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lunes, 6 de julio de 2020

Un Acalde-poeta de Guadalcanal 3


Yo vía escribir “La Nacencia”
 Tercera parte 

“y las cepas dieron uvas
remojás con el süor del tinajero".

    Aunque paisano de Luis Chamizo, no lo conocí personalmente hasta mis quince años. Estudiaba yo entonces el cuarto curso de Bachillerato y una epidemia de gripe obligó a cerrar el colegio aquel otoño de 1918. Fui con mi familia al campo, a Valdearenales, y nos instalamos en una casa cercana a la del poeta, que la tenía en la famosa «viña del tinajero» de sus poemas.
    Ya entonces había cantado Chamizo a Valdearenales en ligeras seguidillas, por [os años de su adolescencia. En ese otoño del 18 debía tener ya más de veinte años.
    Chamizo había tomado contacto en Madrid con la poesía del tiempo a través de los corifeos más conocidos del modernismo en España: Salvador Rueda, Villaespesa, Nervo, Carrere. Aunque ya tenía afición a lo dramático y a lo pintoresco del color local, sus composiciones en extremeño eran raras y frecuentemente no se sostenía el dialecto a lo largo del poema, sino en diálogos o monólogos puestos en boca de los pastores y campesinos. --Por entonces él consideraba los alejandrinos de “Renunciación” como sus mejores versos--.
    Presentados, en el gran salón del campo, por un amigo común, recuerdo que me recitó dos poemitas: uno ligero y suave “¿Flores? ¿Mujeres?... ¿Qué más da? --Llenan de besos y perfume s -- todo el jardín primaveral”; otro, recién compuesto, describiendo un amanecer en el campo:
Un caldero de migas colgado de las llares
sobre las jaras secas en combustión sonora.
Un cielo de amaranto flotando en el oriente.
Un almaizal de oro velando los lugares
Y un disco de rubíes, que, a la luz de la aurora,
semeja la tiara de un dios omnipotente.
   Algunos de estos poemas fueron publicados en “La Semana”, el periódico de Don Benito, dirigido por el Inolvidable Francisco Valdés.
    Mi amistad con Chamizo continuó en los siguientes años. Durante los veranos solía yo subir a su casa, por las mañanas, con frecuencia. Me suministraba libros o los leíamos juntos. Eran principalmente libros de versos. Pero también allí leí, por vez primera, las “Meditaciones del Quijote” de Ortega y Gasset. En ocasiones, nos entreteníamos en puntuar. --de cero a diez, como ahora en el Bachillerato-- los poemas de Villaespesa y Amado Nervo. En estas lecturas llegamos a Antonio Machado; pero hasta mi ida a Madrid no había de penetrar yo en la nueva modalidad poética, que a Chamizo le era desconocida.
    Su genio alegre y realista le llevaba más a las formas vernáculas. Después del triunfo de “Los consejos del tío Perico”, en los Juegos Florales de Almendralejo, es cuando encaminó sus pasos decididamente por el sendero regional. En poco tiempo escribió los poemas de “El miajón de los castúos”. Solía leérmelos al día siguiente de escribirlos, salvo “La nacencia”, cuya escritura presencié. Llegué a su casa, como de costumbre, por la mañana y entré directamente a su despacho, que abría su puerta en primer término a la derecha, en el caño de casa. Estaba escribiendo.
    “Siéntate un momento --me dijo-- estoy con otra poesía para el libro”. Y me fue leyendo las estrofas del poema conforme salían, casi sin correcciones, de la pluma:
Bruñó los recios nubarrones pardos
la lus del sol que s'agachó en un cerro,
 y los artos cogollos de los árboles
 d'un coló de naranja se tiñeron.
     Pronto estuvo el libro dispuesto y salió a luz pública con el prólogo de Ortega Munilla. Fue una época brillante, aunque breve. Desde el elogio exaltado de Santiago Vinardell, hasta las reservas de Salaverría sobre el baturrismo poético, la gama de juicios fue muy variada. Pero el hecho de haber ocupado este juicio columnas de los más importantes diarios madrileños,
prueba, sin más, el éxito. Para mí adquirió este cuerpo en el banquete que se le ofreció en Don Benito, al que yo asistí, aunque todavía colegial, por bondad de Don José María Manzano. El discurso de Reyes Huerta y una poesía de Vicente Ruiz Medina cita cigüeña describe su parábola —por el ancho zafiro de los cielos-- me impresionaron particularmente en ese
homenaje.
     En sus viajes a Madrid, Chamizo tomó contacto con Ardavín, amigo de Valdés, y con RAMÓN y su tertulia de Pombo. Pero su modalidad poética estaba ya definida.
    Emprendió la composición de un poema largo, donde palpitaban las virtudes de la raza. Lo concibió como una exaltación del extremeño y de la vinculación a la tierra, y tomó como motivo la antigua fiesta de la Candelaría, cuando se llevaban las candelas --tizones de las hogueras familiares-- a la tierra vinculada a la familia. EI poema se titularía “La Juguera”. Después el poema cambió, y lo que, andando bastantes años, se publicó fue el poema “Extremadura”, donde se inserta “La noche de las candelas”. En relación con este poema, tengo que apuntar otro recuerdo personal. En otra de mis visitas al poeta, lo encontré escribiendo y me pidió que le copiara mientras él recitaba los Versos de turno. Fue en una sala frontera al despacho, y. recuerdo a Chamizo paseando y dictándome Un buen fragmento del que siempre he recordado dos versos, que figuran en el libro: “una mano en el talle del mozalbete: y otra mano en el talle de la vigüela”.
     Después de su matrimonio vi menos a Chamizo, pues, aunque conservaba su casa en Guareña, residía habitualmente en Guadalcanal. Las últimas vacaciones de verano que yo pasé en mi pueblo fueron las del año 23, después de cursar segundo de Facultad. Por entonces había yo alcanzado el nivel poético de la época. No sólo me había familiarizado con Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, con los poetas americanos y con los parnasianos y simbolistas franceses, sino que conocía los primeros libros --entonces recién aparecidos-- de Vicente Huidobro, Gerardo Diego, García Lorca, Dámaso Alonso, Juan Chabás y otros. Hablé de todo esto con Chamizo paseando por la plaza y hasta hube de enseñarle alguno de mis últimos poemitas. Aunque desvinculado de'este movimiento, dio muestras de su aguda sensibilidad poética. A los pocos días me leyó dos poesías en el nuevo estilo. Ciertamente se traslucía el modernismo de sus versos en castellano, pero la aproximación era innegable.
   No he visto después a Chamizo, sino en dos ocasiones: una en Cáceres y otra, hace poco tiempo, en Madrid. Pero seguí su labor y no me sorprendió el éxito de “Las Brujas” pues conocía su maestría de versificador y su talento dramático. Hace muy poco la prensa volvió a recordármelo con motivo de su homenaje. El mío es de gratitud. Por él avancé en mi evolución lírica más deprisa que lo hubiera realizado por mi cuenta. Me desvinculó de los clásicos y románticos --desvinculación que considero tan necesaria como después el retorno a ellos--y me introdujo en la versificación de la época. Mi gusto por lo íntimo y universal a un tiempo, me alejaron de la poesía regional, aunque el campo extremeño sea todavía el manantial más fuerte de mis imágenes. Chamizo estaba especialmente dotado para ello, y eligió sabiamente su camino, aunque podía haber ganado un puesto honroso en la poesía castellana.
    He querido escribir estos recuerdos como fluían de la memoria y del corazón, sin interponer papeles ni citas. Van vinculados a una época de mi vida todavía clara y serena, donde la ingenua alegría de los castúos no estaba envenenada por extrañas doctrinas. A esta alegría sin sombras se me vincula el nombre de Luis Chamizo, que la gozó y supo cantarla.

