751-1788), hijo de Thomas, tuvo que acudir a Guadalcanal. En este momento dimitieron Le Camus y Besnier, siendo nombrado Juan Nicolás Geffrier nuevo director de las Minas.
Hacia 1775, el Ministro de Estado envía a Guillermo Bowles (1720-1780) para que de noticias de la situación de las minas. Tras pasar por Almadén llega a Guadalcanal donde observa una mina en mal estado, mucha agua y las entibaciones podridas (Bowles, 1775: 59-63).
Bowles envía documentación y planos a Madrid, entre la que estaría probablemente el mapa de Le Camus (1774). Según Matilla Tascón (1987, pp. 144-145). “La Compañía francesa que explotaba la mina de Guadalcanal pidió que Almadén le diera auxilio técnico, enviando a Störr (se trata del ingeniero de minas alemán Enrique Cristóbal Störr, †1802, responsable de las minas de Almadén y primer Director de la Academia de Minas, en 1777) a localizar las vetas metálicas que se habían interrumpido (…) el 4 de mayo de mayo de 1775 salió Storr para Guadalcanal acompañado de Francisco Ceballos, primer alumno de Almadén, y el maestro alemán Juan Jorge Stembach”, pero tardaron varios días en entrar en la mina por falta de seguridad. Narra Larruga (1795: 121-122), en referencia a ellos, que unos ingenieros, que habían venido del Electorado de Sajonia, encontraron en 1775 una veta bastante rica. Luego vinieron otros descubrimientos, pero enseguida se acabó el mineral rico (Larruga, 1795: 122). Thomas Sutton fallecerá en 1776 tomando las riendas de las minas su hijo Robert, de 25 años que no conseguiría evitar la quiebra de la
empresa, en 1778.
A partir de 1776, tenemos noticias del alemán Juan Martín Hoppensak (†1815) como Ingeniero Jefe de las explotaciones, haciendo diversos intentos de buscar nuevas vetas (Larruga, 1795: 122-124). En El Correo Mercantil de España y sus Indias (1793) hay una descripción del trabajo de Hoppensak, el cual hizo el pertinente levantamiento topográfico, lo que posibilitó ver la disposición de las vetas. Es la primera vez que se considera la geología de Guadalcanal para realizar un laboreo en orden.

Juan Martín Hoppensak en Guadalcanal (1796-1808)
El 19 de septiembre de 1783 Hoppensak es nombrado director de las minas de Almadén, puesto en el que estuvo hasta el 8 de septiembre de 1791, recibiendo pensión vitalicia en 1793 (Matilla Tascón, 1987: 146-147).
Por Cédula de 25 de abril de 1795, Hoppensak, junto con el suizo Antonio Zacarías Helms (1760-18., químico y mineralogista, ex director de las minas de Cracovia, miembro de la expedición del barón Nordenflinch a Perú y ex director de las minas de Cerro de Pasco) reciben Privilegio Real para el beneficio de las minas de Guadalcanal (y anexas) por tiempo ilimitado, mientras se cumpliesen las condiciones establecidas en el asiento.
Para poner en marcha las labores tenían un plazo de 18 meses. Estos manifiestan que esperan formar compañía con socios polacos y holandeses, dejando fuera a los franceses (Larruga, 1795: 124-136). Ya había estallado la revolución francesa (que duraría desde 1789 a 1799) y los vecinos del Norte ya no eran nuestros aliados, sino un enemigo que hostigaba al país. Para lograr capital ponen en circulación 1.000 acciones de 200 ducados Parece ser que, agotado el filón de Pozo Rico, Hoppensak se puso a buscar filones próximos, lo que le permitiría abandonar el costoso desagüe. Se dedica así a abrir pozos nuevos, como es el caso de Santa Victoria, Pozo Azul, El Chaparral y Santa Casilda o el socavón de La Cueva (Hoppensak, 1796, Mercurio de España, 28 de septiembre de 1828: 188-189 y Kith, 1852: 274-275).
En 1806, continuaban los trabajos en las minas de Guadalcanal, y también en Cazalla (Remuzgo Gallardo, 2004). El químico francés Louis Nicolás de Vauquelin (1763-1829) dice en los Annales de Chimie (1806) que encargado de hacer el análisis de las famosas minas de Guadalcanal había encontrado platino en bastantes muestras. Asimismo, el barón Antonio Maria Heron de Villefossse (1774-1852) en De la richesse minerale. considerations sur les mines, usines et salines des diferents états, trabajo redactado en 1807 y revisado en 1808 y 1809 al mencionar las minas y fábricas de cada país señala, entre las españolas, a las de Guadalcanal y Cazalla. La Guerra de la Independencia (1808-1814) paralizará las labores extractivas y Hoppensak fallece en Cazalla, en 1815, al poco tiempo de finalizar la contienda.