EUGENIO FRUTOS
MTM - Biblioteca Virtual Extremeña

lunes, 29 de junio de 2020

Guadalcanal Siglo XIX

Correspondencia del Ayuntamiento de la villa

Las prebendas conseguidas por su colaboración a la guerra de la Independencia a este Ayuntamiento de la villa de Guadalcanal por parte de la Real Hacienda, cuyas cantidades fueron hechas efectivas en la persona de don Luis López de Ayala.
Ello permitió realizar algunas obras de urbanización, tales como la fila de casas que flanquea el Paseo del Palacio, en lo que actualmente es la calle Palacio. Para esto, como para la rotulación y numeración de las calles y casas de la población, se formó una junta pericial, de la que se designó como presidente a Antonio Llamazares.

Por un repique general de campanas que, por orden del alcalde don Antonio Moreno Guerrero, se hizo el día 13 de diciembre de 1857, todo el vecindario tuvo conocimiento "del feliz natalicio del Príncipe de Asturias", Alfonso Francisco Fernando Pío. Después del toque de ánimas de ese día, tuvo lugar un concierto en la Plaza Mayor, y al día siguiente se celebró misa solemne, seguida de un "tedeum", en Santa María, a la que asistieron el clero y la Corporación municipal.
Ocho días después, el teniente de alcalde don Carlos Franco Romero se dirigía a Doña Isabel II en los siguientes términos:
"Señora:
El Ayuntamiento Constitucional de la villa de Guadalcanal, provincia de Sevilla, tiene la honra de ofrecer a L.R.P. de V.M. la sincera expresión de júbilo por el feliz natalicio del augusto hijo de V.M. y serenísimo Príncipe de Asturias.
Y el Ayuntamiento, Señora, que reverentemente deposita el homenaje de su lealtad ante el excelso trono que V.M. ocupa, ruega a la vez al Todopoderoso prolongue con innumerables días las vidas preciosas de V.M. y del príncipe heredero, para que, animado por el valor de los Pelayos, adornado de la santidad de los Fernandos, sonreído por la fortuna de los Carlos, dotado por la prudencia de los Felipes y revestido de las altas virtudes que tanto brillan en el reinado de V.M., sobre la ventura de esta gran nación, que fía la gloria de su porvenir en las relevantes prendas de su futuro rey.
Dígnese, pues, V.M. aceptar este testimonio, que con el debido acatamiento tiene la honra de ofrecer a V.M. el Ayuntamiento de esta villa”.
Salas Consistoriales de Guadalcanal, 20 de Noviembre de 1857.
Señora. A.L.R.P. de V.M."

A buen seguro que caló hondo en la femenina sensibilidad de la soberana tan pedantesca como halagadora felicitación, pues he aquí que cuando un lustro después alguien solicitó la real aprobación de los estatutos por los que habría de regirse la Cofradía de la Virgen de Guaditoca, tiempo le faltó para ordenar al ministro de Gracia y Justicia que comunicase a este Ayuntamiento su graciosa concesión.
En sesión extraordinaria que en 25 de marzo de 1863 celebró el Ayuntamiento, con asistencias de los tres párrocos, se acordó fijar las fiestas y solemnidades a las que había de concurrir ambos estados, que fueron:
• Publicación de la bula de la Santa Cruzada. - Se haría en Santa María, con asistencia de la Corporación municipal y Clero de las tres parroquias.
• Funciones votivas de la villa. - Las de San Gregorio y San Atanasio, en Santa María, y la de San Roque, en San Sebastián, con asistencia sólo de sus respectivas comunidades.
• Función de desagravios. - Tenía lugar el domingo infraoctavo de la Inmaculada, y fue acordado que concurrieran el Ayuntamiento y el Clero de las tres parroquias, con sus cruces, haciéndose de modo rotativo entre ellas.
• Procesión general del Corpus Christi. - Se celebraría en Santa María y concurrirían el Clero local y el Ayuntamiento.
• Procesión del Santo Entierro de Jesucristo. - En igual forma.
• Octava del Corpus. - En cada una de las tres parroquias con sus respectivos cleros.
• Titulares de las parroquias. - Asistirían, recíprocamente, las Comunidades de ellas y el Ayuntamiento.
• Letanías mayores. - Se celebran el día de San Marcos, que se veneraba en Santa Ana. Las Comunidades de Santa María y San Sebastián irían con sus respectivas cruces y llevarían a dicho Santo en procesión a Santa María, para, una vez oficiadas las letanías, devolverlo a su iglesia.
• Venida y vuelta al santuario de la Virgen de Guaditoca. - Siguiendo la primitiva costumbre, fue acordado que se haría acompañamiento de las tres parroquias.