ETSI Minas y Energía, Ríos Rosas 21, 28003 Madrid

lunes, 27 de abril de 2020

Guadalcanal, 4 de noviembre 1836


CAPITULO DE LA GUERRA CARLISTA EN GUADALCANAL

Hay varios hechos de la Primera Guerra Carlista documentados que acaecieron en Guadalcanal, hoy quiero documentar la visita del Zumalacárregui del Sur y su columna el 4 de noviembre de 1836,
La expedición, 3ª división de operaciones del ejercito carlista (1) al mando del mariscal de campo Miguel Sancho Gómez Dama (2) llamado “El Zumalacárregui del Sur”, entró en la primavera de aquel año 1836 en las tierras dominadas por los cristinos (3) con una columna de mas de 2700 hombres y dos escuadrones de caballería de 180 hombres, un obús y varios cañones de montaña procedentes de tierras alavesas.
Esta expedición recorrió la península, hicieron incursiones en territorios cantábricos y gallegos con el fin de minar al ejercito oficial de los partidarios de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias  y continuaron su campaña hacía  Asturias, pero allí el mariscal cristino Baldomero Espartero iniciaría la persecución de la 3ª División comandada por Gómez  y este se vio obligado a replegarse nuevamente a Galicia, pese a que a su entrada Santiago de Compostela contaba ya con casi 4000 infantes y más de 200 de caballería, ante la presión de Espartero con una expedición aun muy superior a la del mariscal andaluz, este optó por abandonar Galicia y dirigirse a la provincia de León para reclutar más infantes y regresar nuevamente a Asturias, sin embargo, nuevamente sus intenciones se vieron lustradas y Espartero nuevamente le dio un severo correctivo a la expedición Carlista, mermando su moral y su ejercito.
En el mes de Agosto de 1836, mermadas su tropa y moral, reunió con sus jefes y oficiales y contraviniendo las ordenes dadas por sus superiores se interno en Castilla con el propósito iniciar un nuevo periplo  hasta llegar Andalucía ante la imposibilidad de volver a Asturias, no encontrando demasiada resistencia, decidió no entrar en Aragón para evitar el encuentro con la columna de l General Evaristo San Miguel,  hasta llegar a Cuenca, llevando las tropas cristinas siempre a la zaga, allí Gómez se reunió con el también general carlista Ramón Cabrera, apodado “El Tigre del Maestrazgo”.
Allí formaron un nuevo ejercito mas poderosos con las dos columnas, pasando por Utiel y Requena en dirección a Albacete, continuando invadiendo nuevas tierras para los carlistas, siguiendo las escaramuzas en los meses de agosto y septiembre, continuando las escaramuzas e internándose en Extremadura, arrasando cuantos pueblos y ciudades que se encontraban a su paso.
En Septiembre se recibió la noticia en Tarifa de la intención de Gómez de invadir la región, el 26 de Septiembre interrumpió en el cabildo de la ciudad uno de los porteros de plaza y entregó un pliego con la cláusula con el carácter de “urgentísimo”, suspendiendo el cabildo inmediatamente la continuación de la vista de los demás asuntos ordinarios y se leyó el escrito del jefe político superior de la provincia informando que Andalucía se hallaba amenazada de invasión de las huestes del mariscal Gómez  y el general Cabrera y movilizando los milicianos de la Milicia Nacional para reagruparse en la capital de la provincia.
Mientras esto sucedía en Cádiz y en varias provincias andaluzas, la expedición carlista seguía su periplo por Extremadura y haciendo incursiones en Andalucía, enviando varias columnas en distintas direcciones, llegó la tarde del 4 de noviembre de 1836.