En virtud de una serie de superiores disposiciones que, con carácter general, fueron promulgadas en este siglo, con el fin de transformar la propiedad fija y estancada en propiedad libre y circulante — que no otro fue el móvil desamortizador, el Municipio fue expropiado de aquellos terrenos — tantas veces mencionados que componían sus bienes comunales. El origen de la mayor parte de estas propiedades concejiles se remontaba a las concesiones santiaguistas, y desde antiguo las disfrutaron comunalmente los vecinos y moradores de la localidad, de acuerdo con las condiciones y limitaciones que el Municipio imponía, según consta en las Ordenanzas municipales, que fueron aprobadas por el Consejo de Castilla en 1674.
No es necesario encarecer la tremenda convulsión que en el orden económico se hizo sentir, con tal despojo, entre el vecindario en general. Por ello, el Ayuntamiento, consciente de la gravedad del problema, no desmayó un instante en el arbitrio de soluciones encaminadas a remediar en lo posible la funesta situación.
Concretamente, en 1862, el alcalde don José Sánchez Vida, deseoso de devolver al pueblo su secular prerrogativa, solicitó del Gobierno Civil de la provincia la devolución de dichos terrenos, para lo que nombró una comisión, que formaron don Miguel Ramos Lobo, don Juan Rivero y don Francisco Espino, encargada de elaborar un minucioso estudio por donde se viniera a demostrar la inveterada costumbre de esta población en el disfrute de dichas tierras, amén de un sinfín de pormenores acerca de la importancia económica que tal utilización comportaba. Y al año siguiente, un grupo de vecinos, representados por los también guadalcanalenses don Ignacio Arcos Albarrán y don Francisco Romero Burgos, se dirigieron a S.M. en el mismo sentido. Siempre, el silencio administrativo... Y, mientras, la pobreza hacía estragos entre nuestros abuelos.
De entre las fincas enajenadas, las de Plasenzuela, El Donadío, la dehesa de Estaban Yanes, La Zarza, Monforte, la dehesa de la Vega y Santa Marina, fueron valoradas en 332.100 reales. Pero he aquí que en 1865 aún no habían sido devengados a este Ayuntamiento los intereses, que importaban 1.536 reales. Por ello no puede menos de sorprender el que todavía les quedara humor a aquellos munícipes para que presentaran una "atenta y razonada exposición" al ministro de Hacienda solicitando dicho dinero, según lo determinaba (¡además!) una ley de 5 de julio de 1856.
Pero, como a lo que parece, casi nunca vienen solas las desgracias, el 17 de septiembre de este mismo año de 1865 en este Ayuntamiento, dióse cuenta de un escrito que con fecha de 22 de agosto último presentó don Francisco de Ortega y Ayala y doña Ramona de Ortega y Arana, naturales y vecinos de esta villa, por el que manifiestan que por el Juzgado de Primera Instancia de la villa de Cazalla (el título de ciudad le viene a Cazalla de la última dictadura) se ha declarado a los dichos y al difunto don Juan Romero la propiedad y el derecho a percibir los réditos de los censos pertenecientes a la obra pía fundada por don Nicolás de Toledo, impuesta sobre los propios de esta villa, para atender determinadas instituciones, invirtiéndose en ella sus decursos, los cuales han caducado por la extinción de los conventos de regulares de San Francisco de esta expresada villa y el de la de Jerez de los Caballeros; resultando de autos que las anualidades que se hallan sin satisfacer son desde el año de 1840 inclusive hasta la fecha, que a razón de 5.000 reales cada anualidad, importan 125.000 reales; y solicitan, como legítimos herederos de los referidos capitales, el que se incluya en el presupuesto municipal ordinario una anualidad corriente y otra en concepto de atrasos, hasta extinguir la deuda. El Ayuntamiento, visto el informe presentado por la comisión encargada de la búsqueda y estudio de los antecedentes que resulten acerca del asunto manifiesta:
1°. Que, atendiendo la mente del fundador, y en el caso de que hoy pudiera cualquiera considerarse con algún derecho al censo de que se trata, lo serían en primer término instituciones muy respetables que carecen absolutamente de recursos, como son la Beneficencia e Instrucción pública.
2°. Que la personalidad de don Antonio Ors para hacer la transacción que practicó con el señor Ayala y consortes no estaba legalmente acreditada, porque de ella no figuraban ni se dio participación a las corporaciones que pudieran hallarse inmediatamente interesadas en el asunto, por cuyas circunstancias deben considerarse nulas y de ningún valor todas aquellas diligencias.
3°. Que la administración interina concedida al señor Ayala, mientras no se declara la pertenencia de la obra pía, puede ser en extremo perjudicial cuando andando el tiempo se declare a favor el Estado u otra cualquiera institución, puesto que éste no podría reintegrar a las personas o corporaciones a quienes se adjudicaran legalmente estos derechos.
4º. Que, suponiendo válida la declaración de administradores que ostentan los reclamantes, estos no tienen hoy ni aun acreditada su personalidad.
Y, por último, que, siendo también posible la falta de titulación legítima o, en otro caso, la redención del censo que se declara, no debe atenderse en manera alguna la solicitud de los reclamantes mientras no presenten en su favor otras pruebas y documentos que acrediten sin género alguno de dudas que son los únicos que tienen derecho a percibir las cantidades que se declaran".
Menos mal que, como se ve, los sufridos munícipes supieron esquivar hábilmente la aleluya del último de los Ortega, el cual —porque acaso dormitara sobre los laureles de su principalía- permanecía ignorante de las graves circunstancias que el pueblo atravesaba.
A un extremo tal llegó la situación, que por la Corporación municipal, integrada por don Cándido Venegas, don Narciso Calleja Galindo, don Ignacio Arcos Albarrán, don Francisco Rivero Palacios, don Antonio Fontán, don Antonio Moreno Guerrero, don José Barragán Palacios, don José de Castilla y Grajera, don Antonio Rivero, don Marcos Alvarado, don Manuel Arcos, don Juan Rivero, don Ramón Rivero y don Ignacio Vázquez, puesto que el paro era casi absoluto, se acordó dar, para su explotación, la llamada Dehesa Boyal a aquellos vecinos que lo solicitarán. Como se sabe, esta dehesa —que era uno de los escasos bienes que a la sazón restaban al Municipio- desde antiguo estuvo destinada al pasto de ganado vacuno de los vecinos y moradores de la villa.
Sus límites eran: al norte, la senda de los Sayales; al sur, la ribera de Benalija; al este, la dehesa del Hornillo, y al oeste, el arroyo de los Molinos. De las 350 fanegas de cabida de trigo de sembradura de que constaba la citada dehesa, se hicieron lotes de cuatro fanegas cada uno, y fueron entregados a aquellos vecinos que, al tiempo del contrato dispusieron de los 56 reales que fijó el Ayuntamiento a título de impuesto.
Lógicamente, la precedente medida minifundista, amén de revelar la buena voluntad de los regidores, en poco remediaría el decisivo malestar. Por ello, en 1869, ya puestos a probar todas las suertes, se dirigen a las Cortes en los angustiosos y aduladores términos que sigue:
"... La desamortización, a no dudarlo, un principio fecundo y positivo de prosperidad, que, abriendo un extenso campo al interés privado, viene a redundar en beneficio y fomento de la riqueza individual y colectivamente considerada. Pero si razones de Estado y la conveniencia general exigen la reforma de las leyes desamortizadoras para que el pueblo todo pueda ser partícipe de aquellos beneficios, no menos la reclaman las circunstancias especiales de algunas localidades que, como ésta, puramente agrícola, no contaba con otros elementos de vida más que el disfrute común de sus terrenos baldíos, que estos laboriosos vecinos, a costa de muchos trabajos y sacrificios, habían metido en condiciones de aprovechamiento y cultivo.
Consecuente, pues, a la Ley de desamortización de primero de marzo de mil ochocientos cincuenta y cinco, y no obstante que el aprovechamiento común de terrenos baldíos de que antes se hace méritos fue practicado, consentido y respetado desde tiempo inmemorial, han sido enajenados en su mayor parte y pasado a manos de un corto número de compradores, dejando por consecuencia reducida repentinamente a esta población a la más espantosa miseria.
Poco queda que enajenar; pero, sin embargo, haciéndose un reparto a censo recensativo entre los vecinos pobres, podría repararse en algún tanto el daño causado. Y a este propósito se dirige el Ayuntamiento de esta villa a los diputados de la Nación don Manuel Carrasco, don Antonio Ramos Calderón y don Federico Caro, inclinando su ánimo para que, prestando apoyo con su palabra y voto al proyecto de ley que ha presentado a las Cortes los señores Bueno, García Ruiz y otros diputados referente a los bienes propios y baldíos, se alivie en lo posible la triste y angustiosa situación en que se halla la clase pobre de esta localidad..."
Del nulo eco que tuviera esta exposición da idea el que, al mes siguiente, el Gobierno Civil extendiera autorización para deslindar la dehesa del Hornillo, que había sido adquirida por el vecino de Ahillones don Eduardo Maeso de la Fuente en pública subasta. Y esto, ya, acabó con la paciencia del Ayuntamiento, el cual, tan vencido como desmoralizado, en 28 de agosto de 1870 otorga poder al diputado constituyente y vecino de Sevilla don Manuel Pastor y Landero para que ante el Gobierno Civil gestione autorización para vender el resto de los propios. Y el 10 de septiembre del año siguiente, se recibió un despacho del Ministerio de Hacienda por el que se autorizaba la enajenación de la dehesa del Encinar, último reducto del estrago desamortizador.

Al propio tiempo, también dentro de la misma población se hace notar, si de distinta índole, la tónica expropiatoria que dio el siglo. Aquí lo es la Junta Provisional Revolucionaria, que, en 1868, anticlerical ella, consiguió del Ayuntamiento que se subastase el hospital de Santiago, sito en la calle de San Sebastián, yéndose a instalar la entidad benéfica a la llamada Bodega del Sol, de la calle de los Milagros, que, por ser propia del Estado, fue necesario instruir el oportuno expediente. Y, seguidamente, se apropia de las iglesias de San Vicente, Los Milagros y la Concepción, poniéndolas a disposición del Ayuntamiento, a fin de que éste las destine a alguna utilidad pública material. Sale al paso el alcalde, don Antonio Moreno Guerrero, argumenta que, para realizar legalmente tal despojo, es preciso el consentimiento del Gobierno de la nación; pero que no estaba del todo resuelto a defender los edificios señalados lo prueba el hecho de que, cuando el cura de Santa María, don Juan Clímaco Roda, eleva ante el Gobierno Civil una enérgica protesta en tal sentido, la primera autoridad local informa, por orden del gobernador, que un pueblo que sólo tiene cinco mil almas, con las tres parroquias con que cuenta puede perfectamente subvenir sus necesidades espirituales. Sin embargo, y a pesar de lo adverso de los tiempos, en esta ocasión sí prosperó la gestión de la curia.
En 4 de octubre de 1868, la Municipalidad, presidida por don Leonardo Castelló y Donoso, tomó el acuerdo que sigue:
"El Ayuntamiento de Guadalcanal, como fiel intérprete de los deseos de sus administrados y cumpliendo, a la vez, con un deber de conciencia por parte de todos los individuos de que aquél se compone, ha acordado por unanimidad que la calle de Camachos de esta población sea conocida y rotulada con el preclaro nombre de López de Ayala.
Los hijos de este pueblo que vieron nacer al poeta insigne, honra de las letras españolas, recuerdan orgullosos a su paisano y le tributan el homenaje de su gratitud y cariño.
Su talento y tacto, su constancia y arrojo, han influido eficazmente por la salud y libertad de la patria. Por ello, quieren dejar escrito con caracteres indelebles la memoria y servicios de tan esforzado patricio.
Cuyo acuerdo original se remite a dicho señor para su satisfacción y fines propuestos".