Alertado el capitán de milicia de Guadalcanal Isidro Chamorro Spínola, que la columna principal del ejercito carlista al mando del mariscal Miguel Sancho Gómez se acercaba a la villa por el Puerto de Llerena, salió a su encuentro y el tambor Pedro Álvarez anunció la llegada del capitán y sus milicianos a la avanzadilla del ejercito invasor, finalmente tras una breve negociación, Gómez y su expedición descansaron en Guadalcanal y allí fue informado por sus exploradores que los perseguidores estaban desorientados y desconocían sus paradero y se habían detenido en los confines de Extremadura hasta saber sus próximos movimientos e intenciones, sospechando que los carlistas  se dirigían a Sevilla y Córdoba.
Aprovechando el desconcierto del ejercito perseguidor de la Regente María Cristina de Borbón, Gómez se reunió a la mañana siguiente en Guadalcanal con sus mandos y decidió cambiar de estrategia, encaminándose a la Serranía de Ronda, región en la que aprovechando las naturales ventajas del terreno por la accidentada orografía y la certeza de que en aquella zona encontraría antiguos partidarios, pensaba que así podría asentarse en la que fue la primera Guerra Civil Española, la columna del mariscal abandono Guadalcanal la mañana del día 9 y fue por Alanis a Constantina y Palma del Río, llegando el día 10 a las inmediaciones del Guadalquivir.
Del resto de las andanzas y batallas de este mariscal segundón carlista que fue Jefe de Estado Mayor de Tomás Zumalacárregui, se ha preocupado y juzgado la historia de España y de las disputas de Borbones y Borbones que tanto perjudicaron al desarrollo de la España del Siglo XIX.
(1) Carlistas. El carlismo es un movimiento político español de carácter tradicionalista y legitimista derivado del absolutismo español que surgió durante la primera mitad del siglo XIX en oposición al liberalismo, el parlamentarismo y el secularismo. Pretende el establecimiento de una rama alternativa de la dinastía de los Borbones en el trono español y el llamad reinado social de Jesucristo. En sus orígenes propugnaba la vuelta al  antiguo Régimen  y posteriormente desarrollaría una doctrina política inspirada en la tradición española y la  Cristiandad medieval.
(2) Miguel Sancho Gómez Dama. - Torredonjimeno (Jaén), 1785-Burdeos, 1849, militar español. Fue jefe del estado mayor del general carlista Zumalacárregui. Al estallar el primer conflicto armado carlista se alistó de los primeros en las filas de D. Carlos. Dirigió la expedición que, saliendo de Orduña el 26 de junio de 1836, tomó Oviedo, y más tarde, Santiago, pasó a Castilla y Andalucía volviendo al Norte cuando se libraban las batallas más fuertes del sitio de Bilbao. Pero a pesar de sus triunfos maravillosos no tuvo ninguna repercusión en el desarrollo de la guerra, fue procesado por razones que la Historia no aclara demasiado. Emigró a Francia y murió en Burdeos en 1849.
(3) Cristinos.- Con el término cristino son conocidos los partidarios de María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, viuda del Rey de España, Fernando VII, frente a los carlistas en el enfrentamiento sucesorio que mantuvo la Regente en nombre de su hija y futura reina Isabel II con el hermano del rey, Carlos María Isidro de Borbón y que llevó al país a la Primera Guerra Carlista.
El denominado bando cristino estaba integrado por un grupo heterogéneo de personas, desde liberales, (auténtico sustento de las pretensiones sucesorias de Isabel y su madre), hasta antiguos colaboradores de Fernando VII como Francisco Cea Bermúdez, absolutistas reformados, algunos progresistas e incluso afrancesados que habían vuelto del exilio y veían la oportunidad de un cambio en la política española.
Por extensión, se denominó cristinos a los partidarios de la política conservadora de la regente María Cristina durante los diez años en los que ocupó el cargo frente a los seguidores de Baldomero Espartero.