Hemerotecas. - Rafael Spínola

lunes, 22 de junio de 2020

Un alcalde-poeta en Guadalcanal 2

Segunda parte

Vengo de la Extremadura
de ponerle a mi caballo
de plata las herraduras

Los papeles de protagonistas del drama Las brujas los encarnaron Pepita Meliá y Benito Cibrián. “Pepita, hasta entonces actriz de vodeville y alta comedia, --escribe Antonio López--, se reveló como una actriz de primerísima fila dramática” 14
            Días después del estreno se le ofreció a Chamizo un banquete homenaje en el hotel Cristina de Sevilla, al que asistieron el pleno de la intelectualidad y de las autoridades sevillanas. Al final del banquete se le pidió que recitase algo de su próximo libro en gestación, Poema de Extremadura. Declamó magistralmente las estrofas de “Pelea de gallos en Medellín” y “La jilandera”.
            El estreno de Las brujas en Madrid fue en la noche del 10 de octubre de 1930. El 27 de octubre se le ofrece un homenaje en Madrid, organizado por el abogado extremeño Luis Chorot, con la presidencia de Don Jacinto Benavente. En la tercera decena de noviembre del mismo año se representó en el teatro López de Ayala, de Badajoz, alcanzando un gran éxito.
            La memoria de los ancianos de Guadalcanal recordaba, en el verano de 1981, la fama de dramaturgo de Luis Chamizo y el “Mediodía”, revista de Sevilla apareció en tres fases de 1926 a 1929, en 1933 y en 1939, cfr. Danièle Musacchio, La revista Mediodía de Sevilla, Universidad de Sevilla, 1980, p. 21.
El baile de lechas respecto al estreno de Las Brujas es notorio: “Esta obra fue estrenada por la compañía MELIA-CEBRIAN en el Teatro Cervantes, de Sevilla, en la noche del día 25 de enero de 1930, y en la del 15 de octubre del mismo año, en Teatro Avenida, de Madrid, por la misma compañía” (en Luis Chamizo, Las brujas. Poema dramático de ambiente extremeño, en tres cantos y en verso. Badajoz, 1ª edición Tip. y Libr, de Arqueros, 1932, p. 159). La fecha del 15 de octubre parece estar equivocada, pues la prensa madrileña de 11 de octubre dio cuenta del estreno en la noche del día 10. Martínez de León es quien firma las ilustraciones de la 1ª edición, estreno de Las brujas en el “Palacio”, local de espectáculos de la población. En el parque del pueblo, de labios de los viejos recogí esta copla dedicada a Chamizo y a su obra, inventada por sus vecinos coetáneos:
“Don Luis Chamizo Triguero,
poeta de gran artura,
ha sacado una comedia,
que se titula Las brujas”.     
Chamizo cultivó la amistad de los extremeños cultos según describe Antonio López: «En plena Exposición Ibero-Americana se presentó en el Pabellón de Extremadura el poeta. Tenía entonces una de sus hijas operándose en la clínica de Don Antonio Cortés. Nos saludó a todos: “Segura, Covarsí, Ángel Rubio, Navia, a todos”.
            Durante la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) Luis Chamizo fue alcalde de Guadalcanal. Rodríguez Moñino recogió este dictado tópico referente a este pueblo:
de ponerle a mi caballo
de plata las herraduras
            El insigne polígrafo glosa esta copla como sigue: “Esta soleá se refiere a dos extremos ya inexistentes: en primer lugar, a las riquísimas minas de plata de Guadalcanal, hoy agotadas, y en segundo a que este pueblo formaba parte de Extremadura, siendo así que desde la última división territorial pertenece a Sevilla” 15. Revisando las actas de sesiones del ayuntamiento de Guadalcanal, gracias a las facilidades otorgadas por su secretario, Sr. Yanes, hemos obtenido los datos referentes a
esta faceta de la biografía de Chamizo 16. El día 1 de marzo de 1924 aparece Chamizo como concejal teniente de alcalde, comisionándosele para solventar un asunto en Madrid. Por notificación del Gobernador Civil de la provincia se rectifican los resultados de las elecciones municipales y se nombra a Chamizo alcalde presidente de Guadalcanal el día 7 de abril de 1924. Durante el mes siguiente, el 16 de mayo se le designa académico correspondiente de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Atareado por la administración del negocio de Guareña se tiene que ausentar repetidas veces del pueblo, siendo alcaide en funciones Don Daniel Muñoz Vázquez. En la primavera de 1925 solicita dos meses de permiso oficial (11 de abril), reincorporándose a Guadalcanal el 20 de junio y el 4 de julio vuelve a pedir 30 días de permiso, cesando como alcaide. Con este historial es obvio que su actividad política fuera poco fructífera. En ese año colaboró con el ayuntamiento de Badajoz en la celebración de la fiesta de la Raza, el 12 de octubre, según consta en el recuerdo que la corporación entregó al poeta.
            En el período de la guerra civil Chamizo estuvo escondido en Guareña en uno de los hornos de cocer conos, aprovechando las noches para visitar a su familia 17
            Terminada la guerra Chamizo ocupó un cargo importante en el Sindicato de Espectáculos de Madrid; consiguió de este modo un sueldo del Estado, aumentando su patrimonio familiar: las rentas de las pequeñas fincas de Guareña y de las más extensas de Cazalla de la Sierra. En Madrid daba clases de declamación, en el piso de la calle Escorial, núm. 15, totalmente gratis. Su esposa, Doña Virtudes, no entendía que se pudiera trabajar sin cobrar. Asunción, la hija del poeta, nos manifestó que Alonso y Demetrio Barrero aprendieron a recitar con Chamizo. En ese piso modesto, situado entre las Cavas y la calle del Barco, se instala con su familia. Tomás Rabanal Brito le visitó en su casa, por última vez, días antes de su muerte 18.
    Según Pecellín, “Durante la guerra civil, los mismos obreros de su alfarería lo ocultaron en el horno de cocer las antiguas tinajas” (Vid. Literatura en Extremadura, t. I1 Badajoz, Universitas Editorial, 1981, p. 201). Al inicio de la guerra la provincia de Badajoz, excepto Villanueva de la Serena y Castuera, queda en poder del Frente popular. El día 14 de agosto las tropas del General Yagüe toman Badajoz, convirtiendo la plaza de toros en campo de concentración y ejecutando a muchos milicianos y carabineros. El día 23 de agosto Tella ocupo Navalmoral de la Mata. Una sección de la columna del general Asensio fue casi destruida en Medellín por la escuadrilla aérea de Malraux. Asensio y Castejón, después de la victoria de Medellín se reunieron con Tella en Navalmoral (Vid. Hugh Thomas, La guerra civil española, Madrid, Ediciones Urbión, 1979, t. II, pp. 246-251).
En 1942 publica el poema Extremadura 19. libro que está compuesto por poesías de las más variadas épocas; unas escritas en Valdearenales (Guareña), otras en Gudalcanal y otras en su etapa madrileña. En la dedicatoria de este libro se vislumbra cierto compromiso político con el régimen que le da un sueldo de funcionario. El libro lo dedica: A la santa memoria de todos los caídos por Dios y por la patria en este amanecer de nuestro viejo imperio. Creemos que este ofrecimiento estuvo motivado más por las circunstancias que por los sentimientos del poeta, ya que nunca compartió la ideología falangista. En su biblioteca el único libro sospechoso son las obras completas de José Antonio, pero casualmente el ejemplar es de fecha posterior a la muerte del poeta.
            El día 24 de diciembre de 1945 moría en Madrid Luis Chamizo, a la edad de 51 años. El diario Informaciones publicó su retrato y el periodista Víctor de la Serna redactó una sentida necrológica. Al poco tiempo se ofreció una velada en su memoria en la “cripta de Pombo” que quedó reflejada en el álbum de la histórica tertulia 20. La revista Alcántara de Cáceres publicó una necrológica firmada por F(ernando) B(ravo) y un poema de Manuel Delgado titulado “En la muerte del poeta Luis Chamizo” 21.
            Su amigo y admirador Antonio López Martínez en el mes de febrero de 1946 escribía en Alcántara unas notas necrológicas quejándose y alegrándose al mismo tiempo por el silencio de las autoridades “de las aves de oropel del circulo bullicioso de la gran urbe que vende actualidades” con las siguientes palabras:
«Ha muerto Luis Chamizo, recientemente, en Madrid. Su muerte ha caído casi en el silencio, para la vorágine literaria, que bulle sin vivir, entre los muros de la ilustre villa. Han pasado sus restos, camino hacia la Eternidad, envueltos en una magnifica amplitud de silencio. Sin querer, sin pretenderlo 19. Luis Chamizo, Extremadura (poema), Canto primero. Prólogo de Don José López Prudencio, Madrid, Sociedad (Seneral Española de Librería, 1942. Respecto a la dedicatoria hemos observado en la Biblioteca de Chamizo cómo el libro parafascista de Baldomero Diaz de Entresotos, Seis meses de anarquía en Extremadura, Cáceres, 1937, dedicado por el autor al poeta se halla sin abrir los pliegos; dato sintomático que puede explicar lo obligado del texto de la dedicatoria del libro Extremadura.  Y quiera, se le ha rendido el máximo homenaje. A los poetas de su fibra, de su hondura, de su humanidad, el mejor tributo es el Silencio” 22.
      El periódico Extremadura de Cáceres, el día 1 de enero de 1945 da una breve nota necrológica de la agencia Cifra y un corto suelto firmado p o r J. de A., el día 4 de enero. Por Arturo Gazul sabemos que López Prudencio escribió una emotiva nota en el diario Hoy de Badajoz.
ANTONIO VIUDAS CAMARASA. Aragonés (San Esteban de Litera   1949- Huesca)
Licenciado en Filosofía y Letras, con promesas extraordinarias en la Universidad Complutense de Madrid. Se doctora por la misma Universidad en Lingüística Hispánica con una investigación sobre el dialecto ribagorzano de la comarca de La Litera (Huesca) Desde el año 1974 es profesor de la Universidad de Extremadura. Se ha dedicado a la investigación del habla regional, despertando el interés por el dialecto extremeño en sus alumnos de Dialectología Hispánica de la Facultad de Letras. Ha publicado los siguientes títulos: “Lengua española., E l habla y las culturas populares en La Litera (Huesca)”, “Diccionario extremeño”, “El habla extremeña en torno a 1900”. En el período de elaboración del Diccionario extremeño se planteó el conocimiento científico de los autores regionalistas de Extremadura. Desde esa perspectiva, seis años después, ofrece al lector en la colección de “Universitas Editorial” una innovadora visión de la obra de Luis Chamizo, escritor con una estética de la oposición a las normas de la época, lleno de la excelente voluntad 20. Obras completas, p. LVI., de estilo y una meditada estética regionalista. Luis Chamizo usa las formas literarias del modernismo, imbuidas de la ideología de la generación del 98.