Fuentes. -  Hemerotecas

domingo, 19 de abril de 2020

Historia de las Minas de Plata de Guadalcanal 5/8



Asientos de Liberto Wolters y la Compañía Española (1725-1742)
       En 10 de mayo de 1719, Nicolás Vaillant propuso al Gobierno español para tomar en asiento, por 30 años, de las Minas de Guadalcanal y asociadas, así como de Riotinto.
Estas proposiciones pasaron al Consejo de Hacienda, pero no habiendo acudido el interesado, á las gestiones requeridas, quedó nulo el proceso (Aldana, 1875) Señalan Mafia y Rúa de Figueroa (1871, III: 258-259) que el sueco Lieberto Wolters Vonsiohielm (h.1670-1727) conociendo la riqueza minera de España, de donde los Fúcares habían sacado grandes riquezas, solicitaría de S.M., en 1724, el arriendo por 50 años de las Minas de Riotinto, así como de las de las de Guadalcanal y asociadas. Por fin, lograría hacerse con el asiento con fecha 16 de junio de 1725. En el contrato firmado se le obligaba a poner al corriente, en dieciocho meses, al menos una de estas minas: Guadalcanal o Riotinto.
Para ello formó una compañía de accionistas, con los que tendría innumerables pleitos. Wolters escribió, en septiembre de 1725, un manifiesto para fomentar la captación de accionistas, donde se presentaba una mina riquísima a la que estimaba una producción de 300.000 pesos diarios. La compañía tenía 2000 acciones, de las que 700 quedarían en manos de Wolters.
Cada una de ellas se vendía a 50 doblones, pero en el momento de inscribirse sólo se desembolsaban 5. El plazo de compra era de 30 días. Señala Relazón-López (1987, pp. 27) que: “El público, llevado de esta novedad y creyendo de buena fe en la inmensa riqueza que la mina atesoraba (…) respondió con generosidad”.
Fue tanto el dinero recaudado, que ya no sólo era necesario administrar la mina, sino que también debía hacerse lo mismo con el capital. Hubo una serie de pleitos, que llevaron a la partición de la compañía (Aldana, 1875). El 4 de julio de 1727, el Ministro de Hacienda consideró a través de Real Disposición que se separaran salomónicamente en dos sociedades distintas: una a la que se adjudicaba en soledad a Wolters las minas de Riotinto y Aracena y otra en la que se concedía al resto de accionistas de la Compañía (Compañía Española) la explotación de Guadalcanal, Cazalla y Galarosa, con las mismas condiciones que el primer asiento (Larruga, 1795, pp. 15-16). Días después, el 26 de julio de 1627, falleció Wolters en Riotinto, dejando como heredero a su sobrino Samuel Manuel Tiquet (†1758), que había venido a España, llamado por su tío, junto con 14 mineros de las minas de plata de Sala (Suecia) (Ortíz Mateo, 2003). Las minas se Sala, han funcionado intermitentemente desde el siglo XV, y en sus alrededores todavía se conservan numerosas presas y canales construidos para mover, mediante energía hidráulica, las máquinas para bombeo de agua, extraer mineral y accionar los fuelles en la fundición del mineral. Ahora la mina, inactiva desde hace tiempo, está musealizada.
En enero de 1726, llega Wolters a Guadalcanal,
tomando posesión de las labores y pasando a continuación a ensayar mineral de los escoriales. Buena parte de dicho año se dedicaría a las minas, donde manda contratar obreros extranjeros y trata de hacer venir máquinas del Norte para el desagüe, cosa que logró en 1727, poco antes de su fallecimiento (Aldana, 1875). Llama la atención la sustitución de la palabra ingenio por máquina para el desagüe, no sabemos si estamos sólo ante un cambio semántico o también hay innovaciones tecnológicas.