Notas. -

14. Op. cit.. p. 9.
15. Antonio López, Op. cit., p. 9. Se refiere a la operación de pleura que sufrió Maria de las Virtudes, según testimonio de sus familiares.
16. Diccionario geográfico popular de Extremadura, 1965, pp. 36-37.
17. Enrique Segura, Obras completas, 1978, p. LXII. Este extremo me lo confirmo su cuñada Doña Consolación Cordo Nogales, en 1981; así como que, una vez liberada Guareña, pasó el resto del período de la guerra civil en Guadalcanal con su familia; ésta pensó que había sido fusilado.
18. Obras completas, 1978, pp. LVI y LXII.
21, que reproducimos en el apéndice III.
20. Obras completas, p. LVI.
21. Vid+ Año II, 1946, n º 3, 15 de febrero pp. 24 y 11 respectivamente.
22  Op. cit. p. 16.



Fuentes. - Biblioteca Virtual Extremeña, Antonio Viudas Camarasa (Obras completa), Asociación Cultural Luis Chamizo (Guareña) y Francisco Arias Solís (Luis Chamizo. La voz del tinajero de Guareña)

lunes, 15 de junio de 2020

Guadalcanal siglo XV

Documentos sobre Enrique IV de Castilla

Documento 178
1445, agosto, 31. Ávila, iglesia de Santiago del Arrabal.
Capítulo de la Orden de Santiago celebrado para la elección de maestre, por encontrarse vacante el maestrazgo por la muerte de Enrique, infante (de Aragón), y recayendo la elección en Álvaro de Luna, condestable de Castilla, conde de San Esteban. Se hallan presentes: Juan Díaz de Cornado, prior de Uclés, lugarteniente de maestre; Gabriel Manrique, comendador mayor de Castilla; García López de Cárdenas, comendador mayor de León; Fernando de Portugal, comendador de Oreja; Lope de Stúñiga, comendador de Guadalcanal; (…) todos ellos “son del número de los trece de la dicha Orden”; “y otros cavalleros y freires clérigos y legos della juntos capitularmente”.
El 2 de septiembre de 1445 se celebró definitivamente el capítulo, estando presentes: Juan Díaz de Cornado, prior de Uclés; Alfonso Fernández, prior de San Marcos de León; y los sobredichos “treces”, freires y caballeros, “juntos capitularmente en el coro de la yglesia mayor de dicha cibdad”. Por hallarse ausentes algunos de “los trece”, imprescindibles para la elección, hubo determinadas representaciones (...)
RAH, col. Salazar, 9/816 (ant. M-9), fol. 301-303. Copia de un amanuense de Salazar, sacada del archivo ducal del Infantado. Reg. Índice, vol. 30, p. 69.

Documento 1678
1462, noviembre, 2. Toledo.
Acuerdo del Ayuntamiento de Toledo, sobre la prisión del comendador (de Guadalcanal, en la Orden de Santiago), Lope de Zúñiga, sobre haber forzado las puertas del convento de monjas de Santo Domingo, y quebrantado su clausura, para sacar a la fuerza a María de Guzmán, su mujer, que estaba depositada en dicho convento.
RAH, col. Salazar, 9/1087 (ant. O-6), fol. 171-172v. Copia de letra del siglo XVII, obtenida del archivo de los condes de Villaverde. Reg. Índice, vol. 40, p. 468.

Documento 1772
1463, agosto, 25. Tendilla.
Escritura de fundación del monasterio de Santa Ana de Tendilla, de la Orden de San Jerónimo, que otorgó Íñigo López de Mendoza, [I] conde de Tendilla, señor de Sangarrén, donando para ello su iglesia y ermita de Santa Ana a favor de fray Juan Melgarejo, como prior y en nombre de la comunidad de San Isidoro [del Campo, Santiponce], cerca de la ciudad de Sevilla, con el fin de realizar dicha fundación con monjes de este cenobio. También se recoge la toma de posesión de la ermita por el citado religioso, junto con fray Vasco de Guadalcanal y fray Gonzalo de Valderrama, profesos igualmente de San Isidoro del Campo, dejando al cargo del lugar a Juan González, trapero vecino de Tendilla, hasta que llegaran los monjes fundadores. Ante Juan Páez de Peñalver, notario público por las autoridades apostólica, real y arzobispal de Toledo, y los siguientes testigos: Diego González de Guadalajara, contador del conde de Tendilla; Alfonso Fernández Ballestero y Alfonso Martínez Mingote, escribanos reales; Martín García de Nicolás.
RAH, col. Salazar, 9/808 (ant. M-1), fol. 128-128v. Copia simple de letra del siglo XVII. Reg. Índice, vol. 28, p. 262. RAH, col. Salazar, 9/808 (ant. M-1), fol. 129-131.

Documento 1787
1463, noviembre, 30. Llerena.
Testamento otorgado por Juan Alfonso de Novoa, comendador [de los bastimentos de la provincia de León], en la Orden de Santiago, realizado ante Francisco Sánchez de Córdoba, escribano y notario público, y en el que dispone mandas sobre diversos bienes y rentas, algunos de ellos en Fuente de Cantos y Llerena (actual provincia de Badajoz), Guadalcanal (Huelva), Jaén y Los Hinojosos (Cuenca), para las siguientes personas: criados y criadas; su escudero Pedro de Arana; Catalina de Arana, quien le había atendido en sus enfermedades; su hija Inés; su nieta Teresa, hija de Juan de Mendoza y de su hija Isabel; su hija Teresa; su mujer María de Lara; su hija Isabel, esposa de Juan de Mendoza. Previamente, había renunciado a su encomienda a favor de su hijo Juan de Montealegre.
Nombra como albaceas: el licenciado Miguel Ruiz de Talavera, su consuegro; el comendador Juan de Montealegre, su hijo; su nieto Fernando, hijo de Juan de Montealegre.
RAH, col. Salazar, 9/808 (ant. M-1), fol. 216-217. Copia autógrafa de Salazar. Reg. Índice, vol. 28, p. 194.

Documento 1789
1463, noviembre, 30. Llerena.
Extracto del testamento del comendador Juan Alfonso de Novoa: Enterramiento en la iglesia de Santa María. Celebración de misas por su alma y la de sus padres. Diversas mandas a sus criados. A su escudero Pedro de Arana, las primicias de Fuente de Cantos. Encarga a su hijo, el comendador Juan de Montealegre, y al licenciado, su consuegro, que cumplan con todas sus disposiciones y que acudan a Catalina de Arana con las primicias de Guadalcanal, a quien además otorga todos sus muebles. Se guarde la venta que hizo a dicho licenciado de sus bienes en los Finojosos, lugar de la Orden de Santiago, y en el Finojosal de Belmonte, lugar de Juan Pacheco, marqués de Villena. A doña Teresa, su nieta, hija de Juan de Mendoza y de su hija Isabel, cierta cantidad de dinero, joyas y plata que él dejó en poder de doña María Álvarez de Lara, su mujer, cuando salió de Socovos. A su hija Teresa ciertas cantidades de ajuar. Constituye heredera universal a su hija Isabel, mujer de Juan de Mendoza. 10) A su nieta Inés las casas de Jaén. Francisco Sánchez de Córdoba, escribano del rey y notario público de Llerena.
RAH, Col. Diplomática de España, 11/9089, doc. 49. Sacado de Salazar, Historia de la Casa de Lara, tomo 4, pág. 616.

Documento 2033
1465, junio, 20. Carrión.
Carta de Juan Manrique, vicario general perpetuo en las vicarías de Santa María de Tudia y Reina, nombrando a Ferrand Matheos, clérigo de la iglesia de Señora de Santa María, de la villa de Guadalcanal, juez y vicario en dicha villa, perteneciente a la jurisdicción de sus vicarías.
RAH, Col. Diplomática de España, 11/9089, doc. 104. Sacado de Bularium Ordinis Militaris Sancti Jacobi, p. 428.