Tras la mencionada partición en dos sociedades, el conde Cogonari aparece como presidente de la Compañía Española que tiene a su cargo las minas de Guadalcanal, de las que Wolters habría quedado fuera. Tras seis meses de trabajo reconoce que sus esfuerzos “aun eran más inútiles que los de este otro; y desengañado de poder conseguir el desagüe proyectado, por falta de operarios inteligentes, se valió del abate Perety, su amigo, para proponer á Doña María Teresa Herbert el encargo y execución de esa empresa”, firmándose contrato para desaguar y beneficiar las minas en diciembre de 1727 (Larruga, 1795: 272). Este contrato lo firma el testaferro de la Sra. Herbert, Andrés Galwey. La extracción de agua de la mina inundada se inicia en julio de 1728 y tras superar grandes dificultades y gastos inmensos finaliza en junio de 1732. El contrato señalaba que culminado el desagüe la Compañía debía contribuir en los gastos que se hubiesen hecho. Pero la empresa puso muchas pegas en reconocer que se habían finalizado estas labores. El asunto llegó a los tribunales y en 1732 se sentencia, en la Junta de Sevilla, que se pagasen a Dª María Teresa los 128 doblones de oro que había anticipado en sus trabajos, en los que habían llegado a trabajar 400 peones y trabajadores más cualificados (Larruga, 1795: 61). El asunto siguió en vía judicial, pasando al Real Consejo de Hacienda, y en 6 de julio de 1737 se declara que, no habiendo cumplido Doña María Teresa con el desagüe, debía realizarlo. Esta sentencia es contraria a la anterior. Pero Dª María Teresa interpuso recurso y “la emprendió contra los que tenían algún asiento de las cinco minas, y principalmente contra las de Río-Tinto que estaban en marcha, por la circunstancia acaso de que en el primer asiento iban juntas las de Guadalcanal y Río-Tinto” (Aldana, 1875).
Señala Relazón-López (1987): “Todos estos pleitos dan lugar a una copiosa correspondencia. Por ella vemos que durante este tiempo los ingleses están trabajando en la mina. Los de la Compañía hacen todo lo posible para que aquellos no se queden con todo el mineral”. Pero esta situación de incertidumbre termina pronto, así cuenta Larruga (1795: 1-2) que por Real Cédula de 23 de noviembre de 1742 se concedió facultad a María Teresa Herbert de Powis para poder formar nueva compañía de accionistas, para desaguar, labrar y beneficiar las minas de Guadalcanal, al no haberse cumplido el asiento hecho en 16 de junio de 1725 por Don Lieberto Wolters, de acuerdo con las consultas realizadas por su consejo de Hacienda de 7 de marzo de 1740. En este Consejo se mandaba disolver la antigua Compañía por incumplimiento. Asimismo, por Cédula de 7 de mayo de 1743, se confirma a Dª María Teresa la concesión de las minas de Guadalcanal y asociadas, junto con las de Riotinto, por un plazo de 30 años. En esta Cédula se obligaba a sacar mineral de Guadalcanal en un periodo de dos años y medio, cosa que no pudo cumplirse.
La Compañía de Teresa Herbet no sólo recupera en 1743 las minas de Guadalcanal, sino que además le asignan las de Riotinto, despojando a Tiquet de su asiento. No describimos la situación de Riotinto y Aracena, por ser un tema ajeno a este trabajo, pero estas labores fueron recuperadas poco después por Tiquet.