Documento 2247
1466, agosto, 30. Toledo.
Escritura de fundación del patronato del monasterio de Santa Catalina, de Toledo, por Lope de Zúñiga, comendador de Guadalcanal, en la Orden de Santiago.
RAH, col. Salazar, 9/1087 (ant. O-6), fol. 173. Copia de letra del siglo XVII, obtenida del archivo de los conde de Villaverde. Reg. Índice, vol. 40, p. 468.

Documento 2275
1466. s.l.
Noticia del patronato de Lope Ortiz de Zúñiga, comendador de Guadalcanal,
de la Orden de Santiago, sobre el convento de Santa Catalina de Toledo.
RAH, Col. Diplomática de España, 11/9089, doc. 150. Sacado de Maldonado, Bibliotheca del Marqués de Montealegre, fol. 134; en el Índice de los 14 tomos de Privilegios, tomo 6.

Documento 2713
1469, octubre, 20. Los Santos.
Noticia de la confirmación por el maestre (de la Orden de Santiago) Juan Pacheco de los privilegios, mercedes, franquezas, buenos usos, costumbres, fueros y sentencias de visitadores a favor de la villa de Llerena realizada en el Capítulo General. Añade la noticia de su confirmación por los Reyes Católicos en Tordesillas, el 6 de junio de 1494, según consta en los privilegios de dicha ciudad, que se encuentran en su archivo, con seis testimonios dados por Juan Joseph Murillo: el primero de la dehesa del Canchal; el segundo de la dehesa del Encinar; el tercero de los privilegios de la alcaidía y comunidad de pastos con Reina y Guadalcanal, y aprovechamiento en Maguilla; el cuarto, confirmación de todos los privilegios de Llerena por el maestre Juan Pacheco; el quinto, confirmación por los Reyes Católicos en 1494; el sexto, la sentencia sobre el ensanche y señalamiento de la dehesa para Llerena.
RAH, Col. Diplomática de España, 11/9090, doc. 216. Sacado de Chaves, Apuntamiento legal, fol. 174v.

Documento 3088
1471, diciembre, 28. Toledo.
Carta de desafío enviada por Lope Ortiz de Stúñiga, (comendador de Guadalcanal), por medio de Alonso Valiente, su trompeta y oficial de armas, a Pedro López de Ayala, conde de Fuensalida, [señor de la villa de Casarrubios], permitiéndole que escoja el lugar que quiera para el combate en sus propios lugares y tierras, e indicando que sólo llevará dos servidores que le armen y administren sus cosas.
BN, Ms.res. nº 226-27. Original en una hoja en folio. Firma del otorgante. Carta partida por A, B, C. Reg. Índice, vol. 1, p. 462.
RAH, col. Salazar, 9/440 (ant. F-34), fol. 30-33v. Copia manuscrita simple del siglo XVI. El original era una carta partida por A, B, C. Reg. Índice, vol. 20, p. 273.

Documento 3091
1471, diciembre, 29. Guadamur.
Respuesta de Pedro López de Ayala, conde de Fuensalida, señor de la villa de Casarrubios, a Lope Ortiz de Stúñiga, comendador de Guadalcanal, quien le había mandado una carta de desafío por medio de Alonso Valiente, trompeta y oficial de armas del segundo, y que acepta.
Firmada por el conde, con su sello y partida por A, B, C.
RAH, col. Salazar, 9/440 (ant. F-34), fol. 33v-34v. Copia manuscrita simple del siglo XVI. El
original era una carta partida por A, B, C. Reg. Índice, vol. 20, p. 273.

Documento 3094
1471, diciembre, 31. Guadamur.
Segunda respuesta de Pedro López de Ayala, conde de Fuensalida, señor de Casarrubios, a Lope Ortiz de Stúñiga, comendador mayor de Guadalcanal.
RAH, col. Salazar, 9/440 (ant. F-34), fol. 37-38. Copia manuscrita simple del siglo XVI. Reg. Índice, vol. 20, p. 273.

Documento 3102
1472, enero, 17. Toledo.
Nueva réplica de Lope Ortiz de Stúñiga, comendador de Guadalcanal, a Pedro López de Ayala, conde de Fuensalida, señor de Casarrubios. Le acusa de rehuir el desafío de enfrentarse personalmente entre ellos, a pesar de haberle ofrecido que lo hiciesen en las tierras del conde. Dice que él [el comendador], sin embargo, ha demostrado su valentía en catorce desafíos con otros caballeros, de los que acudieron doce, y de ellos diez lo hicieron en paso de Órbigo, y los otros dos en Segovia y Roa, habiendo salido vencedor en todos los casos. Le dice que si finalmente se decide a entrar en combate con él y le mata (el conde al comendador), le dejará por universal heredero de todos sus bienes, en premio de caballería; si, por el contrario, vence el comendador, se dará por contento simplemente con el galardón de la venganza y victoria; y se compromete a cumplirlo.
RAH, col. Salazar, 9/440 (ant. F-34), fol. 38-40v. Copia manuscrita simple del siglo XVI. El original era una carta partida por A, B, C. Reg. Índice, vol. 20, p. 273.

Documento 3901
s.a., septiembre, 20. Villaverde.
Carta de Juan II a Lope Álvarez de Henestrosa, comendador mayor de León (en la 0rden de Santiago), “como aquél de quien mucho fío”, respondiéndole a la que le envió por medio de Manuel García, su criado, y ordenándole que se entreviste con el condestable [Álvaro de Luna] para tratar del servicio al monarca, además de hacerle merced de los bienes del comendador de Guadalcanal. Firmas del rey y del doctor Fernando Díaz de Toledo, oidor, refrendario y secretario real.
RAH, col. Salazar, 9/808 (ant. M-1), fol. 235-235v. Copia simple de letra del siglo XVII, obtenida del original en el Archivo de Écija y del traslado autorizado en el archivo del marqués de Peñaflor. Reg. Índice, vol. 28, pp. 268-269.



Nota. - Curiosamente en el documento 1787 y otras referencias dentro del libro se cita a Guadalcanal como provincia de Huelva, consultado a uno de los redactores por e-mail, me comenta que es una mala transcripción de datos de los actualizadores del libro.

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