Asiento de María Teresa Herbert: una dama aristocrática explota Guadalcanal (1743-1767)
Mary Theresa Herbert (1659-1744/45, según el National Trust) era hija de William Herbert (h.1626-1696), primer marqués (desde 1685) y duque de Powis, jefe de la aristocracia católica de la Gran Bretaña, y de Elizabeth Somerset. Acompañó a su padre al exilio en Francia, en 1688. Su hermano William Herbert (1665-1745), segundo marqués y duque de Powis, estaba casado con Mary Preston, con quien había contraído matrimonio en 1695 y con la que tuvo seis descendientes.
Lo curioso es que Williams puso de nombre a una de sus hijas también Theresa. Esta otra Teresa Herbert (1705-1723) casó con Robert Throckmorton (1702-1791) y tuvo dos hijos Mary Theresa (†1791) y George (1721-1767). Mary Theresa Throckmorton casó con Tomás Melcalf (†1793) con quien tuvo dos hijos Thomas-Peter y Maria Teresa. Pero la Mary Theresa Herbert de Guadalcanal es la primera citada y no sabemos con exactitud el momento de su muerte, fue enterrada en la iglesia de las monjas agustinas británicas de Brujas. En el National Trust se cita 1844/45 como fecha del deceso, pero leemos a Larruga (1795, pp. 51) en relación a un acto jurídico de 1750: “Escribanos en el Cahelet de París, han comparecido la Excelentísima Señora Doña Teresa Herbert, Duquesa de Powis, habitante de París en la Estrapada”.
En el asiento de 1743 se obligaba a sacar mineral de Guadalcanal en un periodo de dos años y medio, cosa que no pudo cumplirse, por causa de la guerra de sucesión austriaca (1743-1748) y por los temporales, que impidieron la llegada desde Inglaterra de operarios y máquinas para el desagüe (Larruga, 1794: 40). Pese a tales impedimentos habían logrado traer “un Ingeniero mayor, un maestro bombero, y un carpintero principal de minas para que fuesen fabricando bombas y otros ingenios para el desagüe”, pero se chocó contra un Comisario de la Marina de Sevilla, que se opuso al corte y transporte de madera para las minas (Larruga, 1795: 44)
También hubo problemas de abastecimiento de pólvora (Larruga, 1795: 40). En el punto octavo del asiento de 1743 se señala que el Asentista de la Pólvora debería de darle la que necesitase. No hacía mucho tiempo del uso en minería de la excavación por voladura. El empleo de la pólvora en las labores mineras se inicia, que sepamos, en Schmnitz (1626), mientras que en la minería hispánica se usará de forma pionera en la obra del socavón de Nuestra Señora de Belén, en Huancavelica (1635-1642). Esta llega a la península ibérica, algo más tarde, a través Almadén (h. 1689), pasando rápidamente a otras minas como Cardona, a finales del XVIII. En Guadalcanal desconocemos el inicio de su uso, pero sabemos que en los años 1745 y 1746 trabajaron allí 4 barreneros alemanes (Larruga, 1795: 63)
Por tales motivos, y de acuerdo con una petición de la Sra. Herbert a la Junta de Minas, le dieron otros dos años y medio más. Así, mediante Decreto de 3 de abril de 1747, se concede por 30 años, a contar desde el momento que esté realizado el desagüe del Pozo Rico, el beneficio de las minas a María Teresa Herbert, con las mismas condiciones que es establecieron en su momento para los asientos de Rafael Gómez o de Lieberto Wolters.
Además, se le debía entregar, a precio estipulado, toda la pólvora que necesitase y pidiese, así como el azogue para la amalgamación. También facilidades en la corta y producción de maderas, etc. En 1749 la empresa de María Teresa Herbert otorga contrata a Juan Bautista Privat y a Juan Weter, hombres de negocios galos. De las 6.000 acciones se obliga a dar a los nuevos socios 600, quinientas serían a la firma del contrato y otras cien tras el desagüe de la mina, debiendo adelantar una indemnización a la señora de 40.000 libras (Larruga, 1795: 51-55). Pero como estos comerciantes no cumplieron lo estipulado, la señora Herbert tuvo que pedir nuevos plazos. Cosa que fue concedida por Real Cédula de 7 de junio de 1751. Posteriormente se volvió a ampliar la prórroga, en 18 de diciembre de 1756, en base a un pleito con Privat y Weter que se seguía en París.
Señala Larruga (1795: 58) que a mediados de siglo la mina “se componía de 5 pozos que estaban en la superficie, cuyo principal era el Pozo Rico, que tenía de profundidad 26 estados, que son 52 varas con la caldera (43,7 m), teniendo estos cinco estados”. También estaba Pozo David y Pozo Campanilla, ambos con 20 estados de profundidad, así como Pozo San Antonio y Pozo Zuaga, ambos con 13 estados. De este último se sacaba agua noche y día. Asimismo, había pozos interiores. Toda la mina alcanzaba la profundidad de 366 varas (307,5 m).
Había tornos y bombas (suponemos que manuales, ya que nadie habla de vapor). Aunque la compañía de la Señora Herbert realizó en buena medida el desagüe de las minas, no avanzó mucho en las labores por “varios pleytos, é incidentes entre los socios”. Pese a todo, obtuvo prórrogas en los años 1758, 1762 y 1765. Por aquellas fechas Felipe Fernando O’Conry (Oconry, según Larruga) presentó a la Corona su interés por las minas, señalando los perjuicios que se estaban generando por su no explotación. ‘Oconry’ había entrado en contacto con socios capitalistas franceses que, enterados de la riqueza de las minas, ofrecieron sus servicios, siempre y cuando se cancelase el asiento con la señora Herbert (Larruga, 1795: 88).
En la National Library of Wales hay algunas informaciones, poco conocidas, sobre la época de Teresa Herbert en Guadalcanal (Rob Vernon, com. personal).

ETSI Minas y Energía, Ríos Rosas 21, 28003 Madrid